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El FMI aboga por mantener los planes de estímulo

El sistema financiero está estabilizado un año después del colapso de Lehman Brothers, pero las condiciones del mercado siguen siendo frágiles. El Fondo Monetario Internacional (FMI) aseguró ayer que aún es pronto para desmantelar las intervenciones públicas masivas decididas durante la crisis. Eso no quita, precisa el Fondo, que los Gobiernos preparen y coordinen sus estrategias de salida.

El FMI cree que la economía global saldrá de la recesión a final de año o comienzos del próximo. En el organismo están preocupados, sin embargo, por lo que califican como la "tercera fase" de la crisis: un periodo de recuperación gradual, por debajo del crecimiento potencial e insuficiente para frenar el deterioro del mercado laboral y que puede castigar los balances de los bancos.

Esa débil transición durará aún varios trimestres, como admite la Reserva Federal (banco central de EE UU). Por eso, la economista Laura Kodres dice que el FMI "no aboga por una retirada de los estímulos en este momento". Tras analizar las 153 medidas adoptadas desde el verano de 2007 en las 13 economías avanzadas, incluida España, concluye que ahora lo "esencial" es manejar las expectativas.

Conservar la calma

"Dejar clara la estrategia de salida es importante para conservar la calma", reitera. Pese a que no existe una receta universal y hay que adaptar el final de los estímulos a cada país, la prioridad pasa por abandonar de forma gradual los programas de ayudas a la banca o las políticas que puedan crear distorsiones en los mercados financieros.

El cómo y el cuándo los Gobiernos deberían dejar funcionar por sí solos a los bancos será uno de los temas de la reunión del G-20 en Pittsburgh. El FMI también lanzó ayer una serie de propuestas para "reactivar" las titulizaciones, con un nuevo modelo que no incentive los excesos al empaquetar el riesgo asociado al crédito. Para ello se habla de elevar la capitalización de las entidades y de establecer normas contables más estrictas para los productos estructurados fuera de balance.

El FMI teme que si este mercado -congelado a raíz del colapso de las hipotecas subprime- no se pone en marcha, se prolongarán las presiones en el crédito y se frenará la recuperación. Y los bancos centrales y los Gobiernos tendrán que cubrir esa brecha, con nuevas inyecciones de liquidez.

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