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La primera crisis del euro

El FMI alerta de una tercera crisis financiera por la deuda

Bancos y cajas necesitarán hasta 22.000 millones de euros en España si el paro y el pinchazo inmobiliario se agravan

Claudi Pérez

La banca española está sana. La economía mundial mejora. El sistema financiero internacional se va estabilizando. Y sin embargo, siempre, siempre, hay un pero. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estrenó ayer la cumbre de primavera con un mensaje alentador seguido de todos los peros posibles. Hay un problema internacional potencialmente devastador: la crisis está entrando en una nueva fase llena de incertidumbres por la acumulación de deuda pública. Y hay un pero genuinamente español: la banca capeará sin grandes dificultades la crisis en condiciones normales, aunque si el deterioro del paro y del sector inmobiliario se agrava (y los pesimistas aún no se han equivocado en esta crisis), harán falta 22.000 millones de euros para recapitalizar el sector, según el Fondo.

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La banca causó la crisis: había una burbuja apoyada en la pésima práctica crediticia. Y la burbuja estalló y originó una grave crisis financiera. Tras la quiebra de Lehman Brothers, la crisis rompió las costuras del sector financiero y contaminó toda la economía. Pero esas mutaciones no han acabado. El FMI alertó ayer de una tercera oleada, causada por la explosión de la deuda con que los Gobiernos han estabilizado la banca y la economía, algo que desde el principio reclamó el propio FMI para no caer en una depresión. Vuelve el miedo: el potencial de esta crisis fiscal es muy peligroso, puede barrer la costosa estabilización del sistema y, en última instancia, puede devolver a la economía global de nuevo al lodazal de la recesión.

Esa nueva oleada tiene también un componente español inquietante. El Fondo considera que sobre todo Grecia y Portugal, pero también España e Italia, son la principal fuente de preocupación para los mercados. El foco, que hace unos meses estaba puesto en los problemas financieros (que señalaba a países como Austria, Irlanda, Italia y Holanda, cuyos bancos estaban muy expuestos a Europa del Este), ahora está claramente centrado en los problemas de solvencia de los Estados, en particular en el Sur de Europa. Con los sospechosos habituales. Grecia, Portugal, Italia y España son "las mayores fuentes de transmisión de riesgo" en estos momentos, según el Informe de Estabilidad Financiera. El español José Viñals, director de asuntos monetarios del FMI, se encargó de enfatizar que, en comparación con Grecia, "Portugal y España presentan posiciones fiscales más sólidas". Pero las dudas están ahí.

No todo son malas noticias. Las previsiones de pérdidas para el sector financiero internacional bajan de 2,8 a 2,3 billones de dólares (de 2,08 a 1,71 billones de euros), gracias a la incipiente recuperación. Aun así, no habrá reactivación rápida del crédito, cuyo crecimiento será "lento, poco profundo y desigual", dijo Viñals.

En España se unen el peligroso protagonismo en la crisis fiscal con las incertidumbres a las que se enfrenta la banca: 22.000 millones de euros si las cosas van mal. "El sistema financiero español es sólido", aseguró Viñals. La vicepresidenta Elena Salgado se agarró a esa parte para manifestar que el FMI "confirma la solvencia" de bancos y cajas. Pero hay más.

El FMI ha sometido a la banca española a una prueba de estrés: qué pasaría si los precios del sector inmobiliario siguieran bajando a gran velocidad y el paro se disparara hasta rozar el 25%. Lo que pasaría es que los bancos necesitarían 5.000 millones y las cajas 17.000. "Son números manejables, porque el fondo de reestructuración (el FROB) asciende a casi 100.000 millones, pero eso exige hacer determinadas cosas", aseguró Viñals. En pocas palabras: "Reestructurar las cajas", para lo que pidió "que no haya interferencias de los Gobiernos regionales y locales". Precisamente lo contrario de lo que ha venido sucediendo. "Es imprescindible cierta consolidación para que sólo queden entidades viables, como ocurrió en la anterior crisis bancaria de los ochenta, y para eso es necesario un ejercicio de responsabilidad de todos los niveles de Gobierno", remachó.

El FMI deja en el alero más dudas: en los dos últimos años, bancos y cajas han puesto en marcha tambaleantes operaciones de reestructuración de la deuda del sector inmobiliario (se han quedado promociones enteras, suelo...). Así han conseguido parar el golpe y contener la morosidad. Puede ser hambre para mañana: "Si el deterioro de los precios continúa" obligaría a las entidades "a vender propiedades a corto plazo con pérdidas notables", sostiene el Fondo. Y el tamaño del potencial agujero es preocupante. Los bancos acumulan 23.000 millones en estas operaciones y las cajas 36.000. En 2010, el FMI espera que esa cartera aumente en 10.000 millones para los bancos y en 20.000 para las cajas.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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