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La crisis financiera

El BCE frena el acoso sobre España e Italia

La prima española cae 80 puntos en el mayor descenso en una jornada

La intervención del Banco Central Europeo (BCE) en los mercados secundarios, tras la confusa comparecencia de su presidente, Jean-Claude Trichet el pasado jueves, logró disipar ayer las presiones sobre España e Italia y que bajaran drásticamente los intereses de la deuda de ambos países. Después de anunciar en la madrugada que el BCE ampliaba su programa de compra de bonos para incluir a ambos, el tipo de interés de sus bonos a 10 años cayeron por debajo del 6%: 5,1% en el caso español y 5,3% en el de Italia.

La acción del BCE fue efectiva. La prima de riesgo española (el sobrecoste que piden los inversores al bono a 10 años respecto al alemán) registró su mayor caída en una jornada desde la creación del euro al pasar de los 370 puntos básicos del viernes a los 289,43 puntos de ayer. La prima italiana, por su parte, cayó 71,39 puntos y se situó en 302,60, todavía por encima de la española.

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Fue el resultado de la maratoniana ronda de negociaciones telefónicas que el BCE mantuvo con los jefes de los 17 bancos centrales del euro durante el domingo y que acabó con la intervención de la autoridad monetaria, comprando bonos de España e Italia, en un intento de poner techo a la escalada.

Aunque no hay cifras oficiales, se estima que el BCE sacó ayer del mercado deuda española e italiana por valor de unos 5.000 millones de euros. La medida, aplicada por primera vez en los dos casos, contuvo la sangría y la deuda tampoco se vio afectada por el mal clima de las Bolsas, que acusaron la rebaja de la calificación de riesgo de Estados Unidos. Desde mayo de 2010, el BCE había comprado deuda de Grecia, Portugal e Irlanda por valor de unos 74.000 millones de euros.

Pese al éxito de ayer, el plan es controvertido porque contraviene los intereses de los países con economías saneadas. Según diversas fuentes, el jefe del Banco Central alemán (Bundesbank) Jens Weidmann se opuso a la operación. En Alemania creen que la medida supone, de hecho, una transgresión de los Tratados de la Unión Monetaria. Según estos críticos, el BCE está traspasando los límites de su mandato, haciendo política fiscal y no monetaria.

Weidmann no está solo en su escepticismo. El BCE argumenta que la compra de bonos solo intenta subsanar dificultades monetarias, pero lo cierto es que la operación facilita la financiación de los países con malos balances de cuentas. Es decir, que supone una subvención indirecta de España e Italia, abaratando su deuda con dinero de otros.

Mientras la canciller de Alemania Angela Merkel y el presidente francés Nicolas Sarkozy daban el domingo por la noche su bendición a la compra de bonos, en los despachos del Bundesbank rechinaban los dientes. Consideran allí que el BCE cede ante las presiones políticas y se mete en los mercados cuando no es su función. Los críticos alemanes, holandeses o austriacos afean al BCE que, si la apuesta realizada ahora por España e Italia va mal, estará financiando a los países mal gestionados con dinero de los contribuyentes del norte. Además, temen que el desembolso se financie imprimiendo más dinero, lo que podría impulsar la inflación en los países centroeuropeos.

Merkel conoce las críticas y lo mucho que se está jugando con ellas. A nadie le gusta que la inflación se coma sus ahorros. Menos aún, si entienden que se debe a la mala gestión política en otros países. La incomodidad de las bancadas liberales de CDU, CSU y FDP aumenta, mientras la oposición socialdemócrata propone que se fortalezca el compromiso europeo con claridad. Algunos liberales sugieren ya la ruptura de la Unión Monetaria. Merkel, entre estos dos fuegos, parece anhelar que todos queden contentos. Los que creen que esto es imposible le piden que tome una dirección clara cuanto antes: más integración y sacrificio alemán para salvar el euro, o sacrificio del euro para evitar más riesgos y desastres. Lo que sea, pero ya.

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