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Reportaje:Liga de Campeones: Manchester United-Barcelona

El púgil del área

Rooney, formado en el Everton pero consagrado en el Manchester, se crió boxeando

Jordi Quixano

"Espero que salgas pronto de la cárcel porque necesitamos tus goles", escribió un niño de ocho años en dos cartas dirigidas a Duncan Ferguson, el por entonces ariete del Everton que acabó en prisión por meterse en una de sus famosas peleas. Ocho años más tarde, ese chico lanzó un zapatazo desde 35 metros para batir al portero del Arsenal, David Seaman, y convertirse en el futbolista más joven en marcar en la Premier -ahora el registro lo ostenta James Vaughan (Everton). El niño, el que empapelaba las paredes de su cuarto con las fotos de Duncan y sobresaltó a Inglaterra por su precocidad, era Wayne Rooney (Croxteth, Liverpool, 1985), punta del United con corazón del Everton. Mañana se bate con el Barça en la vuelta de las semifinales de la Champions, después de pasar inadvertido en la ida (0-0) al jugar reconvertido en el costado derecho y sufrir un golpe en las costillas en el último duelo liguero frente al Chelsea.

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Para Rooney, el fútbol fue por obligación. "Nací azul", cuenta en su biografía My Story So Far -tiene un acuerdo millonario con una editorial para que publique cinco libros en 12 años-, en referencia al color del Everton. Al año, recibió su primera equipación de los Toffees y, desde entonces, siempre iba con una elástica o un pantalón del equipo de su alma. De familia humilde, afectada por el paro en Croxteth, suburbio en las afueras de Liverpool, empezó a jugar en el Western Pub, el bar donde su padre solía beber. Goleador del equipo, lo fichó el Pub Copplehouse, donde destacó de tal forma que el Liverpool y el Everton llamaron a su puerta. A Melwood, ciudad deportiva del Liverpool, se presentó con la camiseta del Everton. Un gesto que no le descartó pero que le dio una semana para pensarse la oferta. El tiempo justo para que le llamara el Everton y firmara por el equipo de sus amores. En su primer curso marcó 114 goles en 30 partidos.

El mayor de tres hermanos, para Rooney la familia es un valor capital, al punto que siempre recuerda que empezó a jugar a fútbol en el jardín de su abuela Patrice y que su tío Eugene le regaló la primera pelota de cuero. Por las tardes, sin embargo, iba al gimnasio del tío Ritchie para boxear, un deporte que no se le ha olvidado; ahora, en Carrington, la ciudad deportiva del United, siempre busca un púgil con el que medirse en broma.

"Once a Blue, always blue" [una vez azul, siempre azul], enseñó en una camiseta interior tras marcar un gol con el Everton. Pero en 2004 no pudo rechazar la oferta del United -es el mejor pagado y vive en una mansión en Prestbury valorada en siete millones. "Es el mejor futbolista joven que he visto en este país en los últimos 30 años", le definió Ferguson. "No recuerdo mayor impacto desde Pelé en el 58", dijo Sven-Goran Eriksson.

Rooney, que en 2008 ganó una encuesta entre 2.500 mujeres como el futbolista más feo, no ha cambiado de novia desde secundaria. Coleen McLoughlin, que acapara las portadas de las revistas del corazón y que tiene un programa de televisión, le perdonó unos escarceos con prostitutas y se casarán en dos meses.

Acusado de vehemente e incontrolado -se peleó, por ejemplo, con Beckham o pateó a Carvalho-, Rooney llegó para suplir a Van Nistelrooy pero nunca ha logrado un gran registro goleador; su mejor marca son 18 goles -14 en Liga; 4 en la Liga de Campeones. "Es una persona complicada. Pero verle jugar es una maravilla", concede Iván Campo, del Bolton. "Tiene una arrancada increíble. Si te encara en carrera, puedes darte por perdido", agrega Garrido, del Manchester City. "Hay que atarle en corto para que no te la líe", añade Gerard Piqué, su compañero del United. "Es fuerte, rápido y preciso", abunda Xavi Alonso, del Liverpool. "Es un ganador", apostilla Campo. "Está donde está por méritos propios", dice Garrido.

Enamorado de los coches -tiene un Aston Martin, un Range Rover, un Porsche y un Mercedes SLK-, de los relojes y la PSP, a Rooney le encanta gastar bromas. Así, esconde ropa de los compañeros o, como Cristiano Ronaldo, recorta fotografías de los periódicos que se asemejen a los jugadores y se las cuelga en la taquilla. En el entrenamiento, en cualquier caso, se transforma y siempre lo da todo. Incluso de portero, como le gusta desenvolverse cuando Ferguson da un respiro. Rooney, que se venda los dos pies antes de los partidos y que besa la cruz que tiene por collar, que siempre tiene el pelo bien cortado por su mujer Coleen y que es un hombre anuncio -Nike, FIFA, Coca-Cola, Nokia, Ford y supermercados Asda-, aguarda al Barça para darle el golpe definitivo.

Rooney dispara ante Terry en el Chelsea-Manchester del pasado sábado.
Rooney dispara ante Terry en el Chelsea-Manchester del pasado sábado.AFP

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