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La UE retira su denuncia contra Bangemann tras pactar un plazo a su entrada en Telefónica

Xavier Vidal-Folch

Martin Bangemann -el Ronaldo de las telecomunicaciones como le bautizó el presidente de Telefónica, Juan Villalonga- podrá acceder al consejo de esa compañía, pero no antes de julio de 2000, y deberá observar otra carencia -dos años y medio en total- antes de poder actuar como gestor privado ante las instituciones europeas. Ésta es la decisión adoptada ayer por los Quince, por la que se admiten las últimas propuestas del excomisario. Ambas partes retiran sus acciones ante el Tribunal de Luxemburgo. Bangemann no perderá así su derecho a pensión.

La decisión fue acordada ayer en el Coreper (Comité de Representantes Permanentes, los embajadores de los Quince ante la Unión Europea) y pasó como "punto A" -en principio, sin discusión- al Consejo de Ministros de Pesca que se celebró anoche. Así acaba el más aireado y polémico caso de incompatibilidad suscitado por un miembro de la Comisión. Por esta decisión, en realidad, los Gobiernos de la Unión vienen a considerar aceptables las últimas propuestas del excomisario responsable de Telecomunicaciones en la Comisión de Jacques Santer, formuladas en carta del pasado día 10, para reencauzar el asunto. Estos compromisos son tres:

1.Bangemann no accederá al Consejo de Administración de Telefónica ni aceptará otro empleo en esa compañía o en otro operador de telecomunicaciones hasta el 1 de julio del año 2000, lo que significa una carencia de un año. Se trata de una promesa fácilmente comprobable.

2.El exlíder liberal alemán garantiza que no ejercerá tareas de representación de ninguna compañía (Telefónica incluida) ante las instituciones europeas hasta el 31 de diciembre de 2001, lo que supone una carencia o cuarentena de dos años y medio. Esta condición, de comprobación menos automática -nadie controla el teléfono-, es sin embargo bastante vinculante, porque al conocerse obligará a los funcionarios, que preferirán evitar contactos con un personaje bajo vigilancia para evitarse problemas.

3.Bangemann se compromete a "continuar salvaguardando, con carácter permanente, cualquier información confidencial" a la que hubiera accedido en su calidad de comisario. Se trata de una cláusula que obliga moralmente y que no hace sino recoger una disposición del Tratado de la Unión.

Los Quince "toman nota" de estos compromisos, y, al considerarlos suficientes, se comprometen a retirar la denuncia que presentaron ante el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, con sede en Luxemburgo, contra Bangemann. En ella solicitaban la privación del derecho a pensión del excomisario, única sanción económica que se le pudo proponer legalmente al considerarse que violaba el deber de "discreción" impuesto a los altos cargos "en cuanto a la aceptación, una vez terminado su mandato, de determinadas funciones o beneficios".

Eso sí, la retirada de la denuncia se condiciona a que, simultáneamente, Bangemann retire el recurso que planteó contra el Consejo argumentando que éste había adoptado la apertura del procedimiento judicial contra él sin haber sido previamente escuchado, es decir, cometiendo una infracción contra sus derechos.

El caso Bangemann, que ahora se cierra, tuvo una resonancia especial porque su contratación se produjo cuando todavía era miembro de la Comisión, aunque ésta ya hubiera dimitido, y porque surgió en un momento de gran sensibilidad política respecto de la limpieza de las instituciones.

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