Alemania y China prometen reactivar la demanda
Habrá que esperar muchos meses, cuando no años, para calibrar la eficacia del acuerdo alcanzado ayer por los países del G-20 para reactivar el crecimiento económico y generar empleo. Un balance que contrasta con la urgencia que se habían impuesto los propios dirigentes de los países ricos y emergentes ante la amenaza, cada vez más cierta, de una recesión en los países avanzados.
En el llamado Plan de Acción de Cannes, China, EE UU, Japón y Alemania incorporan propuestas para estimular el consumo privado y aumentar el nivel de inversión. "Es una respuesta creíble a la crisis", sostuvo el presidente francés, Nicolas Sarkozy. El plan, incluido en el comunicado final de la sexta cumbre del G-20, mezcla buenos propósitos, medidas ya anunciadas y algunas novedades.
Las aportaciones de EE UU y Japón son ya conocidas. El Gobierno estadounidense pone sobre la mesa su plan para reactivar el empleo, con medidas fiscales y nuevas obras públicas, que tiene muy difícil lograr el visto bueno del Congreso. Y Japón aporta su multimillonario plan de reconstrucción tras el terremoto de marzo.
Las principales novedades vienen de Berlín y Pekín. Alemania se compromete a "tomar medidas para incrementar su demanda interna". Pekín asume que debe "fortalecer las redes sociales, incrementar los ingresos de las familias y cambiar el patrón económico". El ministro de Comercio chino, Chen Deming, aventuró incluso que, en cinco años, las importaciones de China igualarían a las exportaciones. Medidas que serán "reforzadas" por el proceso "en marcha" que promueve una mayor "flexibilidad" en la cotización del yuan. A cambio, Pekín logra que se reconozca la opción de incorporar su divisa como moneda de reserva.
Comercio internacional
Las propuestas permitirán al resto del G-20 presionar a China y Alemania para que cumplan. Algo que puede acabar siendo útil para otros países en las negociaciones sobre comercio internacional o en la zona euro.
El comunicado incluye una mención a la posibilidad de que cada país decida aplicar una tasa a las transacciones financieras, y plantea que la Ronda de Doha logre, al menos, sacar adelante medidas comerciales que beneficien a los países más pobres. El resto de la agenda de la presidencia francesa quedó empequeñecido por los latigazos de la crisis financiera en Italia y Grecia. El presidente de EE UU, Barack Obama, puso el broche a la cumbre: "Ha sido un curso acelerado de política europea".