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Reportaje:¿Y después qué?

Claves para una nueva etapa

El proceso se enfrenta a numerosos obstáculos y al recelo suscitado en parte de la opinión pública. El 'lehendakari' Patxi López dará el primer paso con una ronda de contactos políticos

Luis R. Aizpeolea

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el lehendakari del Ejecutivo vasco, Patxi López, han hecho un llamamiento a la calma, a no precipitar las cosas tras el anuncio de ETA de dejar definitivamente la violencia. Ambos están sometidos a una fuerte presión. Además del recelo natural de muchos ciudadanos, Zapatero, ya de salida de la Moncloa, se encuentra con una ofensiva en numerosos medios de comunicación de Madrid. Portavoces de asociaciones de víctimas y sectores de las Fuerzas de Seguridad tampoco se creen que ETA haya abandonado. Y por tanto, rechazarían cualquier gesto del Gobierno hacia la banda terrorista en este momento.

Si a esa presión se añade que el próximo 20 de noviembre se celebran las elecciones generales, en las que todas las encuestas señalan que ganará el PP, el margen de maniobra que le queda es muy estrecho para realizar cualquier movimiento. De hacerlo tendría que ser de acuerdo con Mariano Rajoy, que pondría muchas trabas antes del 20-N, porque la presión sobre él aún es mayor, ya que la oposición más dura a cualquier gesto procede de ámbitos radicales de la derecha. Por eso, el candidato socialista y exministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, señaló el jueves por la noche que será el próximo Gobierno el que tome la iniciativa.

Para superar la desconfianza de amplios sectores habrá que comprobar primero la voluntad clara de ETA
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A su vez, el lehendakari Patxi López está sometido a una presión de signo distinto. Tanto el PNV como Aralar y Bildu, la coalición de la izquierda abertzale, quieren movimientos rápidos para responder a la decisión de ETA de abandonar las armas definitivamente. Pero López, en línea también con el presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, está en una posición más próxima a la de Zapatero y Rubalcaba. Cree que es necesario que la opinión pública asimile lo sucedido y que se verifique la decisión de ETA antes de dar algún paso.

No obstante, ha sido Patxi López, de acuerdo con Zapatero y Rubalcaba, el que ha decidido tomar la iniciativa política con la convocatoria de una ronda de conversaciones con los partidos vascos, incluido Bildu, para la próxima semana. Tiene lógica que sea el Gobierno vasco el que lo haga y no el central, dada la proximidad de las elecciones generales y el clima mediático y político que se observa en Madrid. Por más que sea el Gobierno central el que tenga las competencias, por ejemplo, en materia penitenciaria.

Pero más allá del corto plazo, la decisión de ETA de abandonar las armas definitivamente abre una nueva etapa, que será muy larga. Primero habrá que comprobar la voluntad clara de ETA de abandonar la violencia, necesaria para que sectores reacios a admitir que las cosas han cambiado asimilen la veracidad de la decisión etarra. Estas son algunas claves del nuevo escenario.

Extorsión. Era la pieza básica de la supervivencia financiera de ETA. La banda terrorista anunció su eliminación el pasado enero, cuando declaró la tregua permanente y verificable. Las asociaciones empresariales vascas y navarra han confirmado que ETA no envía cartas de extorsión. Los dirigentes de la izquierda abertzale lo destacan como prueba de que la banda está abocada a su final.

Disolución. ETA ha anunciado el cese definitivo de la violencia, pero no su disolución. El Pacto de Ajuria Enea y los acuerdos de política antiterrorista de los partidos democráticos apostaban por esa fórmula para dar por bueno el final de la banda. Los líderes de la izquierda abertzale afirman que ETA se disolverá cuando sus presos terminen de salir de la cárcel. Su versión es que ETA solo se ocupará de eso y no mantendrá ninguna tutela respecto al proceso político.

Presos. Hay más de 700 presos de ETA. De ellos, más de 500 están repartidos entre diversas cárceles españolas y el resto se encuentran en prisiones francesas. Mercedes Gallizo, responsable de Instituciones Penitenciarias, dispone desde 2006 de un informe con todas las alternativas posibles. Las posibilidades son variadas: acercamientos de presos a las cárceles vascas; medidas favorables a reclusos preventivos y a enfermos. También hay posibilidades judiciales como la revisión de la aplicación de la llamada doctrina Parot, pendiente del Tribunal Constitucional, que dejaría en la calle a decenas de presos con muchos años de cárcel a la espalda. Todas estas medidas, previstas en la ley, necesitarían de un acuerdo político entre los principales partidos y se podrían aplicar de forma gradual, una vez confirmado el cese definitivo de ETA.

Víctimas del terrorismo. El papel que les asignan el lehendakari del Gobierno vasco y los principales partidos españoles y vascos es el de guardianes de la memoria. Serán los protagonistas del relato democrático de la historia del terrorismo vasco.

Mesa de partidos en Euskadi. Tanto el PSE como el PP la creen innecesaria. Consideran que una vez que la izquierda abertzale tenga representación en el Parlamento vasco, como ya la tiene en ayuntamientos y diputaciones, debe ser allí donde canalice sus reivindicaciones sin necesidad de montar foros al margen.

Convivencia y reconciliación. El lehendakari del Gobierno vasco presentó un plan de paz en el debate de política general en septiembre en el que abogó por la convivencia entre los vascos. El lehendakari plantea la convivencia como un objetivo posible. Considera que la reconciliación es un objetivo a más largo plazo.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, se saludan a la entrada de La Moncloa en una imagen de 2008.
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, se saludan a la entrada de La Moncloa en una imagen de 2008.BERNARDO PÉREZ

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