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Crónica:TOUR 2009 | Segunda etapa
Crónica
Texto informativo con interpretación

Los sudorosos abrazos de Cavendish

El 'sprinter' inglés gana aprovechando una caída en la última curva

Carlos Arribas

Por sus pelos los conoceréis, debería decir la Biblia, al menos la del ciclismo. Del imponente Cancellara destacan las columnas dóricas, rotundas, de sus piernas, el friso en relieve, como un mostrador, de su trasero a lo Nadal -hasta se tira de la costura del culotte para desclavarla como suele hacer el tenista-, así todo el año, esté bien o mal, se arrastre en el Giro hasta el punto de no poder aguantar el ritmo del pelotón en un paso elevado de ferrocarril, o arrase en los tendidos puertos alpinos de su Suiza o en la cornisa mediterránea de Niza. Lo que le hace diferente, temible, lo que le permite recuperar el derecho a volver a usar el apodo de Espartaco, es su pelo. Las greñas descuidadas, el rostro con barba de varios días, de los tiempos malos, son ahora un corte cuidadito, unas mechas bien aplicadas, un cutis como el culito de un niño: no es de extrañar que se acompañen del maillot amarillo. A la espera de vestirlo un día de éstos, quizás el viernes en Andorra, Alberto Contador también anda con el pelito corto, cuidado. Antes de coger el avión para el Tour, su último acto, el último acto de muchos, después incluso de cerrar la maleta, fue visitar la peluquería. Hay esperanza con el de Pinto, pues (aunque Armstrong también cuida ese detalle: habrá que marcar la diferencia de otra manera, entonces).

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Óscar Freire, en cambio, mal afeitado, ni siquiera se acordaba de la última vez que fue a la peluquería. Si no fuera porque para el sprinter cántabro, tan único, no rigen las leyes que ahorman al resto del pelotón, este simple dato explicaría por qué para encontrar su nombre en la clasificación de la etapa, la del primer sprint, hubiera que llegar hasta la segunda columna del folio, hasta el puesto 53º. No podía ser sólo el pelo, debería haber algo más. Lo hubo.

Como es la costumbre en su equipo, el Columbia, que más parece una cofradía a veces a pesar de que sus colores cada vez recuerdan más a los del infausto Phonak -pero no les ocurre a los del Cervélo en negativo, blanco por negro, más parecido que otra cosa a un disfraz de vaca lechera-, Mark Cavendish se abrazó terminada la etapa -fácil victoria, más de una bicicleta al segundo: el joven de la isla de Man, barbilampiño y de mejillas sonrosadas, luce un corte bueno, aunque inglés- con todos los compañeros de equipo uno a uno -¡qué intercambio de sudores, Dios mío!-, con Hincapié y Renshaw, sus lanzadores finales, con Tony Martin, con Michael Rogers... Les agradecía su trabajo, se sorbía los mocos, les sonreía... Nadie, o muy pocos, duda que son muy buenos y lo hacen muy bien, pero ayer también debería haberle pegado un poco de su sudor a Koldo Fernández de Larrea, el sprinter vasco que tomó recta la última curva, organizó una pequeña caída, un desbarajuste, y le limpió la rueda de insidiosos a Cavendish. Unos cuantos, los que no cayeron, como Freire, como Boonen, como Rojas, se fueron por el desvío de coches. Sin rivales de su talla, fue coser y cantar para Cavendish.

Tampoco fue mucho más duro el tránsito provenzal para el resto del pelotón, al menos para los que no se cayeron, que sólo se quejaron del calor. A 56 grados quemaba el asfalto en la meta, donde la temperatura del aire era a las cinco de la tarde de 35 grados. Se quejó Cancellara, claro -"como soy más grande y tengo más motor", dijo el enorme suizo, "me cuesta más refrigerar"-, quien comparó la sensación térmica con la que padecía durante sus años de aprendiz en una panadería; se quejó Armstrong, quien soporta mal los excesivos sudores; sonrió Contador. "Sí, mucho calor", dijo el chico de Pinto, de piel negra y dura, los genes de campesinos extremeños. "Creo que he bebido cinco litros de agua, pero esto es el Tour. Suele hacer calor en julio, ¿no?". Ironizaron menos Igor Anton, que se cayó con Frank Schleck, atravesando la olorosa Grasse, y Koldo Fernández, quien no llegó a disputar el primer sprint de su primer Tour.

El Caisse d'Épargne, sin Valverde, marcha penúltimo en la clasificación por equipos. No es extraño. Falta Nicolas Portal, el corredor francés de baja por un problema cardiaco, una de cuyas mejores contribuciones al equipo es su buen manejo de la maquinilla de cortar el pelo.

Cavendish celebra ayer su victoria de etapa.
Cavendish celebra ayer su victoria de etapa.REUTERS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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