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CHRISTINE LAGARDE | Ministra francesa de Economía | Cambios en la arquitectura económica mundial

Ejemplar y con perfil anglosajón

Antonio Jiménez Barca

En su inmenso despacho del complejo de aliento futurista de Bercy, con una vista del Sena algo portuaria, Christine Lagarde tiene una pared llena de dibujos de humoristas políticos que se refieren a ella, enmarcados cuidadosamente. Asegura que es una manera de entender las críticas. Lagarde, nacida en París en 1956, ministra de Economía, Finanzas e Industria de Francia y la dirigente con más posibilidades de suceder a Dominique Strauss-Kahn al frente del Fondo Monetario Internacional es alta, elegante, amable y, por lo general, muy tranquila. Para apoyar su candidatura presenta, además del apoyo en bloque de Europa, un currículum casi inmaculado al frente de las finanzas francesas y un recorrido vital muy poco común entre los miembros de un Gobierno francés.

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No es una dirigente política profesional y posee una impronta liberal-anglosajona que compensa, a ojos de los estadounidenses, su origen francés y europeo. Tras estudiar derecho e inglés, entró a trabajar en el inmenso despacho de abogados estadounidense Baker & McKenzie. Subió los peldaños de la firma uno a uno hasta llegar a lo más alto. Cuando llevaba 10 años viviendo en Chicago, en 2005, recibió la llamada de Dominique de Villepin para hacerse con la cartera de Comercio Exterior. Después, en 2007, Nicolas Sarkozy y François Fillon la eligieron como ministra de Economía. Los comienzos fueron algo difíciles y la experimentada abogada comercial de aliento estadounidense e inglés exquisito, amiga (al principio) de soltar ocurrencias, tropezó con las complejidades infinitas de la vida política francesa. Ante la subida de los precios del petróleo, recomendó, medio en serio medio en broma, que se utilizara más la bicicleta. Sufrió un aluvión de críticas y comenzó a clavar dibujitos en la pared del despacho.

Poco a poco se aferró al timón. La brutalidad de la crisis económica le dio la oportunidad de su vida. En noviembre de 2009, el Financial Times la eligió como la mejor ministra de Economía de Europa. "Es la estrella de los ministros de Economía (...). Las medidas presupuestarias adoptadas rápidamente por el Gobierno francés han sido importantes para evitar una recesión más profunda. A esto hay que añadir su estatura internacional".

Hace menos de un mes se convirtió en el titular de Economía que más tiempo seguido lleva en el cargo en la V República, un récord de continuidad, estabilidad y eficacia que hasta ahora mantenía el socialista Pierre Bérégovoy. Y eso que en la última renovación importante del Gobierno, en otoño de 2010, su nombre y su figura ascendente saltaba de un hipotético cargo a otro: ministra de Asuntos Exteriores, primera ministra...

Al final, Sarkozy decidió seguir teniendo al frente del difícil timón económico a la fiable Lagarde para que supervisara (hasta ahora con éxito) la presidencia francesa en 2011 del G-20 y el G-8.

Solo un asunto algo turbio ha oscurecido últimamente su rutilante carrera de ministra ejemplar. Un fiscal francés va a investigar su actuación en un viejo y tortuoso asunto relacionado con el polémico exministro y empresario Bernard Tapie. Un grupo de diputados socialistas acusan a Lagarde de abuso de autoridad y de haber actuado en beneficio del exministro. Ella lo niega. Hasta hace una semana, el episodio hacía algo de ruido mediático y empañaba la acrisolada imagen de Lagarde. Ahora, con la que está cayendo desde la detención de Strauss-Kahn acusado de abusar de una empleada de la limpieza en un hotel de lujo, el caso Tapie se antoja una minucia disculpable para la posible nueva directora gerente del FMI.

SCIAMMARELLA

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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