_
_
_
_
_
MUNDIAL DE F-1 | Gran Premio de Mónaco
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un riesgo enorme

Que Mónaco iba a ser una carrera loca era algo previsible. Lo que nadie podía imaginar es que Red Bull colocara en la espalda de Vettel tanto riesgo como el que el piloto debió asumir. Era impensable plantear una estrategia a una sola parada en un circuito de desgaste como el de Montecarlo, teniendo en cuenta que las cifras de los entrenamientos libres no avalaban una estrategia en estos términos. Pirelli había elegido los neumáticos blandos y los súperblandos y eso parecía obligar a los equipos a un mínimo de dos paradas.

Eso fue lo que hizo Alonso, y llegó a la parte final de la carrera con evidentes problemas con sus gomas y aguantando lo que no estaba escrito. Button, en cambio, optó por los tres cambios y cuando la carrera se estaba decidiendo el británico de McLaren iba como un rayo, mostrando que su coche y los blandos formaban un tándem inigualable. En cualquier circuito, la estrategia de Button le habría dado el triunfo, porque circulaba 2s más rápido que Vettel y 1,5s más rápido que Alonso. Pero Montecarlo es distinto a todo lo demás: es casi imposible adelantar si el coche que te precede es del mismo nivel.

Más información
Vettel también manda en la locura

Vettel lo tenía francamente mal. Button le comió 23s en 12 vueltas y les amenazaba a él y a Alonso cuando entró el coche de seguridad a falta de 10 vueltas. Es difícil saber qué habría ocurrido sin el accidente de Alguersuari y Petrov, pero el trabajo de Vettel fue de altísimo nivel. Alonso solo le hubiera superado si sus neumáticos se hubieran destruido.

El riesgo que tomó Red Bull fue enorme. Excesivo en cualquier otro circuito. Pero el equipo contaba con las excelentes prestaciones de su coche y con la previsión de que es el que mejor conserva los neumáticos. Y también con la aportación de Vettel, al que nada le asusta. Ni el hecho de que Alonso y Button le pisen los talones, ni saber que va más lento que sus perseguidores.

En Mónaco hay que arriesgarse mucho para adelantar: las vallas están muy cerca y la calle es estrecha. Lo intentó muchas veces Hamilton, creando situaciones conflictivas, que le costaron una sanción. Se tocó con Massa cuando quiso adelantarle, y le dejó fuera de la carrera. Después pasó a Schumacher de forma espectacular. Volvió a ser protagonista a falta de 10 vueltas, cuando tuvo que frenar para evitar un toque con Sutil, y Alguersuari se le empotró por detrás, causando el accidente también de Petrov. Al final estropeó la carrera de Maldonado y le echó de la carrera.

A Hamilton le costó aceptar su condición de segundón. Es un piloto agresivo que nunca se resigna y eso crea espectáculo pero también problemas. Sin embargo, no fue Hamilton quien decidió la carrera. La decidió Vettel, con su experiencia y su pilotaje, que le permite hacer cosas que no hacen los demás, ni siquiera con el mejor coche. Los resultados de Mark Webber lo demuestran. El título se le pone muy bien, pero no está aún decidido.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_