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Oportunismo y referencia política

El autor critica el intento de utilización política de los simpatizantes de la Unión General de Trabajadores por parte del Partido Comunista de España en Ias próximas elecciones legislativas y destaca la desorientación de este partido ante la evolución de sus tradicionales referencias ideológicas.

El progresivo enfrentamiento de la Unión General de Trabajadores (UGT) con el Gobierno socialista está creando una cierta confusión en cientos de miles de trabajadores que asumieron la necesidad de un proyecto político progresista basado en la confluencia de objetivos finales entre el sindicato y el partido, pese a las discrepancias coyunturales o estratégicas que se pudieran suscitar, sobre todo cuando el partido accede al Gobierno.Los enfrentamientos inevitables ante una política económica dura, pragmática y con insuficiente cobertura social han ido deslizando a la UGT hacia un paulatino abandono de su histórica referencia política, que es la que puede cohesionar los intereses concretos de los trabajadores con los más generales de la sociedad.

Es difícil aceptar, por muchas experiencias europeas que se puedan manipular, que un sindicato de clase no tenga una nítida referencia política, pese a la pluralidad de sus afiliados. La realidad demuestra que no existe un solo sindicato, excepto la CFDT francesa, de los que se entienden mayoritarios, que no mantenga estrechas conexiones con partidos políticos también mayoritarios.

Ese deslizamiento se ha acentuado en virtud de unos pactos con Comisiones Obreras (CC OO) que van más allá de la unidad de acción, por el aliento interesado de determinadas fuerzas políticas y, de alguna forma, por las fricciones y resentimientos que han originado las diferencias de estrategia y los incumplimientos de pactos con la UGT o promesas de índole personal.

En los últimos meses, mientras los miembros del Gobierno y los dirigentes del PSOE han dejado de lanzar los furibundos e injustificados ataques a los sindicatos, especialmente a la UGT, que caracterizaron los meses cercanos al 14-D, la UGT y CC OO parecen competir en la rapidez por descalificar todas cuantas medidas realiza o propone el Gobierno.

El vértigo de los acontecimientos y la mayor crispación que produce la permanente confrontación nos ha impedido una reflexión serena y participativa de la realidad de una situación preocupante.

La UGT corre el riesgo de hacer seguidismo a la política de confrontación sistemática de CC OO que hemos venido criticando durante años, contribuyendo a dar un excesivo tinte catastrofista a la situación socioeconómica que ha sido patrimonio de la derecha reaccionaria y cuya falta de credibilidad ha resultado evidente.

No parece extraño que ante este panorama algunas fuerzas políticas pretendan aprovecharse para sacar tajada electoral.

Durante la campaña para las elecciones al Parlamento Europeo, el PCE, de cuya dirección forman parte los máximos líderes de CC OO, se lanzó a una ofensiva oportunista para convertirse en referencia política de los electores y militantes de la UGT.

Alternativas de UGT

La utilización de vídeos en los espacios televisivos de manifestaciones donde aparecían centenares de banderas y pancartas de la UGT; las descaradas peticiones M voto ugetista en los mítines de Izquierda Unida y las continuas alusiones por parte de Julio Anguita a Pablo Iglesias, en lugar de a Stalin, a Lenin o a Marx, constituyeron un escandaloso ejercicio de oportunismo, con escaso éxito en los resultados electorales, lo que llevó a Anguita a declarar, con enojo mal disimulado: "La UGT se encuentra frente a un triple problema: o se queda como un sindicato de referencia política, o crea un partido político, o se dedica a plantear la guerra en el seno del PSOE, pero lo que está claro es que no puede seguir muchos meses sin definición".

La convocatoria de elecciones legislativas ha reactivado el proyecto comunista de luchar, no por un programa de gobierno alternativo, que no lo tiene, sino por el más estrecho objetivo de hacer perder la mayoría absoluta al PSOE, tomando como base al desgaste producido por una descalificación sistemática.

La resolución del Comité Confederal de UGT, justificada coyunturalmente, de no apoyar ninguna opción política, sin propugnar la abstención, se convierte en una incitación a determinadas fuerzas políticas, sobre todo al PCE, en su pretensión de incorporar el voto ugetista a su estrategia política de futuro.

Antes de pedir el voto de los ugetistas, el señor Anguita debería recordar cuál ha sido la actitud de los comunistas con respecto a los ugetistas en los últimos años.

Cualquier diferencia táctica o estratégica de UGT con respecto a CC OO OO era contestada con acusaciones y descalificaciones por parte de los miembros del PCE en la dirección de Comisiones Obreras y con insultos y agresiones en las empresas.

Las acusaciones de "traidores a la clase trabajadora" y de "vendidos al capitalismo" no eran las más graves que sufrían a diario los militantes de la UGT, que tuvieron que soportar incluso agresiones físicas pocos días antes de que CC OO aceptara en la negociación sectorial o empresarial lo que consideraba "negativo" en la concertación nacional.

Parece preciso exigir algo más que la simple entrega del voto como rechazo-reflejo a una política social que no nos gusta.

Modelos comunistas

Y ese algo más ha de estar fundamentado en las posibilidades reales de que el PCE vaya a gobernar; qué programa va a desarrollar, cuáles son las alternativas y su capacidad para llevarlas a efecto, y sobre todo qué modelo se va a seguir de los puestos en práctica en los distintos países comunistas.

Cuando se critica la política del PSOE siempre se hace en comparación con la situación en los países europeos, donde han existido largos períodos de Gobiernos socialdemócratas y en los que, con los defectos y carencias que se quiera, se ha alcanzado un período de progreso en el nivel de vida y la protección social de los trabajadores que desde luego no se corresponde con la situación española.

Por ello, cuando el PCE nos invita a votarle hay que repasar las experiencias vividas durante más de 50 años en los países donde el comunismo se ha aplicado en sus distintas variantes.

El resultado de ese análisis, aunque sea superficial, es desolador.

Los intentos de justificar la ausencia de libertades políticas, sindicales y ciudadanas; la represión sistemática ante cualquier signo de cambio y el adoctrinamiento en aras de un sistema político solidario, eficaz e igualitario, se han desmoronado.

El fracaso del comunismo abarca a todos los ámbitos de lo que se prometía. La situación económica ha conducido a la marginación y a la pobreza a amplias masas de población en Polonia, en la Unión Soviética, en Bulgaria y en Rumanía; la corrupción ha llegado hasta la cima de los máximos dirigentes del comunismo chino y cubano; el problema nacionalista, en cuanto existe un ápice de libertad, ha de ser aplastado por el Ejército de la URSS; las demandas de democratización y libertad son resueltas en China por medio de matanzas de estudiantes y eliminando a sus dirigentes, con un tiro en la nuca.

Por último, las masivas fugas de alemanes orientales, abandonando familiares, trabajo y hogar, y los resultados electorales en Polonia o en la URSS, en cuanto puedan hacerlo con un mínimo de libertad, evidencia qué tipo de situación se padece en los países comunistas.

Por todo ello parece lógico que para cambiar nuestra referencia política con un mínimo de garantías e información sobre lo que nos espera si el PCE logra el poder es necesario saber cuál de esos modelos es el que se implantaría en España.

Sus manifestaciones televisivas, señor Anguita, de que si estuviera en la URSS votaría a Gorbachov y si estuviera en Cuba a Fidel Castro, no parecen clarificar nuestras dudas.

Sin esa clarificación, la mayoría de los afiliados y electores de UGT, y no pocos de CC OO, van a hacer oídos sordos a su requerimiento.

De cualquier forma, gracias.

es militante de UGT y ex secretario general de la federación de banca.

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