_
_
_
_
_
Reportaje:AUTOBIOGRAFÍA

El Solitario, sus robos y sus amantes

La autobiografía de Giménez Arbe revela cuándo y por qué se decidió a asaltar bancos durante 13 años

E l retrato que El Solitario hace de sí mismo bascula entre un donjuán libertino y un delincuente libertario. En el libro autobiográfico que acaba de publicar la editorial Txalaparta, Jaime Giménez Arbe, el atracador de bancos que se burló durante 13 años de las fuerzas de seguridad del Estado, dedica muchas páginas a narrar la pléyade de amantes que cayeron rendidas entre sus brazos: desde la frutal Margarita, una adolescente "rubia y guapa que vivía en la calle Virgen del Castañar" de Madrid, hasta la carnal Iris Roberta Martins, la brasileña a la que enamoró a través de un chat de Internet. Fue su última conquista antes de ser capturado, en julio de 2007, cuando iba a dar un nuevo golpe en Figueira da Foz (Portugal).

Se unió a unos corsos para robar en Francia. Cuando sus socios fueron detenidos, él empezó a atracar por su cuenta
Giménez Arbe cree haberse beneficiado de la tradicional rivalidad entre la Guardia Civil y la policía

El primer robo -la primera "expropiación", diría él- lo cometió en 1971, cuando sólo era un quinceañero. Junto con José Antonio Martín Gardoqui, que años después llegaría a ser batería del famoso grupo rockero Burning, desvalijó una tienda de la calle de Jorge Juan, frente a la Casa de la Moneda, y se apoderó de cuatro guitarras y un equipo de altavoces. Eso le costó varios meses de estancia en la prisión de Carabanchel.

Expulsado del Instituto Italiano de Madrid, Jaime se dedicó a corretear de un lado para otro, incluyendo viajes al extranjero. En uno de esos, en 1976, conoció en Estocolmo a la finlandesa Arja Viïsanen. "Era muy guapa y muy rubia, casi albina, y montaba una bicicleta de color verde", recuerda. Ella se convirtió en la primera y única esposa de Jaime Giménez Arbe, ya que jamás se casó con Anita Sharrock, la profesora británica que con el correr de los tiempos le daría dos hijos en Madrid y que acabaría abandonándole tras su detención.

"Un día, Arja me anunció que estaba embarazada. Iba a ser padre. Pero añadió que pertenecía a una familia finlandesa muy tradicional y que sus padres y hermanos no aceptarían de buen grado su condición de madre soltera, por lo que lo adecuado sería que nos casáramos. Me quedé anonadado. ¿Casarme yo? Yo amaba a Arja, formábamos una pareja estable y a mí no me disgustaba la idea de fundar una familia, pero el matrimonio no entraba dentro de mis planes inmediatos. Eso era entrar en el resbaladizo terreno de las responsabilidades. Finalmente, acepté su propuesta, y el 19 de junio de 1977 nos casamos en un juzgado de Estocolmo. (...) Tres meses después, ella empezó a sentirse mal. Una hemorragia repentina le había empapado la falda de sangre. Habíamos perdido a nuestro hijo".

Entre esporádicos trabajos de experto en aire acondicionado en Argelia, estancias en Estados Unidos y otros países, muchos años después se asoció con unos corsos anarquistas con los que perpetró numerosas "expropiaciones", hasta que varios de ellos fueron capturados. Eso obligó a suspender tales actividades en territorio francés. "Fue entonces", revela Giménez Arbe, "cuando decidí asaltar un banco yo solo y cuando nació la leyenda de El Solitario. Expropié aquel banco y luego otros, pero, salvo algunos hechos puntuales, no voy a dar detalles de las acciones, pues no quiero ayudar a la policía en sus investigaciones. Cuando esté en libertad y a salvo, quizá escriba otro libro en el que aclare esos y otros pormenores".

Aunque él no lo aclara, ese primer golpe tuvo que ser el realizado el 2 de mayo de 1994 en el Banco Exterior de España en Viveiro (Lugo), donde se apoderó de 5.600.000 pesetas y se llevó consigo el carné de identidad del cajero Ramón Marino Fernández Fernández. Durante el atraco, pegó un tiró intimidatorio, recogió el casquillo y gritó a los atemorizados empleados: "Ya os dirá la policía de qué calibre es".

La policía le imputa más de una treintena de asaltos bancarios en España. Uno de los pocos de los que da detalles es el que cometió el 10 de mayo de 1996 en la Caja de Ahorros de Badajoz en Zafra, donde, tras adueñarse de seis millones de pesetas, mantuvo con guardias civiles un tiroteo en el que resultó herido de un balazo en un brazo.

Ese mismo año fue cuando compró la famosa metralleta M-3, modelo A-1, del calibre 45ACP, "con la que ocho años más tarde Paul Cortichiato mataría a los guardias civiles en la localidad navarra de Castejón", según asegura El Solitario. Se refiere al asesinato de los agentes Juan Antonio Palmero y José Antonio Vidal, por los que él mismo está condenado por la Audiencia de Pamplona a 47 años de prisión al considerarle autor del doble crimen. Por eso, una vez más arremete contra los jueces que no creyeron su versión de que éste fue obra del tal Cortichiato. Hasta el punto de que jamás se ha hecho ninguna investigación para aclarar si se trata del mismo Cortichiato que el 19 de mayo de 2006 murió acribillado a tiros.

La autobiografía, editada por Iñaki Errazkin a partir de varios miles de folios manuscritos por El Solitario en su celda de la cárcel de Monsanto (Portugal), revela detalles sobre su personalidad. Por ejemplo, por qué se decidió a saquear bancos. "Una característica de los bancos que me irritaba y me irrita era la prepotente chulería con la que trataban y tratan a sus clientes. Como vampiros modernos, no se contentan con chupar la sangre de sus víctimas, dejándolas luego recuperarse para volver a sangrarlas, no. Quieren vaciarlas. Más que parásitos, son depredadores. A mi juicio, esta situación debía ser combatida".

Y en otro pasaje, tras ensalzar al coronel libio Muammar el Gaddafi, señala: "La libertad no se mendiga ni se nos tiene que conceder. Es nuestra, nos pertenece, y cuando se nos priva de ella, estamos obligados a luchar para recuperarla como sea. Es una cuestión de dignidad. Éstos fueron, en líneas generales, los motivos íntimos y personales que me llevaron a ser un insurgente contra el capitalismo. No fue el dinero en sí, como algunos adoradores del becerro de oro han querido hacer creer a la opinión pública para desprestigiar mi lucha revolucionaria. A mí no me ha interesado nunca el dinero".

Giménez Arbe revela las claves de su éxito en su particular guerra contra el Estado: el minucioso estudio del terreno y la situación del banco a asaltar, la preparación de las rutas de escape a través de caminos recónditos, saber elegir la hora más idónea para el robo ("la hora próxima al cierre es la mejor") y actuar disfrazado con barba, peluca y chaleco antibalas... Y, además de eso, afirma que se vio beneficiado por la tradicional rivalidad entre la Guardia Civil y la policía: "Los cuerpos policiales tienen la costumbre de no colaborar entre ellos".

El atracador José Giménez Arbe, <i>El Solitario</i>, posando para la ficha policial en Portugal.
El atracador José Giménez Arbe, El Solitario, posando para la ficha policial en Portugal.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_