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El nuevo panorama energético

EDF agita el avispero eléctrico

El interés de Francia reabre la ordenación del sector energético español

Un monstruo energético mira hacia España. Électricité de France (EDF), la compañía eléctrica más grande de Europa por capitalización, controlada por el Estado francés (86%), quiere comerse una perita en dulce: Iberdrola. De momento, es una intención. Ni hay oferta, ni hay compra de acciones reconocida. Sucede como en el boxeo de sombra o el toreo de salón. Hay amagos sin consecuencias directas, aunque sí indirectas. El interés de EDF por Iberdrola, aireado en lo peor del desplome bursátil (24 y 30 de enero), tras la cumbre hispano-francesa, disparó el valor de los títulos de la eléctrica y reabrió el melón de una nueva reorganización en el sector energético. Ha sido como meter un palo en un avispero.

El más beneficiado por la especulación sobre Iberdrola ha sido ACS
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El mayor beneficiado por las especulaciones sobre Iberdrola ha sido su principal accionista, la constructora ACS -propietaria también de Unión Fenosa-. ACS controla de forma directa e indirecta un 12,2% del capital y tiene comprometidos 3.350 millones en la compañía. Su participación directa está financiada en un 85% con préstamos bancarios garantizados con las propias acciones y, por debajo del precio de compra (9,1 euros), debe aportar fondos adicionales como garantía. Por ello, no es extraño que el alivio que la subida bursátil supuso para la constructora se haya considerado la prueba de que fue ACS y su presidente, Florentino Pérez, quienes airearon el interés francés, precipitando un plan pensado para después de las elecciones del 9 de marzo.

A Pérez se le atribuye el diseño de un plan, más o menos conocido en los aledaños de La Moncloa, que consistiría, básicamente, en dar entrada a EDF en Iberdrola, desbancar a su actual presidente, crear una empresa energética nacional a partir de activos de Iberdrola y Fenosa (sin descartar a Gas Natural, controlada por Repsol y La Caixa) y facilitar, de paso, la entrada en el mercado español de nuevos competidores como EDF.

El ex presidente del Real Madrid, que controla también Fenosa desde 2005 sólo admite que mantiene su idea de siempre: procurar la fusión de Fenosa e Iberdrola. Enfrentado a Ignacio Sánchez Galán, que le ha negado el paso al consejo de Iberdrola por ser un competidor directo en el negocio eléctrico, Pérez ha reconocido que ha mantenido contactos diversos para buscar una salida a su encajonamiento . Pero sin llegar a acuerdos. De momento.

En este contexto, EDF tiene a su favor dos factores. Uno, la grieta accionarial en Iberdrola. Y dos, la doctrina comunitaria, impulsora de la libre circulación de capitales y empresas al margen de su carácter público o privado. Por decirlo rápido, formalmente el Ejecutivo español no tiene armas para oponerse a un raid hostil sobre la segunda eléctrica española. Ni la famosa disposición Rato (para impedír la compra de más de un 3% de empresas energéticas por compañías extranjeras con participación pública), ni la función 14 de la CNE, para supervisar empresas con actividades reguladas, son ya armas válidas. Bruselas las cuestiona y han quedado superadas por las operaciones sobre Hidrocantábrico (EDP) y sobre Endesa (Acciona-Enel).

Todo eso lo sabe EDF, cuya electricidad procede en un 85% de las 19 centrales nucleares que opera en Francia. EDF necesita ampliar mercado y complementar su cesta de generación con energías renovables. Iberdrola es el objetivo perfecto. Por sus posiciones en Reino Unido (Scottish Power), EE UU (Energy East) y Latinoamérica (Méjico, Perú) y por su fortaleza en energías renovables.

En contra de sus planes, y además del precio (Iberdrola vale en Bolsa más de 50.000 millones)EDF tiene el recelo del Gobierno, escocido por la batalla de más de dos años librada en torno a Endesa y la resistencia de un ejecutivo coriáceo, Ignacio Sánchez Galán. Éste, tras jubilar sin ruido a los últimos representantes del siglo de historia de Iberdrola ha sabido atar apoyos regionales y locales, a través de las cajas de ahorros, que le dan el control de más del 30% del capital. Y ese control es un obstáculo importante. Por si fuera poco, a la pelea por Iberdrola podría unirse la alemana E.ON, según publicó ayer The Times

Con los actores indentificados, el Gobierno tiene dos opciones. Anticiparse y pilotar la reordenación global del sector o adoptar un perfil bajo y esperar acontecimientos. La primera opción, reconocen fuentes gubernamentales, es difícil. Supondría, en un esquema ya analizado, crear un campeón energético nacional a partir de Iberdrola, Fenosa y Gas Natural, manteniendo los activos en el exterior y dando paso a otro actor extranjero, por ejemplo EDF, con la venta de algunos activos en España. El centro de decisión de ese campeón nacional seguiría estando en España. El problema es que al frente de las empresas afectadas hay primeros espadas (Florentino Pérez por ACS-Fenosa, Ignacio Sánchez Galán por Iberdrola y Antonio Brufau por Repsol-Gas Natural), que no están dispuestos a ser guiados.

Por ello, el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, parece haber optado por esperar. Porque podría ser peor. Por ejemplo, podría ser una empresa extranjera privada la que agitara el sector. Al fin y al cabo, el Gobierno francés es el que manda en EDF. Y entre Gobiernos hay margen.

Rodríguez Zapatero (izquierda) y Sarkozy firman los acuerdos alcanzados en la cumbre hispano-francesa el 10 enero pasado en París
Rodríguez Zapatero (izquierda) y Sarkozy firman los acuerdos alcanzados en la cumbre hispano-francesa el 10 enero pasado en ParísEFE

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