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En la sequía, Xavi

Mal partido del Barça ante un Granada con nueve por las expulsiones de Romero y Benítez

El Barcelona compareció en Granada dispuesto a probarse a sí mismo después de quedarse a dos velas ante el Sevilla, algo extraño en un equipo al que habitualmente se le desparrama el gol. Se esperaba su reacción y muy especialmente la respuesta de Messi, que no tiene costumbre de vivir en secano pero que lleva ya tres partidos sin marcar. A la hora de la verdad, el Barça generó incluso menos oportunidades que contra Varas, pero, aunque no le pudo la ansiedad, solo superó como pudo, con sufrimiento, un lance aparentemente sencillo y que se le había puesto muy fácil. Messi, que no está fino ni en el regate ni en el remate, se quedó finalmente por tercera vez a cero. Esta vez bastó un gol de Xavi, de falta, para que el Barça saliera airoso de un encuentro que para los azulgrana empezó mejor de lo que terminó.

GRANADA, 0 - BARCELONA, 1

Granada: Roberto; Nyom, Íñigo López, Mainz, Siqueira; Dani Benítez, Mikel Rico, Fran Rico (Mollo, m. 78), Jaime Romero; Abel Gómez; y Uche (Geijo, m. 63). No utilizados: Julio César, Diakhaté, David Cortés, Moisés y Ribeiro.

Barcelona: Valdés; Alves, Mascherano, Abidal, Maxwell; Xavi (Keita, m. 83), Busquets, Cesc (Iniesta, m. 72); Pedro (Villa, m. 56), Messi y Cuenca. No utilizados: Pinto, Adriano, Fontàs y Thiago.

Goles: 0-1. M. 32. Xavi, de falta directa.

Árbitro: Muñiz Fernández. Expulsó a Jaime Romero (m. 53) y a Dani Benítez (m. 90), ambos por doble tarjeta amarilla, y amonestó a Uche, Alves, Busquets, Cuenca, Nyom y Keita.

Nuevo Los Cármenes: 22.000 espectadores.

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Se esperaban cambios en la alineación del Barça por eso del tute que lleva en sus piernas y hasta se dio por hecho que Xavi no jugaba. Pero Guardiola armó el esqueleto del equipo alrededor del talento de un futbolista al que no se le adivina fecha de caducidad. Repitieron Valdés, Alves, Mascherano y Abidal atrás, el capitán y Messi en punta como titulares, acompañándoles gente fresca tres días después de empatar a cero con el Sevilla. No se cortó el técnico. Metió mano al once y lo removió de manera rotunda. Cesc, Busquets, Pedro y Maxwell reemplazaron a Keita, Thiago, Iniesta y Adriano y, además, guardó a Villa en el ataque dando entrada a Cuenca en la banda izquierda. El canterano es un tipo delgaducho y descarado al que el Barça ha fichado tres veces y a quien Guardiola, sin Alexis ni Affelay, dio ayer la oportunidad de su vida en parte por eso, porque el chaval se lo ha ganado, y al tiempo porque sabía que le garantizaba desparpajo y posición. No se equivocó: el de Reus encaró siempre a Nyom sin achantarse un pelo.

No iba ni un minuto cuando Uche se ganó la primera tarjeta amarilla del partido por un pisotón a Mascherano en una vehemente demostración de que el Granada no pretendía regalar un centímetro al Barça. Pese al césped, muy alto, los azulgrana achantaron a los locales pase a pase y al cuarto de hora los muchachos de Fabri ya se habían metido en el área, arrinconados por el trantrán que marcaba Xavi. Dueño y señor del duelo, Xavi llevó el partido a su terreno con la colaboración de Cesc y Busquets. Juntos parecen jugar de memoria.

Lejos de mostrar ansiedad, el Barça seleccionó jugadas con paciencia buscando espacios entre las dos líneas de cuatro que tapaban el camino a Roberto. Iba media hora y desde el faro de Motril se intuía que el gol no tardaría en llegar al Nuevo Los Cármenes. Y a los 33 minutos Xavi clavó una falta por la escuadra y puso fin a la sequía azulgrana y el partido en franquía con una suerte que no paladeaba desde hace dos años, cuando batió a Diego López, portero del Villarreal.

Xavi es un jugador indispensable en este Barça. No solo ha jugado todos los partidos en lo que va de curso, sino que no ha jugado uno malo. Con el de ayer lleva 352 dando lecciones en la Liga -anoche superó los 351 encuentros de Migueli y entró en la historia del club definitivamente- y, además, tiene este año el gatillo fácil porque en los nueve partidos que lleva disputados, todos de titular, ha superado ya los tres goles que celebró el curso pasado. Con Puyol desaparecido en combate, el volante es una vez más la gran referencia.

Al Barça, sin embargo, se le apagaron las luces en el segundo tiempo con el marcador a favor. Se lesionó Pedro y a los azulgrana se le complicó el partido básicamente porque fueron incapaces de meter un gol contra 10 jugadores y, al final, contra nueve. Mainz negó el gol a Messi en la línea de meta cuando su remate ya había superado al portero. Al partido le pudo el ruido y ya se sabe que al Barça le van más los violines que las trompetas. Ni siquiera la aparición de Iniesta, mediado el segundo periodo, y el intervencionismo de Busquets le calmaron. Los azulgrana quedaron expuestos a cualquier error propio o a una jugada episódica del contrario, que muy bien pudo llegar en una acción de Geijo que el árbitro interpretó como fuera de juego cuando no lo era.

La cara de Guardiola reflejó perfectamente la tensión con la que el Barça aguantó el 0-1. El equipo pareció disminuido físicamente, atormentado por su esterilidad ofensiva, entregado a los rechaces de Abidal, a la buena lectura defensiva de Mascherano y a la confianza que transmite Valdés. Y así, soplando, dio por buena una victoria mínima igual que pasó en Gijón. Anoche le valió el gol de un jugador que no falla nunca: Xavi.

Xavi celebra su gol.
Xavi celebra su gol.MARCELO DEL POZO (Reuters)
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