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El FMI sitúa en la segunda mitad de 2010 el comienzo de la recuperación en Europa

A pesar de los brotes verdes que dicen ver algunos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) aseguró ayer que Europa no doblará la esquina de la crisis hasta la segunda mitad de 2010. Algunas economías, como la española o la irlandesa, tardarán más por el efecto del reventón de la burbuja inmobiliaria y el repunte del paro.

La escena económica se ha convertido en las últimas semanas en un juego de espejos: optimistas contra pesimistas o, más bien, quienes ven los primeros signos de mejoría, pero aún varios trimestres de crisis, contra los economistas que sólo vislumbran sombras a corto y medio plazo. El FMI se situó ayer con claridad en el primer grupo. "Europa afronta la mayor tormenta económica de su historia, y, para afrontarla, los Gobiernos deberán adoptar nuevas medidas de política económica", dijo en París Marek Belka, director de Europa en el FMI.

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Las previsiones del Fondo no han cambiado desde la cumbre de primavera del mes pasado en Washington: una contracción del 4% para 2009 y una caída más moderada, del 0,4%, para 2010 en el caso de los países ricos. Para los emergentes europeos, el retroceso será del 4,9% este año, para después crecer el 0,7% en 2010. Además estima que los precios caerán a niveles muy bajos en algunos países, aunque "probablemente se evitará la deflación".

El FMI lanzó varios toques de atención en la presentación de su informe para Europa. El más grave, el relativo a la sensación de descoordinación en materia económica. "Europa es la economía de mercado más integrada del mundo y, sin embargo, las políticas anticrisis adoptadas se han implementado a nivel nacional, con lo que pierden eficacia", atacó Belka. "Necesitamos más Europa, no menos Europa", criticó.

Los economistas del Fondo reiteraron sus recetas para la salida de la crisis: más planes de rescate y, sobre todo, el saneamiento de la banca. Belka aplaudió la reciente rebaja de tipos en la eurozona, pero afirmó que aún son "más necesarias" las medidas no convencionales como la puesta en marcha de la máquina de imprimir billetes.

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