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Reportaje:

Basilea II, la reforma que viene

El acuerdo mundial, cuya entrada en vigor está prevista para 2006, responde a la nueva realidad del negocio bancario

Bancos y cajas se preparan para una profunda reforma de los métodos de cálculo que utilizan para cuantificar sus riesgos. El Acuerdo del Comité de Supervisión Bancaria (Basilea II), en el que participan los reguladores de los países industrializados, y cuya entrada en vigor está prevista para fines de 2006, es la respuesta que se quiere dar a la nueva realidad en que se desenvuelve el negocio bancario.

El pacto está enfocado a la banca internacional, pero sus principios serán de aplicación general; en EE UU sólo lo será para los bancos más grandes
El acuerdo mantiene el objetivo básico de un coeficiente mínimo de solvencia del 8% para las entidades bancarias ante posibles fallidos
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Las reticencias estadounidenses

La volatilidad de los mercados por las crisis regionales de Latinoamérica, Asia o Rusia; la quiebra de bancos como el histórico Barings, de instituciones de inversión de alto riesgo como Long Term Capital Hedge Fund o de conglomerados empresariales como WorldCom, Enron o Parmalat, que han sacado a la luz el juego de relaciones con grandes bancos comerciales y otras instituciones financieras, han demostrado que el entorno para el que se redactó el anterior acuerdo, Basilea I (1988), de gran sencillez técnica y plasmado en cuatro folios, ha sido superado.

En Basilea II que, entre otras cosas, será recordada por su complejidad técnica ("un oscuro documento plagado de incomprensibles fórmulas matemáticas", en opinión del diario Financial Times), se mantiene el objetivo básico de un coeficiente mínimo de solvencia del 8% como garantía ante posibles fallidos, pero lo más innovador es que modifica la definición de activos ponderados por su nivel de riesgo, es decir, los métodos empleados para medir los riesgos a que se enfrentan los bancos. Según algunos expertos, se trata de "la reforma más importante del sector bancario en una generación", porque, a diferencia del anterior acuerdo, permite a las entidades financieras dotadas de los adecuados sistemas de gestión de riesgos hacer un uso más eficiente del capital.

Control interno

Estas herramientas, cuya elección por las entidades dependerá de la idoneidad que estime el supervisor, ofrecen diferentes enfoques de control interno, dependiendo de los sistemas empleados. Un reciente ejercicio teórico del Banco de Pagos Internacionales (BIS, en sus siglas en inglés) sobre el impacto teórico del acuerdo en España, demuestra que, en general, los dos métodos más sofisticados de control interno de riesgo (IRB, siglas en inglés de internal rating-based) implican menores exigencias de capital regulatorio, mientras que en el enfoque estándar, similar al modelo de Basilea I, aumentan. No obstante, tanto los riesgos soberanos como los de participaciones accionariales son más penalizados por aquéllos.

La idea subyacente es que no todas las entidades gestionan igual el riesgo y el capital, y esta constatación se ha querido recoger en el nuevo acuerdo, para premiar con menor consumo de recursos propios a quien demuestre calibrar mejor su exposición de riesgo, siempre bajo el escrutinio ex ante del supervisor, que deberá avalar la idoneidad y precisión de los controles empleados.

Por ejemplo, en España los mayores bancos tienen una rentabilidad sobre recursos propios (ROE), que oscila entre el 14% y el 26%, con un coeficiente de solvencia, según criterios del BIS, de entre el 11% y el 12%, es decir, hay casos que presentan una rentabilidad del capital superior, con unos niveles de exigencia del mismo similares, si no inferiores, a los de los demás competidores. "El objetivo no debe ser conseguir más recursos propios para cubrir cualquier nivel de riesgos, sino controlar éstos para reducir el consumo de aquéllos, de forma que los necesarios excedentes que deberán existir puedan dedicarse a nuevas actividades", señala un experto.

Estos excedentes de capital pueden ser enormemente útiles, por ejemplo, en un escenario mundial en que se pronostican importantes operaciones de fusión y compras dentro del sector financiero en los próximos cinco años. Según los expertos, el nuevo acuerdo no estimula per se las fusiones si no se dan razones económicas que las justifiquen, pero pueden darse situaciones dispares de capitalización por las que, por ejemplo, un banco escaso de capital "pueda fijarse en otro que sea excedentario. Éste sería un caso de un target (objetivo) por exceso de capital", dice un técnico del BBVA.

La principal crítica hacia Basilea I es su "menor sensibilidad al riesgo", que, al seguir un modelo muy rígido para fijar la ponderación de los riesgos -crediticio y de mercado- sobre el capital, imposibilita la discriminación cualitativa de éstos en función de los controles internos de cada entidad. Así, dos empresas con rating diferentes (calificaciones de calidad crediticia) consumen la misma cantidad de recursos propios o, en sentido contrario, una empresa con triple A (máxima calificación) consume tres veces más que un banco del área OCDE con menor calificación.

"El acuerdo vigente se queda corto al no discriminar correctamente la calidad crediticia, y no incluir el riesgo operativo, que es el derivado de fallos de procesos, personal, sistemas internos o de shocks externos", afirma Enrique Sánchez del Villar, de Grupo Analistas. Según algunos cálculos, el riesgo crediticio de la banca universal concentra el 60% del total; el operacional, el 15%, y el de mercado y de liquidez, el resto.

Basilea II está enfocado hacia la banca internacional, pero sus principios serán de aplicación general, aunque en Estados Unidos sólo lo será para los bancos más grandes, y otros países, como China e India, han preferido de momento quedarse al margen.

La fase actual de las negociaciones del acuerdo es probablemente la más difícil y delicada desde que se iniciaran en 1999, lo que está exigiendo al actual presidente del Comité de Supervisión (desde mayo pasado), el gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, explotar al máximo las habilidades que se le atribuyen de hombre de consenso.

Avances en Madrid

La reunión del Comité de Supervisión, celebrada en Madrid en octubre de 2003, permitió salir del punto muerto en que se encontraban las negociaciones al lograr avances en algunas cuestiones clave, como el tratamiento de las pérdidas esperadas e inesperadas que inquietaban a los bancos estadounidenses por sus cuantiosas carteras de tarjetas de crédito, y de las titulizaciones de activos, susceptibles de ser utilizadas para realizar arbitraje de capital.

Son muchos los expertos, instituciones y asociaciones de la industria financiera que se muestran críticos con la actual redacción del acuerdo por su sesgo procíclico, es decir, en épocas de expansión económica favorece la liquidez, pero la reduce cuando la actividad se contrae, de manera que sectores como las pymes, muy sensibles al ciclo económico y también muy dependientes de la financiación bancaria, podrían ser las primeras víctimas de Basilea II. Pero su gran peso en la economía de Alemania hace pensar que se llegará a un compromiso.

El tratamiento penalizador que recibe la diversificación de riesgos de las entidades con dimensión internacional gravita sobre Basilea II. Éstas argumentan que repartir los riesgos entre áreas geográficas de desigual nivel de desarrollo debería premiarse con menores requerimientos de capital. Es un punto de vista compartido por los expertos, que sostienen que el acuerdo sobrevalora el riesgo de los bancos internacionales con los países en desarrollo y les desincentiva a prestarles dinero porque los métodos de medición previstos exigen información de la que carecen incluso los mayores bancos.

"La combinación de estos factores es probable que cause un excesivo incremento de requerimientos de capital regulatorio sobre los préstamos a las economías en desarrollo, con el riesgo de que se reduzcan significativamente, y que los que se concedan se encarezcan. Ello se opone al objetivo de los gobiernos del G-10 de estimular los flujos financieros privados a los países en desarrollo para favorecer su crecimiento económico", afirma un estudio elaborado por varios expertos de la Universidad británica de Sussex.

"Es una necesidad dar una solución al tratamiento de la diversificación. Hay una voluntad de cambiarlo y de atender las demandas, porque afecta no sólo a todos los grandes bancos, sino también a los de los países emergentes", afirman fuentes del BBVA, grupo cuyos activos en Latinoamérica representan el 27% de su balance consolidado.

Otmar Issing, consejero del BCE, y Jaime Caruana, gobernador del Banco de España.
Otmar Issing, consejero del BCE, y Jaime Caruana, gobernador del Banco de España.EFE

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