Los 'ultras' ensucian de nuevo el fútbol
Una convención de 'hooligans' de distintos países se reúne en Viena, invade el campo y fuerza la suspensión durante media hora del partido que el Athletic ganó al Austria
La educada Viena, con un fútbol alejado de los estrellatos y las pasiones, fue la ciudad elegida por una convención de ultras de distintos países que aprovecharon el partido entre el Austria y el Athletic, del grupo L de la Liga Europa, para el primer acto público de su única intención: la violencia. Algo así como un entrenamiento que tuvo sus distintas fases.
Austriacos, italianos y búlgaros, especialmente, se habían concentrado en una de esas raras reuniones que utilizan el elemento deportivo para combinar la violencia con el ultraderechismo más recalcitrante. Todo parecía programado hasta concluir con una invasión del campo en el minuto 62 que obligó a paralizar el partido durante media hora tras advertirse las peores intenciones.
Sobre la identidad ideológica de los protagonistas no dejó ninguna duda una pancarta, bien legible, en la tribuna principal del Franz Horr Stadion, donde se leía Viva Franco, con el consiguiente aguilucho decorativo para más claridad. Nadie la retiró. La educada Viena no advirtió el asunto, como tampoco se preparó para lo que pudiera ocurrir cuando, tras el descanso, los ultras inundaron el recinto de bengalas, lo que obligó al primer parón del encuentro, que duró cuatro minutos, ante el humo irrespirable y la escasísima visibilidad existente en el terreno de juego.
Para entonces, el Athletic se había adelantado en el marcador con un gol de Llorente , que resolvió una jugada previa que contempló dos largueros de Yeste y San José. El tanto vino precedido de un fuera de juego de Javi Martínez que el juez de línea no advirtió. Nada se advertía ayer en Viena, quizás porque lo deportivo resultaba bastante accesorio en un país más de nieve que de fútbol. El Austria tenía lejanísimas posibilidades de clasificarse para la siguiente fase y el Athletic todas (le bastaba un empate en ese o en el siguiente partido, ante el Werder Bremen, en San Mamés).
El lanzamiento de bengalas fue el primer aviso y el primer coscorrón a las escasas previsiones policiales. El estallido llegó tras el segundo gol rojiblanco, con un magnífico disparo de San José.
Los ultras decidieron invadir el campo, sin prisas, empujando el frágil vallado y acoquinando a los vigilantes privados. Rompieron una puertecilla y se plantaron en el campo mientras los educados miembros de seguridad (uno se llevó un guantazo) les trataban de convencer, más que repeler, sin que apareciera la policía antidisturbios. Los jugadores del Athletic y el equipo arbitral pusieron pies en polvorosa hacia el vestuario mientras los ultras se les acercaban. Luego apareció la policía, que formó frente a la tribuna principal de la violencia. Habían pasado muchos minutos.
El partido parecía suspendido, pero se reanudó y el Athletic desarrolló entonces su mejor fútbol, corroborado con un tercer gol, obra de Llorente, como si nada hubiera pasado. "No tuvimos miedo", dijo Llorente, aunque en su tranquilidad influía el hecho de que creían que el partido no iba a reanudarse. En 2005, el hielo enfrentó al Athletic y el Austria en la Copa de la UEFA. Ayer se toparon con el fuego en el cuerpo de una convención de ultras.

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