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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Bolsa y economía

El alza bursátil de las acciones ha sido importante en los meses transcurridos del año actual y constituye, quizá, la única nota positiva en un panorama económico desalentador en prácticamente todos los frentes; no es extraño, pues, que los ministros económicos hayan destacado la progresión de las cotizaciones como una excelente noticia que anticipa tiempos de prosperidad. Se considera obvio que la Bolsa es un termómetro de la economía que adelanta o descuenta , cambios en la situación económica del país. La relación entre la evolución de las cotizaciones y la marcha de la economía constituye el objetivo de este artículo.El esquema básico que se acepta normalmente es el siguiente: la valoración de los títulos depende de las esperanzas de los inversores que, a su vez, se establecen en función de las expectativas de beneficios de las empresas cotizadas; si las cotizaciones suben, esto es una muestra de que la fina sensibilidad de la comunidad inversora ha detectado una mejora de la situación futura de las empresas, que no es sino el reflejo de la revitalización del clima económico general. Por otra parte, un mercado secundario en alza potencia las emisiones facilitando las posibilidades de captación de recursos financieros a largo plazo y favoreciendo la disposición inversora de las empresas. Por último, se considera que la progresión de las cotizaciones influye en el clima general de expectativas, así como en las decisiones de ahorro-gasto de la comunidad. En conjunto, el alza bursátil es anticipo de mejores tiempos, tanto por razones reales (aumento de las posibilidades de financiación de las empresas) como por razones psicológicas (influencia sobre las expectativas y decisiones, de los agentes económicos).

Algunas matizaciones

Un examen en profundidad de la validez del esquema esbozado, para el caso concreto de nuestro país, requeriría más espacio del disponible, por lo que me limitaré a algunas matizaciones que considero importantes. Como aclaración previa a las reflexiones que siguen, es preciso destacar que la valoración de las acciones se relaciona con los beneficios empresariales de una forma un tanto vaga e imprecisa. Esto es así porque los inversores tratan en cada instante de evaluar unos rendimientos futuros y, por tanto, inciertos, no tanto de las empresas, sino del propio mercado; por otra parte, las decisiones de inversión se establecen en relación a las posibilidades que ofrezcan otros activos. Si lo que se afirma es que el inversor ganará más si elige empresas bien gestionadas en sectores de futuro, que si opta por otras que no reúnan estas condiciones, esto es cierto en el largo plazo, pero no tiene por qué serlo en el corto, ni aun en el medio plazo. Dicho de otra forma: es perfectamente posible que el inversor obtenga excelentes resultados en empresas con pérdidas y de dudosa viabilidad, como lo es que sufra cuantiosos quebrantos en otras con beneficios saneados y horizontes despejados.

Aclarado esto, la primera cuestión a matizar es la siguiente: admitamos que la comunidad bursátil tiene olfato para anticipar el futuro y ha detectado que las empresas cotizadas en Bolsa tienen expectativas favorables de rentabilidad; pero esto no tiene por que ser necesariamente consecuencia de la mejora de la situación económica general, ya que para ello sería preciso que estas empresas fueran representativas de la estructura productiva del país, y es evidente que en nuestro caso concreto no es así. Baste sólo indicar al respecto que los bancos, eléctricas y teléfonos suponen más del 70% del valor total de las acciones cotizadas, y que las empresas especificamente industriales no llegan al 10%. Así pues, es perfectamente posible, como sucede en nuestro país, que las empresas cotizadas sean rentables, tengan expectativas favorables y que la situación económica global sea preocupante.

Alza bursátil y empresas

El segundo punto es si el alza bursátil favorece la financiación de las empresas, y casi queda contestado si se obtienen las consecuencias de lo apuntado anteriormente. Efectivamente, favorece, en principio, la captación de fondos propios por parte del sector bancario (que no los necesita), y mejora levemente las condiciones de emisión de eléctricas y Telefónica que, en cualquier caso, tienen garantizados los recursos por una u otra vía. Sin embargo, quienes seguirán sin poderse financiar a través del mercado son las empresas industriales, y los datos disponibles muestran que el alza espectacular de la Bolsa no se ha traducido en incrementos de emisiones para estas empresas.

La tercera cuestión es que la baja de la Bolsa en el período 1974-1979 y el alza del año actual no han sido respuestas a resultados desfavorables y favorables de las empresas, ya que el núcleo básico del mercado (bancos y servicios públicos) no ha dejado de mejorar sus beneficios a una tasa bastante estable. Quienes han sufrido la crisis han sido las empresas industriales que apenas tienen significación bursátil. Lo que ha sucedido es que los beneficios crecientes del conjunto de las empresas cotizadas se juzgaban desde una óptica de deterioro del clima económico general, con incertidumbre política y en relación a un proceso de elevación de tipos de interés en activos alternativos. También resulta claro que no podía mantenerse de forma indefinida una evolución negativa de las cotizaciones, y positiva de los resultados empresariales.

Si se aceptan los puntos anteriores, parece que el alza bursátil ofrece escaso apoyo para afirmar que anticipa una evolución positiva de la economía. Nos quedan, sin embargo, los aspectos psicológicos que afecten a la predisposición inversora y que tendrán influencia en la medida en que los empresarios crean en la lucidez anticipadora del mercado. Esto no puede evaluarse, pero mucho me temo que la posible mejora del clima general que pudiera otorgarse a la subida bursátil se enfrente con una realidad concreta, directa y palpable que deja poco resquicio al optimismo. En conclusión, es lógico que los responsables de nuestra economía, que son conscientes de la necesidad de elevar la moral moral, insistan en el alza como un signo de cambio. Pero, en mi opinión, la mejora de las cotizaciones se explica por una situación específica del propio mercado financiero y de las empresas que en él cotizan, y esta problemática poco tiene que ver con la estructura productiva del país.

Antonio Torrero Mañas es catedrático de Estructura Económica de la Universidad de Málaga.

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