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Entrevista:EXTRAÑOS EN LA GRADA | LUIS GARCÍA MONTERO | FUERA DE JUEGO

"Los de provincias tenemos doble militancia"

Juan Cruz

Luis García Montero, el poeta granadino de Vista cansada y Te llamaré Viernes, es madridista hasta decir basta. Pero es también del Granada. Lo fue y lo sigue siendo ahora que el equipo de su pueblo tiene otra vez el prestigio de jugar en la Primera División. Ahí, de niño, fue como todos los muchachos que juegan al fútbol: un cuerpo martirizado por las patadas de los otros "en las calles del barrio, en campos improvisados y llenos de piedras". Ahí quiso ser futbolista y, claro, terminó en carne de graderío.

"Solía jugar de delantero. Como había que elegir equipos entre toda la pandilla, al final se quedaba de árbitro el niño que no quería ningún capitán". Su primer partido, desde la grada, lo vio en Los Cármenes. "Tengo un recuerdo claro de un Granada-Madrid a principios de 1966. Recuerdo el gol de Almagro batiendo al portero del Madrid. Luego empató Pirri. Quedamos uno a uno". Ni para Granada ni para Madrid, los dos vectores de su corazón. "Los niños de provincias solemos tener doble militancia. Yo era del Granada, por supuesto. Pero, después, a la hora de competir por el campeonato de Liga, elegíamos uno de los grandes". Y su "grande" fue el Madrid por razones bien explicables: "Mi padre era del Madrid y yo me hice del Madrid. Y soy socio de carné de los dos equipos, del Granada y del Madrid".

Para un aficionado, que su equipo (en este caso, el de su pueblo) sufra en las miserias de las categorías inferiores añade valor a la supervivencia de la militancia. "Sí, durante 35 años, el Granada ha estado hundido entre la Tercera, la Segunda B y la Segunda. El ascenso a Primera lo viví como la confirmación de que el futuro nunca está escrito y se pueden derrotar todas las encuestas y las previsiones".

Durante años, para él ha sido normal "perseguir por Internet los resultados del Granada en una aldea perdida de Andalucía y participar en la rivalidad por la Liga entre el Madrid y el Barcelona". ¿Y es lo mismo, el sentimiento es el mismo, cuando tu equipo está en Primera que hundido en las competiciones inferiores? "Te aseguro que se pasa lo mismo de mal cuando te gana el Mármol Macael o el Armilla que cuando te gana el Barcelona. Y se disfruta también lo mismo al ganar", explica.

Ahora, sin embargo, los dos gallos, el gallo local y el gallo grande, están frente a frente. ¿Para dónde se va el corazón del poeta? "La verdad es que no siento incompatibilidad ninguna entre el Madrid y el Granada. Espero que este año no le hagan falta al Madrid los puntos para ganar la Liga cuando se enfrente al Granada. Sería perfecto que no le hicieran tampoco falta los puntos al Granada para mantenerse en Primera".

Esa es una incompatibilidad superada. La insuperable (para aficionados como él, pero también para aficionados del equipo tradicionalmente contrario) es la rivalidad entre el Barça y el Madrid, personificada ahora por sus entrenadores. ¿Qué opina del suyo? "Mourinho me parece un buen entrenador, muy bueno. Pero creo que se equivocó al intentar establecer en poco tiempo una relación de competencia con el Barcelona, que en estas últimas temporadas ha sido el mejor equipo del mundo, el mejor que yo he conocido. Eso le llevó a desquiciar sus declaraciones y sus actitudes".

Ha unido Mourinho sus indudables habilidades técnicas a una especie de altanería en el trato con los otros y al madridista García Montero eso no se le ha pasado por alto. "A veces me he avergonzado con algunas declaraciones sobre otras ciudades o sobre otros deportistas". "Además", dice, "los últimos enfrentamientos entre el Madrid y el Barcelona se han llenado de crispación, de malas formas. No es un camino propio del Madrid".

Pero hay un alivio, una euforia contrastada con los buenos resultados. "Creo que este año el equipo está mucho mejor. Es lo lógico. Mourinho ha necesitado una temporada para formar un equipo de verdad, que acabe con aquella trampa de los galácticos. Soy de los que se avergüenzan de los malos modos y agradecen de verdad aciertos como el de colocar a Sergio Ramos de central y conseguir así una buena conexión con Xabi Alonso. Eso, y la recuperación de Kaká y Benzema, ha dado la vuelta al equipo".

De modo que ahora pasa menos nervios en el graderío. ¿O no? "Me apasiono", dice el poeta, "en las gradas del Bernabéu y Los Cármenes. Me pongo nervioso, grito. Pero reconozco que, si me piden una alineación preferida, me olvido ahora un poco de mis ídolos (Porta, Ñito, Amancio, Laudrup, Zidane...) y pienso en la selección española que ganó el Mundial de Sudáfrica".

El niño de barrio que era Luis García Montero en aquella Granada de campos de tierra no ganó "nunca una Copa Davis, una carrera de fórmula 1, un Mundial de baloncesto o de fútbol". "A lo más que llegué fue a quedar cuarto en unos Juegos Olímpicos con Mariano Haro... De pronto, este país empieza a cambiar. En el deporte lo íbamos ganando todo, pero no pasábamos de los cuartos de final en el Mundial de fútbol. Hasta el año pasado. Así que repito la alineación y levanto la copa por mi pasado: Iker, Arbeloa, Piqué, Ramos, Iniesta, Xavi... Mi amigo Justo Navarro me confesó un día que, cuando tenía problemas para conciliar el sueño, en vez de contar corderitos, se repetía la del Barça. Yo cuento en rojo...".

TOMÁS ONDARRA

El mayor de los placeres pequeños

- Luis García Montero cita a su colega Eduardo Galeano para explicar qué es el fútbol, por qué agarra tanto. "Dice Galeano

que el fútbol es el mayor de los placeres pequeños, lo más grande entre las cosas sin importancia. Es verdad. Yo escribí un poema, Domingos por la tarde, para explicarme mi relación con el fútbol, ese trozo de vida que se escapa de nuestra infancia y nos acompaña hasta la vejez. Si se compara con los grandes males de la vida (la enfermedad, la muerte, la injusticia, el amor), el fútbol es un vaso de agua, solo eso. Pero mentiría si no admito que ese vaso de agua me ha quitado muchas veces la sed".

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