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'Argentina entró en suspensión de pagos desde que se quedó sin crédito'

Si alguien puede explicar la crisis argentina con una mirada abarcadora del problema, ése es el abogado, profesor universitario, periodista, historiador, economista y político Rodolfo Terragno, de 56 años. Terragno fue ministro de Obras Públicas del ex presidente Raúl Alfonsín y el primero en advertir los riesgos de la política económica del actual ministro de Economía, Domingo Cavallo, mientras ocupó el mismo cargo en el anterior Gobierno peronista de Carlos Menem y el primero en debatir públicamente con él. A fines de los noventa impulsó la fundación de la Alianza, la colación de la Unión Cívica Radical (UCR), su partido, con el peronismo disidente (Frepaso), que consagró a Fernando de la Rúa. Integró el actual Gobierno como jefe de gabinete y renunció diez meses más tarde, cuando también se marchó el vicepresidente Carlos Chacho Álvarez, a finales de 2000. El pasado octubre resultó electo senador por la Capital Federal en nombre de la misma Alianza en la que todavía cree.

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Pregunta. ¿Cómo explicaría la crisis argentina?

Respuesta. Hay una falacia que se repite. Se dice que Argentina debería ser un país muy rico, porque tiene una superabundancia de recursos naturales. Con ese criterio, Congo tendría que ser un país muy rico y Japón tendría que ser muy pobre. El desarrollo económico no depende de los recursos naturales, aunque es mejor tenerlos que no tenerlos. Depende de la inserción de la economía nacional en el mercado internacional. Argentina fue rica cuando alimentaba a los países industrializados que no se autoabastecían de alimentos. Argentina aprovechó, entre finales del siglo XIX y finales de la década de los años treinta del siglo XX, ese negocio. Cuando eso terminó, Argentina no se planteó qué venderle al mundo. Durante la Segunda Guerra Mundial tuvo una temporal resurrección del viejo negocio. En la posguerra adoptó un modelo de crecimiento sobre la base de proteger su mercado interno. Eso se agotó a finales de los cincuenta. Hubo un intento de poner en marcha una política de desarrollo económico fundada en las inversiones extranjeras y orientadas hacia la industria que fue abortada a principios de los sesenta; desde entonces hasta ahora, jamás, ningún Gobierno, ni la sociedad argentina en general, se planteó qué venderle al mundo. En los términos de Porter, ¿qué ventajas competitivas desarrollar? En los años noventa se planteó primero la necesidad de privatizar. Era indiscutible, porque las empresas argentinas, mucho más que las de cualquier otro país, se habían convertido en un hojaldre de ineficiencia y corrupción. Y se planteó también una política para estabilizar la moneda. Estas dos cosas tuvieron éxito. Pero no se aprovechó esa oportunidad ni los recursos para implementar una estrategia de desarrollo a medio y largo plazo. Al contrario, se creyó que habíamos encontrado la piedra filosofal. La idea dominante, desde hace una década, es que lo único que debe hacer el Estado es controlar ciertas variables macroeconómicas, porque todo lo demás viene por añadidura. Esta concepción neoliberal extrema produjo la crisis, de la cual hoy es difícil salir.

P. ¿En qué punto está esa crisis?

R. Si uno observa el gasto público, el déficit fiscal y la deuda de Argentina en relación con el PIB, el país está dentro de los límites de Maastricht. El problema es el servicio de la deuda. Porque se contrajo deuda de una manera criminal. Cada vez que la situación llegaba a un punto crítico, se hacía una negociación que en verdad aumentaba los intereses de la deuda. Hoy día estamos pagando un 15% por cada dólar que se debe. El problema está allí. Argentina tiene hoy la comprensión de la Secretaría del Tesoro de EE UU, también la de España y de economistas importantes. Pero aquí, quien maneja la economía defiende más sus intereses que los del país.

P. ¿Cómo se explica que Cavallo sea el superministro del Gobierno de una Alianza que lo veía como su peor enemigo?

R. No se explica que Cavallo esté allí. En el Ejecutivo no existe la Alianza, sino que gobierna Acción por la República, el partido de Cavallo. El presidente le ha entregado el manejo de la economía a un partido que en 1999 sacó el 10% de los votos, un partido minoritario repudiado por la mayoría de los argentinos. Creo que, tratando de interpretar al presidente, apostó por Cavallo, el economista argentino más conocido en el mundo y un hombre con una sólida formación y de gran capacidad de trabajo. Y creyó que iba a conseguir la confianza interna y externa y que iba a impulsar el crecimiento de la economía. Si eso ocurría él, De la Rúa, iba a verse justificado. Lamentablemente eso no ocurrió. Cuando Cavallo asumió la tasa de riesgo del país era de 886 puntos, hoy es superior a 4.000. La tasa de desempleo era del 16%, hoy es del 20%. Se ha profundizado la recesión, el Estado cada vez recauda menos. Cuando asumió Cavallo se dijo que iban a venir capitales, lo que ha ocurrido es que hoy Argentina tiene cerrado todo el crédito externo. Además se le han rebajado las remuneraciones a los jubilados y a los empleados públicos, se han suspendido pagos a proveedores y se han reducido los fondos para las provincias. Yo no sé qué más hace falta para que el presidente advierta que ésta es una política equivocada.

P. Si, como se asegura en los ambientes políticos, la gestión de Cavallo está agotada, ¿podría alcanzar con su reemplazo para modificar el estado de las cosas o ya no hay otra posibilidad que ajustarse al programa que impone el FMI?

R. No hay que transferirle la responsabilidad al FMI. Como ex miembro del Gobierno, he visto cómo se le pedía al FMI que exigiera cosas que no exigía. Se le pedía desde aquí para que apareciera como una imposición externa. El Fondo ha cometido muchos errores, no sólo en Argentina; no comparto su política. No se puede, por ejemplo, imponer el equilibrio fiscal a través de la subida de impuestos, que va contra la reactivación de la economía.

P. ¿Qué se puede hacer?

R. Lo primero que se puede hacer es plantear una reestructuración seria de la deuda, no como la que hizo Cavallo, que consistió en emitir un nuevo bono de deuda con un tipo de interés del 7%.

P. ¿Argentina suspenderá pagos?

R. Argentina entró en suspensión de pagos cuando hace cuatro meses se quedó sin crédito internacional, porque sus gastos superaban a los ingresos y no tiene cómo afrontar esa diferencia.

P. ¿Es posible que otro ministro y otro equipo económico pueda resolver la situación con un presidente políticamente tan débil como De la Rúa?

R. Yo creo que es al revés. El presidente llegó al poder con el 50% de los votos. Hace 22 meses tenía el 70% de imagen positiva. Hoy día tiene menos de un 10% de imagen favorable. Y se ha quedado sin apoyo, no por faltas personales, sino por la política económica. No hay ningún acuerdo político con el que pueda recuperar su imagen si la política económica no cambia.

P. ¿Es necesario un pacto con la oposición peronista, que controla 14 de las 23 provincias y el Congreso, para elaborar una nueva política económica?

R. Pacto, ¿para qué? En verdad estamos así gracias a un pacto tácito que hubo. Porque durante mucho tiempo todos los sectores coincidieron en que lo único que se podía hacer era esta política económica. Durante los dos primeros años se hizo todo lo que quiso el Ejecutivo, a pesar de que la oposición controlaba el Parlamento y la mayoría de las provincias. Porque la idea dominante era ésa, que Argentina necesitaba severos ajustes fiscales como una precondición para crecer. Y se llegó incluso al extremo de otorgarle poderes extraordinarios al Ejecutivo. Cavallo puede sancionar leyes subrogando al Parlamento. Así es que la causa de este problema no ha sido la desunión, y la solución tampoco puede ser una unión bobalicona. ¿Qué sentido tiene que distintos grupos políticos firmen un documento a favor de la felicidad humana? El Gobierno tiene que gobernar.

P. ¿De la Rúa es capaz de eso?

R. Bueno, yo creo que los hechos tienen que haberle demostrado que, por supervivencia política, debe cambiar.

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