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Columna
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Desmemoria de un banquero

Xavier Vidal-Folch

Hasta los grandes libros de memorias, como los de Churchill o De Gaulle, albergan exculpaciones autoembellecedoras y atribuyen fallos propios a terceros. Pero contienen datos, conversaciones y hechos relevantes o inéditos. El lector sabe descontar la autodefensa y procesar el relato, porque es de parte. Es la regla de esas lecturas.

El segundo y flamante tomo de las memorias del ex presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, Temps de construïr, acarrea kilos de comprensible vindicación propia. Y de victimismo. Apenas datos. Y pocas explicaciones imbatibles. Al menos en los capítulos sobre la crisis de Banca Catalana, que él fundó y de la que fue primer accionista.

Sostiene Pujol que la suya "era una entidad sólida". Obvia que el grupo Catalana exhibía en 1982 un déficit patrimonial o agujero de más de 661 millones de euros (según los gestores), de 677 millones ( Price Waterhouse) o de 797 (según el Fondo de Garantía). Se apoya sólo en que el presidente del Vizcaya, Pedro Toledo, le dijo en 1988 que había hecho un buen negocio comprando su banca. Et pour cause. La adquirió limpia. Para sanear el grupo se habían aportado ya 340.000 millones de pesetas (2.043 millones de euros) de fondos públicos.

Sostiene Pujol que Banca Catalana era "sólida": hubo que sanearla con 340.000 millones de pesetas

Yerra Pujol hasta en secuencias básicas. Escribe que el nuevo consejo (notables empresarios y parte de la vieja guardia pujoliana), que intentó sin éxito salvar el banco tras la deficiente gestión del fundador, se nombró en septiembre de 1982. Fue en julio, y no es un detalle porque en ese lapso pasaron muchas cosas. Yerra en decir que la nueva dirección fue "impuesta por el Banco de España". La pactó, ay desmemoria, él mismo con el banco emisor y los nuevos gestores, gracias a la mediación de un íntimo suyo, gran empresario y mejor persona, Antoni Forrellad. Se jubiló a la vieja guardia, eso sí, en septiembre.

Sostiene Pujol que la causa del fiasco no fue el agujero, sino una "campaña agresiva" de EL PAÍS contra el banco entre 1980 y 1982. Pero ¿por qué cooptó enseguida al autor de las crónicas, Alfons Quintà, como director general de TV3, su proyecto estrella en la Generalitat? Le absuelve arguyendo que "la campaña no fue iniciativa" de éste, "sino del diario". ¿Eligió pues a un tonto? La verdad se la puede contar su cuñado y colega en el banco, el historiador Francesc Cabana, que la conoce: el autor de los textos los decidió por sí. Acierta en cambio ensalzando a Cabana, gente seria.

Alega Pujol, aportando poco más que sospechas, que una "mano política" quiso "destruirme", mediante la querella que le afectó en 1984. Acusa: tampoco la fiscalía actuó por propia iniciativa; siguió el timón de algún ministro socialista. Pregunte a los propios fiscales y a los periodistas judiciales de la época. Le confirmarán, con datos, lo contrario. O lea el único libro independiente sobre el caso: Más que un banco, más que una crisis (Baiges/González/Reixach, Plaza y Janés, páginas 226 a 233).

Acierta Pujol al registrar que hubo "muchos bancos en dificultades" (más de 50), pero yerra al considerar agravio comparativo el que "ninguno fue objeto de querellas": de 1977 hasta hoy, un mínimo de 25 consejeros de banco han sido condenados a prisión. Yerra también al decir que la querella les "acusaba de haber pagado extratipos [tipos de interés a los depositantes superiores a los legales] a través de la caja negra del banco, y de tener autocartera". No es así. Se les acusó de usar la Caja B para desviar dinero del banco y adquirir acciones para sí. El auto judicial, 33 votos favorables y 8 contrarios, les exoneró de apropiación indebida y falsedad mercantil, y elogió la Caja B como "admisible" y "eficaz".

Desazona Pujol al mostrar "gratitud" a su abogado, Joan Piqué Vidal, por sus buenas "gestiones" en el caso. ¿Cuáles? Explíquelas y tranquilice a todos. Porque inquieta Piqué, un tipo que contrató como socios de despacho a los dos primeros jueces condenados por cohecho, García Lavernia y Lorenzo Penalva. Cumple hoy condena, también por cohecho, cometido en otro caso. En compañía de su cómplice el ex juez Luis Pascual Estivill, que se aupó al Poder Judicial a propuesta de Convergència. Y de Javier de la Rosa, al que Pujol glorificó como "empresario ejemplar". ¿Habrá que esperar al tercer tomo de memorias?

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