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Reportaje:Natación

El submarino de Gainesville

Lochte, especialista en deslizarse bajo el agua, eclipsa a Phelps

Diego Torres

Los catedráticos de literatura americana llevan más de un siglo intentando descifrar el sentido de las palabras que pronuncia Stubb en Moby Dick: "Yo no sé todo lo que podrá pasar, pero, sea lo que quiera, iré hacia ello riendo".

La reencarnación de Stubb abandonó ayer Los Ángeles camino del desierto de Nevada. Es un chico blanco de 26 años de Gainesville (Florida, EE UU), pero habría preferido ser un pandillero negro. Sus ídolos son Lil Wayne, Snoop Dog, Ludacris y Kayne West. Se llama Ryan Lochte y no persigue una ballena blanca. Persigue desde hace años al mejor nadador de todos los tiempos, Michael Phelps. Allí donde tantos han fracasado, inhibidos, intimidados o humillados, él ha conservado esa sonrisa irreverente. Ese optimismo tan americano.

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"Definitivamente, los Campeonatos del Pacífico van a ser muy divertidos", dijo Lochte hace una semana sin una pizca de la ansiedad que caracteriza a muchos nadadores. Tenía motivos. Ayer terminó la competición de Irvine (California) con seis oros en el bolsillo. A la altura de Phelps.

Lochte se coronó como el héroe absoluto de la natación americana en una reunión que convoca principalmente a tres potencias: Estados Unidos, Australia y Japón. Unos mundiales a pequeña escala que sirvieron para medir la evolución de las marcas desde una perspectiva nueva: los últimos Panpacíficos se celebraron en 2006, exactamente un año antes de la aparición de los trajes de baño de poliuretano de cuerpo entero. Entre 2007 y 2009 los tiempos se recortaron artificialmente con el impulso de los monos impermeables. Los trajes fueron prohibidos en enero y Lochte se propuso demostrar que sus tiempos en los Mundiales de Roma del año pasado se sustentan en el talento: "Debo mostrar a la gente que no soy una mentira".

Lochte saturó su calendario a lo largo de los cuatro días de pruebas. Comenzó por imponerse al surcoreano Tae Hwan-park en los 200 metros libre (1m 45,30s), una carrera que no es su especialidad. Al día siguiente atacó uno de los bastiones de Phelps: los 400 estilos. Hizo el récord de los campeonatos: 4m 7,59s. Prácticamente, en solitario. Phelps, que dudaba si echarse al agua, dio un paso al costado. Consciente de que llegaba a la cita sin suficiente preparación, el nadador de Baltimore se concentró en las pruebas cortas y postergó el que será el duelo por excelencia de la natación mundial. Mientras tanto, Lochte acumuló carreras. Se tiró en la posta de anclaje del relevo de 4x200 libre y Estados Unidos obtuvo el récord de la competición: 7m 3,84s.

Al día siguiente, Lochte se echó al agua en los 200 espalda. La prueba le midió a dos rivales fabulosos: el japonés Ryosuke Irie y el estadounidense Tyler Clary. Fue una exhibición desde la salida. Una demostración prepotente de una de las habilidades más notables de Lochte: el nado subacuático.

Completamente estirado bajo el agua, con los brazos por detrás de la cabeza apuntando hacia la pared de la piscina, Lochte se propulsó a golpe de cadera, empleando su tronco como un látigo que hacía ondular las piernas unidas como si fueran la cola de un delfín. Lochte dio 10 patadas en la salida antes de emerger. Dio otras 10 en los 50 metros, otras 10 en los 100 y otras 10 en el último viraje. La energía que demanda esta técnica en apnea es tan grande que son muy pocos los nadadores que pasan de las cinco patadas en el primer viraje. Irie y Clary salieron a la superficie mientras Lochte permaneció ganándoles centímetros bajo el agua. Como un submarino. En cada vuelta les comió medio metro. Alcanzó la última pared en 1m 54,12s después de chocar contra una corchera. El accidente le impidió bajar de 54 segundos. Una hora después nadó el relevo de 4x100 libre. Los estadounidenses lograron otro récord de los campeonatos.

Ayer, Lochte puso el punto final a su participación con la que probablemente fuera su marca más prodigiosa: 1m 54,43s en 200 estilos. A solo cinco décimas de su récord mundial de 2009 embutido en el bañador prohibido. Por primera vez desde que coincidieron en las grandes citas, Phelps no fue el número uno del equipo.

"Estoy acabado", escribió Lochte en su twitter; "estoy acabado y este torneo interminable ha acabado conmigo. ¡Me voy de vacaciones a Las Vegas! ¡Yeah!".

Ryan Lochte, durante una de sus carreras triunfales en los Campeonatos del Pacífico.
Ryan Lochte, durante una de sus carreras triunfales en los Campeonatos del Pacífico.REUTERS

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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