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Reportaje:

Un tío en América

Un multimillonario de México permite a Matxín seguir con la estructura del equipo ciclista Saunier Duval, que hoy reaparece en la Clásica de San Sebastián

Gracias a Abraham Lincoln, el antiguo Saunier Duval, equipo sacudido por la enésima descarga del dopaje en el último Tour de Francia, regresa hoy a la actividad con nueva denominación, Scott-American Beef. Scott es un fabricante de bicicletas, American Beef es un productor cárnico mexicano y Abraham Lincoln es, en efecto, el 16º presidente de Estados Unidos. Lo fue. Murió hace 140 años, pero una decisión suya impactará hoy en el Boulevard donostiarra, donde arranca la Clásica de San Sebastián.

Antes de ser asesinado, Lincoln nombró a Reuben W. Creel cónsul de Estados Unidos en el estado mexicano de Chihuahua. Echó raíces. Su hijo Enrique, doctor en leyes, fue embajador de México en Estados Unidos y gobernador de Chihuahua. Fundó el Banco Minero de Chihuahua -expropiado por Pancho Villa en la Revolución- y el Banco Central de México. Legó a sus descendientes un emporio económico-financiero-político que aún perdura. Uno de sus biznietos, Santiago Creel, preside hoy el Senado mexicano. Otro, Ricardo, posee una empresa que cada día produce un millón y medio de hamburguesas. American Beef se llama, y desde hoy dará también de comer a los corredores, mecánicos y masajistas del antiguo Saunier Duval.

"Ricardo es un enfermo del ciclismo", desvela Antonio Vaquerizas, de la federación española, representante de corredores y personaje angular en la trama. "Es el presidente de la Comisión Ciclista de Chihuahua. Sus tres hijos, Ricardo, Luis Enrique y Victoria, compiten. Dos estuvieron en el País Vasco, compitiendo con la Sociedad Ciclista Gernikesa, aprovechando unas vacaciones". Los chavales ganaron dos carreras.

Tanto adora Creel el ciclismo que en 2006 puso en marcha la Vuelta a Chihuahua y recurrió a Vaquerizas para reclutar equipos españoles. También invitó a una decena de periodistas, todo incluido, para que siguieran la carrera y en sus crónicas promocionaran la región. El año pasado, uno de los invitados fue el Saunier. "Conocí a Creel antes, en el Tour. Me lo presentó Vaquerizas y siguió en mi coche la etapa de Briançon", recuerda Josean Fernández Matxín, director del Saunier Duval. "En México", relata Matxín, "Creel nos invitó a su casa. Yo le dije: 'Menudo pedazo de campo de golf que tienes'. Y él me respondió: 'No, no, ése es el de la urbanización. El mío es ése', y señaló un campo de golf inmenso".

La etapa reina de la Vuelta a Chihuahua la conquistó Pakito Mancebo, del Relax, pero más ganó Matxín: la Vuelta a Chihuahua pasó a ser en 2008 su tercer patrocinador. Dotado de una visión comercial aguileña, Matxín se acordó de Creel, de su pasión, de su próspera empresa, cuando al diseñar el maillot para 2008 se topó con un hueco a cada hombro. Cedió aquel espacio a American Beef.

Creel dio un paso al frente cuando el positivo de Riccardo Riccó, el despido de Leonardo Piepoli y la retirada del patrocinio de Saunier Duval colocaron a Matxín y a 40 personas más al borde del paro. "Le llamé a México y le dije que esta vez sí necesitaba dinero. Sin entrar en detalles, sin hacerme preguntas, Creel me dijo que bien, que adelante, que ya hablaríamos de dinero en octubre, en Chihuahua, pero que estuviera tranquilo, que acabáramos el año, que él respondería", relata el técnico. Y en ésas anda el Scott-American Beef, que hoy echa a andar y que aspira a correr la Vuelta a España. "Riccó ha confesado que el equipo no tuvo nada que ver con su positivo, que lo hizo solo. Víctor Cordero (director general de la Vuelta) lo sabe, y sabe que otros equipos invitados están en la misma situación. Sería un atropello que no nos invitaran", avisa Matxín.

¿Qué pasa con Riccó? "Le denunciaremos", responde su director con frialdad. "Le denunciaremos por el gran daño que nos ha hecho, porque su positivo sirvió de excusa a Saunier Duval para anticipar su adiós al ciclismo", dice del ciclista que hace tres semanas era la niña de sus ojos. La EPO lo cambia todo.

Matxín posa en San Sebastián junto a sus nuevos colores.
Matxín posa en San Sebastián junto a sus nuevos colores.JESÚS URIARTE

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