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La crisis de la moneda única se agrava

Europa siente el vértigo del abismo

La cada vez más probable quiebra de Grecia hace temer un efecto dominó - España adopta medidas 'in extremis' convencida de que el riesgo de intervención es real

El euro no funciona. No debería existir tal y como fue concebido. Para algunos países habría sido mejor no adoptarlo, pero ahora ya no hay marcha atrás porque el abandono de la unión monetaria sería increíblemente costoso para todos los miembros del club. Es la conclusión a la que ha llegado esta semana el banco UBS. Pero no todos los expertos están de acuerdo. Algunos creen que a Grecia no le queda otra alternativa que suspender el pago de su deuda, salir del euro y decretar una devaluación brutal de su recobrada moneda nacional para salvarse de una larguísima recesión. Una vez fuera del euro, solo quedaría un paso para el corralito.

Mientras, en el resto de Europa cunde el temor a un contagio de la enfermedad griega que en principio afectaría a Irlanda y Portugal, pero que inmediatamente apuntaría a dos piezas de caza mayor: España e Italia, capaces de hacer temblar los cimientos de todo el proyecto europeo. En Madrid, la preocupación es extrema. Tras alcanzar en agosto un nivel de riesgo insoportable -418 puntos de diferencial respecto a lo que paga Alemania por su deuda-, España se salvó del desastre gracias a la intervención urgente del BCE. Pero lo que hizo entonces Jean-Claude Trichet fue tan solo ganar tiempo. Y las cosas desde entonces han ido a peor.

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La reestructuración de deuda griega -expresión que los economistas suelen usar para evitar la temida palabra quiebra- ya se da como una posibilidad prácticamente segura. Esta semana circulaban rumores de que a Atenas le quedan pocos días para rendirse y admitir lo inevitable. Hasta tal punto, que el Gobierno alemán se apresuró a decir el viernes que se está preparando para apoyar al sector financiero de su país en caso de que Grecia entre en default o suspensión de pagos. Un portavoz gubernamental avanzó que el plan de emergencia incluye medidas para compensar a bancos y aseguradoras, que se enfrentan a unas pérdidas del 50% de sus activos en deuda helena. "Grecia está en el filo de la navaja", había dicho un día antes el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, en una reunión con diputados a puerta cerrada.

"Estamos al borde del desastre, sí. Pero por lo menos los líderes europeos deberían tener las ambulancias preparadas para lograr que la recesión que va a llegar sea lo más corta posible", dice el catedrático de la Universidad de Granada Santiago Carbó. Esas "ambulancias" a las que se refiere Carbó se resumen en un plan de capitalización de la banca europea. Lo mismo que pidió la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, que cifró en 200.000 millones de euros la inyección que requiere el sector financiero. Lagarde desmintió ayer esta cantidad y dijo que solo se trata de "una cifra provisional". No obstante, aquellas declaraciones le valieron las críticas de, entre otros, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso.

Pero, a la vista de los acontecimientos, ese plan es necesario. "Tiene que estar listo en el preciso instante en el que Grecia anuncie el default. Una espera de días podría ser fatal. Hay que evitar que pase como en el Titanic, que el agua llegara a todo el barco. Ya no estamos ante un problema de la banca española o italiana, sino de Europa. Nos jugamos la quiebra del sistema financiero", continúa Carbó, que considera imprescindible la cesión de soberanía para intensificar la coordinación de la política económica y la implicación del G-20. "Esto trasciende las fronteras de Europa", concluye.

Este verano ha sido el de la constatación de que ahora ya sí va en serio. Hasta entonces, políticos y analistas veían la intervención de España como una posibilidad remota. Pero la situación ha cambiado. Tras los problemas de julio para acordar el segundo plan de rescate a Grecia; las turbulencias de agosto que dispararon la prima de riesgo italiana y española y derrumbaron las Bolsas; y el temor de estos días a una nueva recesión se palpa el vértigo. La vicepresidenta Elena Salgado ha descartado por enésima vez que España vaya a ser intervenida, pero el secretario general de CC OO, Ignacio Fernández Toxo, contó que el presidente del Gobierno le había dicho en agosto que el país estaba al borde del rescate. Un día más tarde, el sindicalista matizó que la expresión de Zapatero no había sido "rescate", sino "situación delicada".

A principios de semana se reunieron en el Banco de España decenas de entidades -bancos, cajas, fondos de inversión, aseguradoras- para estudiar las pérdidas que les ocasionaría la quiebra griega. En realidad, esta posibilidad abriría un boquete relativamente pequeño en las entidades españolas, que solo tienen 800 millones en deuda helena. Pero las réplicas del terremoto serían imprevisibles. Después podría caer Portugal, donde España concentra un tercio de la exposición de la banca, en torno a 75.000 millones. Y después, el abismo.

Si aquí las cosas están mal, en Italia casi peor. Su deuda pública supera ya el 120% del PIB -frente al 63% español- y los vencimientos a los que Roma tiene que hacer frente en los próximos meses casi triplican los del Tesoro español. Pero, ¿sería posible rescatar a economías de tanto peso? ¿Supondría la ruptura de la unión monetaria? A la primera pregunta, Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros, responde que no es imaginable un mecanismo de auxilio para España similar al de Grecia. "En cambio, sí avanza un proceso que ya hemos visto: la limitación de la capacidad de maniobra del Gobierno", asegura. El cambio urgente de la Constitución para consagrar la disciplina fiscal, en contra de la opinión que hasta entonces mantenía el propio Gobierno, sirve como ejemplo de esta reducida capacidad de maniobra política.

Respecto a la posibilidad de que el euro se rompa, Ontiveros justifica su negativa con un argumento de peso: "Uno de los principales beneficiados de la moneda común es Alemania, que no va a permitir que eso ocurra. La propia Merkel acaba de reconocer que el euro ha contribuido mucho a la prosperidad de su país". Precisamente en ese discurso, la canciller reiteró su negativa a los eurobonos, que, según algunos analistas, son una de las pocas salidas que le queda a la eurozona. Merkel, en cambio, dijo que su implantación supondría la creación de la Unión del Endeudamiento, en lugar de la Unión Europea.

Al margen de que Grecia acabe arrastrando al resto del continente o no, parece claro que a España le esperan años de decisiones muy duras. "No nos queda otro remedio. Esto pende de un hilo", asegura Carbó. "Seguramente Europa no sea un área monetaria óptima, pero tiene que empezar a comportarse como si lo fuera. Esto va a requerir sacrificios tanto por parte de los países periféricos (flexibilizar su mercado laboral para aumentar su competitividad sin posibilidad de devaluación) como de los centrales (aceptar cierto nivel de solidaridad fiscal con sus vecinos)", resume Ángel Cabrera, director de la escuela de negocios estadounidense Thunderbird. Con este panorama y con el empeoramiento de la coyuntura económica en los países desarrollados, se esfuma la recuperación que hace meses parecía al alcance de la mano. En el mejor de los casos y aunque no se produjese el desastre, el futuro no es nada tranquilizador.

La crisis del euro

- 2 de mayo de 2010. Grecia anuncia un acuerdo con la UE y el FMI para recibir una ayuda financiera de 110.000 millones de euros. A cambio, Atenas promete recortes por valor de 30.000 millones.

- 4-5 de mayo. Los funcionarios participan en una huelga de 48 horas. Tres hombres resultan muertos mientras se prende fuego a una sucursal bancaria.

- 18 de octubre. Merkel y Sarkozy plantean en Deauville (Francia) por primera vez que los inversores privados tengan que hacerse cargo de parte de los rescates.

- 24 de noviembre. Irlanda se convierte en la segunda víctima de la crisis del euro y pide a la UE y al FMI 85.000 millones.

- 6 de abril de 2011. Portugal reconoce que no puede asumir su deuda y pide un rescate de 78.000 millones.

- 23 de mayo. Grecia anuncia privatizaciones para reunir 50.000 millones antes de 2015.

- 19 y 20 de junio. Tras negociar con la UE, el FMI rechaza liberar el quinto tramo de plan de ayudas a Grecia de 12.000 millones. Se desatan nuevas turbulencias.

- 21 de julio. La UE trata de salvar el euro con un segundo plan de rescate a Grecia, esta vez de 109.000 millones.

- 5 de agosto. La prima de riesgo de Italia y España se dispara por encima de los 415 puntos. El BCE interviene de urgencia

- 3 de septiembre. La troika comunitaria abandona Grecia, que admite que no va a cumplir su objetivo de déficit. Aumentan los rumores de una inminente suspensión de pagos.

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