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Reportaje:El clásico que decide la Liga

El partido de Xavi

11 puntos y un gol en 10 partidos convierten al volante del Barcelona en todo un clásico dentro del clásico

Xavi Hernández guarda en su casa algunas camisetas que Iker Casillas, amigo y a la sazón portero del Madrid, le ha cambiado después de un clásico. Xavi lleva jugando contra el Madrid toda su vida (vacilándole al de Móstoles otro tanto), así que es muy consciente de que si eres culé, tu rival va de blanco. Xavi debutó hace 10 años en el Bernabéu, así que las ha visto de todos los colores. Asomó por Chamartín la temporada 1999-2000 y comprendió que eso de un Madrid-Barça va muy en serio. Jugó 45 minutos aquel 26 de febrero del 2000 y supo que el Bernabéu es tremendo. "Nos pasaron por encima", recuerda. No fue la última vez, hubo mas tardes que salió del campo con tierra en la boca. Y Xavi asume que perder contra el Madrid es lo peor. "Es un partido especial, de manera que todo sabe distinto" dice.

"Cuando sale el calendario, lo primero que miro es cuándo jugamos en Madrid"
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Desde la noche en la que sustituyó a Bogarde -"marcaron Roberto Carlos, Anelka y Morientes", revive, como si fuera ayer- no ha dejado de asistir a la cita con el clásico en Chamartín ni una sola temporada. Han pasado 10 años. Y lo sigue disfrutando.

"Es el partido", sostiene Xavi. "Un partido de Champions, como una final de algo, aunque no sirva para nada... Es el partido. Cuando sale el calendario, lo primero que hago es mirar cuándo jugamos en Madrid", asegura el volante internacional azulgrana, que hoy jugará con el 6, en el mismo lugar en el que debutó con el 26. Señal de que ahora ha crecido en importancia.

"La primera vez nos metieron tres; la última, les metimos seis. Eso es el clásico, nunca sabes", avisó hace unos meses, cuando se le invitó a hablar de lo que representa el partido. Para él ya no es nuevo, pero asume que siempre es diferente. Esta noche, además, cuelga de su cuello la medalla de Oro de la ciudad de Terrasa, que le impuso el alcalde, Pere Navarro, el jueves, en una ceremonia que le emocionó, porque Xavi aprendió a jugar a fútbol en una plaza de la ciudad vallesana.

A Xavi, Guardiola le ha prohibido hablar del clásico y, obediente, no ha abierto la boca. Pero Xavi es memoria de un partido que no se cansará nunca de jugar, gane o pierda. Ha jugado en el Bernabéu con Van Gaal, con Serra Ferrer, con Charly Rexach, con Rijkaard y con Guardiola, y lo ha hecho contra el Madrid de Del Bosque, Queiroz, García Remón, Capello, Luxemburgo, López Caro y Juande Ramos y dice que, al fin y al cabo, "el Madrid es el Madrid, esté como esté y juegue como juegue... La esencia es la misma, pero las circunstancias cambian y cambian los entrenadores". Xavi, como lo sería Raúl, o como lo fue Guardiola, resulta ya un clásico en el Madrid-Barcelona, un grande dentro de un partido grande.

Cinco derrotas, tres victorias, dos empates y un gol hacen recuento de los 10 partidos que ha jugado. Xavi no olvida la sensación de impotencia que vivió el día que a Rivaldo "en el 90 le anularon un gol: "¡Un hat trick en el Bernabéu!" se exclama. Él, cuando menos, sabe lo que es marcar uno para llevarse la victoria, así que tampoco se queja. Se lo marcó a su amigo Iker. "Es el mejor momento de mi carrera", bromea pelopo, amigo íntimo del capitán de la selección española, al que ha sufrido en sus visitas a Madrid pero al que también ha consolado.

"Las victorias duran mucho más que las derrotas, que se olvidan pronto", razona Xavi, siempre positivo, que hoy volverá a gritar "maqui, maqui" [máquina] cada vez que quiera el balón. Y lo querrá siempre. No sabe jugar sin él. Sabe que lo que ha hecho ya no cuenta, que siempre hay un reto por delante y de él se espera lo mejor, aunque sólo sea porque el Madrid-Barça es el partido, sin aditivos, con mayúsculas.

Sencillamente, el Bernabéu es especial y a fin de cuentas Xavi lo asume: "Soy culé". Así ha sido siempre. "Yo, el día que deje esto, lamentaré no tener la oportunidad de ganar al Madrid en su campo" dice. "Pero eso tiene un riesgo", ríe. No es arrogancia, es respeto. "Para jugar a fútbol se necesita un rival; puestos a elegir, el más grande, ¿no?".

"Cuando el Madrid te gana, no te da opción. Pega, pega y no te levantas, da igual quien sea su entrenador", explica. De hecho, la primera vez que pisó el Bernabéu, en el descanso perdía 2-0. A los cinco minutos, les marcaron el tercero: "A mí me han pasado por encima de tal manera que he salido de allí hundido", reconoce. "Cuando se ponen, son como una apisonadora", insiste. Como hace dos años: "2-0 en el minuto 20, no hubo manera". Aquel día, Xavi le hizo el pasillo al Madrid. Fue un día duro, pero no se le caen los anillos.

Tres veces se ha ido vencedor, en dos ganó la Liga. "La primera fue especial, nos permitió creer en nosotros y nos dio una alegría tras mucho tiempo. La afición nos esperaba en el aeropuerto", dice recordando aquel abril del 2004. La segunda vez fue con Ronaldinho en plan estelar. La tercera, el año pasado, no resiste comparación con ninguna. El marcador, histórico hasta el punto de que Xavi lo considera irrepetible, le llevó a salir del Bernabéu al grito de "¡Barça, Barça, Barça!". Nadie se lo tuvo en cuenta. "En Madrid siempre me tratan muy bien", afirma. Y recuerda: "Es uno de los días que mejor lo he pasado en un campo. Nos sentimos cómodos y dominamos el partido". Entonces, calificó el partido como "una lección de fútbol".

Xavi vuelve hoy al Bernabéu. Van 10 partidos seguidos y, seguramente, no será el último. Xavi es un clásico dentro del clásico.

Xavi celebra un gol en un partido de Liga.
Xavi celebra un gol en un partido de Liga.REUTERS

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