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Reportaje:

El peligro de la bici hipertrofiada

La UCI, en guardia ante la posibilidad de que algunos profesionales usen un motor

Carlos Arribas

"¡Mentiroso! ¡Tramposo!" Bajo el diluvio la voz sonó lo suficientemente clara y fuerte como para que Lance Armstrong se diera por aludido. "A que no bajas y me lo dices a la cara", le respondió tres veces el tejano, así lo cuenta Reuters, al aficionado que le insultaba detrás de las barreras al final de la Vuelta a Luxemburgo. Respuesta típica, puro macho, de un campeón que en las últimas semanas ha sido el blanco de las acusaciones de dopaje emitidas por su ex compañero Landis. También Armstrong, en lugar de desafiar a su insultador, podría haber pasado de él simplemente aconsejándole que se pusiese al día, que de quien había que preocuparse ahora era de otro tipo de tramposos, no de quienes hipertrofiaran su cuerpo, sino de quienes motorizaran su bici.

"Con una pila AAA y tecnología de F-1 se logran 200 vatios", dice Boardman

Tendría razón el ganador de siete Tours: de lo que habla la gente del ciclismo estos días -casi dos millones de visitas a un vídeo en Youtube- es de Gruber, un cilindrín de fabricación austriaca que, acoplado a una pila, se introduce por el tubo del sillón de la bicicleta hasta tocar con el eje del pedalier. Una vez activada la batería con un botón oculto entre las teclas del cambio de piñones, se pone en marcha un generador que procura una potencia de hasta 100 vatios. No hace falta pedalear para que la bici se mueva.

Dicen que este artilugio, de un kilo de peso, indetectable si no es mediante un escáner e inventado para ayudar a aficionados que se ahogan en las cuestas, ha sido utilizado por algunos corredores en los últimos años, pues su invención se remonta a 2008. Más alimento para Calimero. Por si no tuviera suficiente con el dopaje tradicional, el ciclismo, de repente, se ve enfrentado a otra insidia que ayuda a poner en duda las gestas de sus campeones. Una ayuda prohibida, además, más vergonzante, pues no va solo contra la razón misma del deporte, sino que, a diferencia del dopaje tradicional, ni exige que su usuario asuma un riesgo para su salud ni le obliga a entrenarse como el que más.

Cuando Fabian Cancellara ganó, mediante exhibición, tras cambio de bicicleta y ataque solitario y lejano en ambas, con una semana de diferencia el Tour de Flandes y la París-Roubaix en abril, el ex corredor belga Nico Mattan le comentó a sus amigos que un motorcillo en su bici estaba en el origen de sus victorias.

¿Boutade? ¿Metáfora? ¿Elogio, hipérbole pura, fruto de la falta de imaginación? ¿Una broma? No. Lo decía en serio: todas las noticias, blogs, twitters y youtubes asociados al uso del Gruber han ido acompañadas de imágenes y películas del colosal ciclista suizo, de Espartaco en su esplendor. Lo cual le ha sentado muy mal no solo, evidentemente, al propio Cancellara y a su equipo, que han calificado de "idiotez" unas acusaciones que ayudan a mitificar más aún al corredor, sino también a algunos de sus rivales.

"Sería muy feo", dice su amigo Pozzato. El español Flecha, que esta temporada ha visto un par de veces cómo se le iba Cancellara en sus propias narices, y sin poder hacer nada por evitarlo, pasó en poco minutos del puro escepticismo -"no me lo puedo creer, Cancellara es mi amigo"-, a la duda culpable -"he visto las imágenes y es flipante"- a la negación final y firme. "El ataque de Roubaix fue el típico ataque bien medido en el que aprovechó un parón del grupo después de un ataque precipitado de Boonen", dice Flecha. "Y sé que hay otros que dicen que sus ataques son sospechosos porque no tira de brazos, pero ese es su estilo de siempre. Lo hace así para intimidar a los rivales. Y, además, este año está más fuerte, más fino, más concentrado que nunca".

Coinciden sus apreciaciones con los análisis de algunos físicos que han calculado que en su ataque de Roubaix Cancellara movió más de 1.300 vatios durante unos segundos, sus valores habituales: una ayudita de 100 vatios no tendría ningún valor.

Pese a ello, la Unión Ciclista Internacional, a instancias de algunos equipos, tenía previsto estudiar hoy la cuestión. Les empuja a ello también el inglés Chris Boardman, un fanático de la innovación tecnológica en sus tiempos de campeón olímpico, recordman de la hora y especialista en prólogos del Tour. "Hace un par de años ya lo advertí", dice. "Aplicando la tecnología de la fórmula 1, es posible generar hasta 200 vatios con una pila AAA. Y ya hay bicis con pila, las que usan el cambio eléctrico, que sí que está permitido".

Fabian Cancellara, sobre el pavés de la Roubaix.
Fabian Cancellara, sobre el pavés de la Roubaix.AFP

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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