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Reportaje:Crisis institucional en el Real Madrid

El presidente trágico

Calderón siempre sospechó que su aventura sería breve a pesar de los títulos ganados

Diego Torres

Scott Fitzgerald dijo que el sentimental cree que las cosas van a durar siempre mientras que el romántico espera contra toda esperanza. Ramón Calderón nunca fue un sentimental. Fue consciente del carácter efímero de su aventura. Esperó ser presidente del Madrid contra una oposición que parecía insalvable y, una vez en el cargo, se dedicó a vivir con intensidad, manga ancha con sus ejecutivos y un poco de resignación ante la fatalidad. Calderón no dejó de pensar que Florentino Pérez, como un espíritu de perdición, gobernaba los acontecimientos. El hombre no perdió el sentido trágico ni cuando vio a sus equipos levantar cinco títulos: dos Ligas y una Supercopa en fútbol, una Liga y una Copa ULEB en baloncesto.

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Sus amigos lamentan que cuando caminaba por la calle, en estos días de estrépito, se viera obligado a soportar los reproches de viandantes cada vez más atrevidos. "¡Eres un chorizo!", le increpaban. Muchos hinchas ignoraban que el hombre, sabedor de su destino, apenas se inmutaba. También olvidaban que nunca nadie consiguió probar que se enriqueció gracias a su cargo.

Lo que sí quedó patente en las asambleas fueron los esfuerzos que dedicó Calderón a renovar las estructuras de un club que sufría las consecuencias de unos estatutos imprecisos, cuando no antidemocráticos. Los estatutos sociales de 2004, sancionados durante la presidencia de Florentino Pérez y todavía vigentes, tienen las suficientes lagunas legales para permitir que la junta electoral, el máximo órgano de control del club, se convierta en un instrumento de la presidencia hasta anular su capacidad de fiscalización de las elecciones, abriendo vías al fraude, como ocurrió en 2006 con el voto por correo. Calderón intentó modificar los estatutos, pero la junta electoral, formada durante la anterior presidencia, se le opuso, lo mismo que la asamblea de compromisarios, formada a instancias de la junta electoral. Su intento de sancionar unos nuevos estatutos se frustraron.

Si Calderón ganó las elecciones de 2006 fue porque recurrió a la justicia ordinaria para anular el voto por correo, cuya falsificación masiva sigue siendo objeto de una investigación policial que tiene la mira puesta en antiguos empleados del club que, presuntamente, actuaron en beneficio de la candidatura de Juan Miguel Villar Mir.

Calderón heredó un club enfrentado a las instituciones (Federación, UEFA y FIFA), sin una estructura deportiva sostenible y con una junta electoral que trabajó para bloquear todas sus iniciativas. Afrontó una empresa colosal y para ello precisó rodearse de un equipo competente. No siempre fue el caso. Calderón repartió cuotas de poder a diestro y siniestro. Pero los problemas heredados y los problemáticos que le rodearon le fueron fabricando una crisis irresoluble.

Mantuvo Calderón una extraña complicidad con Pedja Mijatovic, al que defendió sin fisuras. Tras la marcha de Fabio Capello, le concedió libertad de acción para diseñar una política deportiva que, poco a poco, fue perdiendo el rumbo. La incompetencia de Mijatovic para actuar en el mercado se combinó con el mayor gasto en fichajes de la historia del club: 300 millones de euros en dos años y medio. Los viejos empleados menean la cabeza cuando hablan de Mijatovic y de su grupo de asesores: "Se creen que han inventado el fútbol y no tienen ni idea. Su comportamiento da vergüenza ajena".

Mijatovic, como Mariano Rodríguez, Nanín, o como su jefe, Luis Bárcenas, el director del área social, destituido por permitir el ingreso indebido de personas a la asamblea de socios compromisarios, pertenecen a lo que un alto cargo del club denominaba "el grupo amoral". A decir de este ejecutivo, cercano a Calderón, "son gente con una idea circunstancial de la moral. Para ellos, no hay nada objetivamente bueno o malo. Todo depende de las circunstancias. Así, acusando a los demás de ser blandos, se han ido haciendo con el club y aprovechándose de su posición".

Si en su organización deportiva se estancó, en sus relaciones institucionales el Madrid prosperó con Calderón. Gracias a su aproximación a la federación, el club contó con el respaldo de Ángel María Villar para interceder ante la FIFA y la UEFA, que concedió al Bernabéu la condición de estadio de máxima categoría y le adjudicó la final de la Liga de Campeones de 2010.

Uno de los más estrechos colaboradores de Calderón hizo una reflexión a modo de epílogo. "De Ramón puedes decir que ha sido negligente, irresponsable y hasta frívolo", concedió este alto cargo del Madrid, celoso de su anonimato; "lo indiscutible es que es un hombre honesto y una buena persona".

Ramón Calderón, en mayo de 2008 tras el segundo título de Liga del Madrid bajo su presidencia.
Ramón Calderón, en mayo de 2008 tras el segundo título de Liga del Madrid bajo su presidencia.DIARIO AS

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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