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La crisis del euro

Draghi reclama un gran pacto fiscal en Europa

El presidente del instituto emisor advierte de que los riesgos de recesión han vuelto a aumentar, se alinea con Berlín y abre la puerta a nuevas medidas si se refuerza la gobernanza económica

Los riesgos de recesión que se ciernen sobre la economía europea han vuelto a aumentar en los últimos meses, según ha alertado hoy el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, en una comparecencia ante el Parlamento. En su discurso, Draghi se ha alineado con las tesis de Berlín al reclamar un gran pacto fiscal en Europa y ha condicionado nuevas medidas a que los líderes europeos refuercen la gobernanza económica de la eurozona.

La advertencia sobre una recaída, que ha tenido un impacto a la baja inmediato en la cotización del euro -aunque luego se ha dado la vuelta- y ha afectado a la deuda -que prorroga la mejora de los días anteriores-, refuerza la hipótesis que en estos momentos cada vez está más presente entre analistas e inversores de que el instituto emisor del euro tomará nuevas medidas la semana que viene.

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Estos posibles movimientos, que principalmente pasan por un nuevo recorte en los tipos de interés de la eurozona desde el 1,25%, tendrían como objetivo sacar a la eurozona del atolladero en el que le han dejado la crisis de deuda y la creciente desconfianza en su sector financiero. En el abanico de opciones con las que cuenta la autoridad monetaria del euro también se incluye la posibilidad de modificar la barra libre de liquidez que el BCE ha puesto a disposición de la banca para alargar el plazo de los préstamos baratos que concede a las entidades a tres años. De este lado, la intervención conjunta decidida ayer por los seis principales bancos centrales internacionales ha sido interpretada por los expertos como un primer paso para futuras actuaciones.

Draghi se estrenó como presidente del BCE a principios de noviembre con una bajada por sorpresa de los tipos de interés en un cuarto de punto ya ahora se especula con que podría seguir abaratando el precio del dinero en otro 0,25% hasta el 1% con vistas a insuflar crédito a la economía y reducir los riesgos de recesión.

Draghi ha subrayado que estaba hablando en el período previo a la reunión del BCE y que nada de lo dicho debía interpretarse en términos de futuras decisiones políticas. Sin embargo, muchos inversores han interpretado sus comentarios como un incremento de las posibilidades de un recorte de tipos. "Estos comentarios se abren las posibilidades de un recorte de tipos", ha dicho Jeremy Stretch, jefe de estrategia cambiaria de CIBC World Markets.

Durante su intervención, el economista italiano ha puesto el énfasis en que el mandato principal de este organismo, que es el de controlar la inflación, discurre en los dos sentidos: el más obvio que es atajar las subidas de precios por encima del objetivo ideal del 2% pero también el de evitar las caídas o los periodos de deflación que suelen ir de la mano de una contracción económica.

No obstante, el propio Draghi ha reconocido que la actuación del BCE contra la crisis "solo puede ser ilimitada", ya que para construir el cortafuegos que sea realmente eficaz contra la crisis se requiere de "un nuevo pacto fiscal" entre los Ejecutivos europeos, lo que equivale a "una reafirmación de la esencia de las reglas fiscales y de los compromisos fiscales que los Gobiernos de la eurozona han hecho". Según ha explicado, las "intervenciones (del BCE) sólo pueden ser limitadas. Los Gobiernos deben individual y colectivamente restaurar su credibilidad frente a los mercados financieros", ha resaltado.

En opinión del instituto emisor, pero también del Gobierno de Berlín, esta afirmación redunda en la teoría de que, aunque el lenguaje que entiende el mercado es el del dinero -en este caso el de más dinero para garantizar la supervivencia del euro-, la pelota está en el tejado de la clase política.

Los dirigentes europeos afrontan días cruciales de aquí al 9 de diciembre para lograr un acuerdo que permita poner en marcha a medio plazo un Gobierno económico común. Según defiende Bruselas, sin esta integración fiscal -que incluye sanciones automáticas para los incumplidores, supervisión previa de los presupuestos nacionales y una vigilancia estricta de su ejecución-, el euro y la Unión Monetaria no alcanzarán la consistencia necesaria para resistir a los ataques de los especuladores, que en el fondo no hacen sino atacar los puntos débiles de la eurozona en busca del beneficio propio.

El presidente del BCE ha admitido que se han realizado "progresos notables", como la aprobación del nuevo sistema de sanciones para los países con déficits excesivos, pero "sus efectos positivos sobre la crediblidad de las políticas fiscales de los Gobiernos todavía no son visibles". De momento, ha añadido, tampoco han tenido fruto en atajar la creciente desconfianza de los inversores los relevos en algunos de los países más expuestos a la crisis como Grecia e Italia, donde se ha sustituido a los Ejecutivos elegidos por las urnas por técnicos vinculados al sector financiero, y España, donde Mariano Rajoy tomará las riendas del país en unas semanas.

"Un nuevo pacto fiscal sería la señal más importante de los Gobiernos de la eurozona de que se embarcan en una profundización global de su integración económica. Presentaría una trayectoria clara sobre la evolución futura de la eurozona y modelaría las expectativas", ha sostenido el presidente del BCE. Si para ello, tal y como defienden el Gobierno alemán de Angela Merkel y el francés de Nicolas Sarkozy hay que reformar los Tratados, proceso largo y complejo y no exento de riesgos, que se haga. "No hay que descartar cambios", ha defendido Draghi, pero también ha sostenido que "se pueden concebir procesos más rápidos". Y tiempo es lo que, tal y como admitió el presidente de la Comisión euoropea, José Manuel Durão Barroso, en la presentación hace una semana de sus propuestas para una gobernanza común, "hoy por hoy no tenemos".

El presidente del BCE se ajusta las gafas durante un momento de su intervención ante el Parlamento europeo.
El presidente del BCE se ajusta las gafas durante un momento de su intervención ante el Parlamento europeo.THIERRY CHARLIER (AFP)

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