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Reportaje:

La paz roja

El Madrid-Barça mostró que los internacionales de España han reconducido sus relaciones

Hace sólo unos meses, antes de la final de Copa contra el Barcelona, Mourinho llegó a la conclusión de que la única manera de ganarle al Barcelona pasaba por usar el físico al límite del reglamento y la intimidación como camino para tensar el partido. Así que la trifulca de Piqué con Pepe en el túnel de vestuarios del Bernabeu unos días antes, al término del partido de Liga, le vino de perlas: "He vivido en Barcelona, conozco esa casa y se que les enseñan a odiar a los jugadores del Madrid", le dijo el portugués al equipo. Y concretó en referencia a los jugadores españoles: "Vosotros pensáis que son vuestros amigos y no lo son. Ellos son del Barça, no son vuestros compañeros". Mourinho empujó a los jugadores españoles a una conducta sorprendente, por impropia de tipos como Ramos, Arbeloa o Xabi Alonso, una trampa en la que cayó hasta Iker Casillas, obligado como capitán a sumarse al discurso único de su entrenador. Aquella noche en Mestalla se rompió el ambiente en la selección española porque Mourinho impulsó a romper la vieja ley que impide a compañeros de la selección maltratarse, ni siquiera cuando uno defiende al Madrid y otro al Barça. Así fue siempre, de Fusté a Hierro, de Pirri a Zubizarreta, hasta el curso pasado.

Un año después, contra el deseo de Mourinho, los futbolistas de la selección, unos y otros, han reconducido las relaciones. Han aceptando sus culpas, cada uno las suyas, y aunque es cierto que hay cosas que no se olvidan y que nada volverá a ser igual en las relaciones personales, es evidente también que sobre el terreno de juego, desde la Supercopa, las cosas han cambiado. "Con nuestros compañeros de la selección no habrá ningún problema, todos mantuvieron una actitud ejemplar", recordó ayer Gerard Piqué, que en su momento tuvo que dar explicaciones a sus compañeros del Madrid. No le costó pedir perdón si en algo les había molestado. Como él, Arbeloa, Busquets o Ramos; Xavi, Iniesta o Alonso aclararon sus problemas sellando un pacto de no agresión. Pero eso no incluye a los portugueses, evidentemente sobreexcitados por Mourinho.

"El mundo entero ha visto la imágenes de Pepe. Si el árbitro lo hubiera visto, hubiera tomado otra decisión. Supongo que no lo vio. Hay una gente que si hace bien su trabajo tendrá que actuar", declaró Piqué tras el entrenamiento en la ciudad deportiva. El central añadió: "No creo que como club tengamos que ir a pedir nada sobre un jugador de otro equipo". Piqué también justificó que Messi no se tomara la justicia por su mano: "Es demasiado buena persona. En un momento caliente podría reaccionar pero no lo hace".

La idea del vestuario azulgrana es pasar página, escapando de cualquier actitud verbalmente beligerante de aquí al partido de vuelta, conscientes de que el ruido le interesa más a Mourinho que a nadie. Por eso, tras el partido, los jugadores del Barcelona se esforzaron en focalizar sus comentarios. "Lo de Pepe es lamentable", dijo Xavi; "cuando no está el balón por medio no es normal reaccionar alguien tendría que vigilar eso", dijo Puyol. Busquets, que también se llevó un viaje de Pepe, aseguró que este tipo de acciones "tendríamos que eliminarlas del fútbol. Una cosa es entrar duro con el balón en juego, y otra acciones como éstas". Y, siempre comedido, terció Iniesta: "cada uno es responsable de sus acciones, pero la gente lo que quiere ver es fútbol bonito y no patadas".

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