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Reportaje:Ofensiva contra la gran lacra del deporte

'El sánscrito de Eufemiano'

Los investigadores calculan que sólo se podrán probar plenamente las prácticas dopantes de una veintena de corredores

Carlos Arribas

De la cantidad ingente de fichas de deportistas halladas, de las etiquetas de las bolsas de sangre de los arcones, de las decenas de conversaciones telefónicas intervenidas, de las grabaciones de vídeo con las cámaras frente al portal 92 de la calle Zurbano, de las fotografías de deportistas acudiendo a los despachos de Merino Batres y Eufemiano Fuentes, de todo el material acumulado en tres meses de investigación de la Operación Puerto que permitió a la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil proceder a la detención de cinco personas el pasado martes, de todo ello sólo podrán salir plenamente identificados y comprometidos en el actual caso una veintena de deportistas como mucho, han admitido los investigadores.

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De ellos, unos diez figuran en el atestado que la Guardia Civil entregó ayer al juez en el que motivan con nombres propios las prácticas del detenido que ellos creen constitutivas de delito. La causa de la escasez de identificaciones plenas es lo que ya se conoce en la jerga del caso como el sánscrito de Eufemiano.

El mayor elemento de prueba no aclara gran cosa. Todas las bolsas que contienen glóbulos rojos de deportistas, refrigerados para conservarlos antes de que se los reinyecten en vísperas de días de gran esfuerzo, la conocida práctica de dopaje sanguíneo mediante autotransfusión, tienen etiquetas con nombres, números y letras que corresponden a una clave. Pero ni en el disco duro del ordenador del médico, ni en los papeles requisados, ni en ninguna otra parte se ha hallado un documento que permita descifrar las claves.

Todo se encuentra en la cabeza privilegiada de Eufemiano Fuentes, una persona extremadamente celosa de la identidad de sus clientes y muy cuidadosa en todos sus movimientos. Esa es, sin duda, una de las razones por las que ha llegado hasta aquí en boca de muchos, como perejil de tantas salsas, pero indemne.

"Que tenga todo el mundo por seguro que de su boca no saldrá ni un nombre", dicen fuentes cercanas a su defensa. "Entre otras cosas porque sabe que no ha cometido ningún delito, que sus clientes son personas mayores que han acudido a él libremente y que él es médico y puede prescribirles el tratamiento que crea más conveniente".

Pese a ello, los investigadores no se desaniman y con paciencia de cazadores de mariposas destejen milímetro a milímetro la tela de araña. Así, uno de los agentes de la UCO se dedica a llamar a diferentes ciclistas profesionales para preguntarles por los apodos que se dan dentro del pelotón y cotejarlos con los que figuran en algunas bolsas. Así, ayer pudieron desentrañar una decena más de acertijos que sumar a los otros diez que entregaron al juez.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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