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'Si yo fuera presidente', un programa habitable

"Si la vida, como la libertad y como el amor, es un guerrero acorazado que galopa vanamente en busca de alguien que asuma nuestras propias libertades, este programa intentaría asumir las rebeldías de la gente de España". Fernando G. Tola, que hoy reaparece en la programación con Si yo fuera presidente, responde así a los periodistas cuando le preguntan qué se propone con este espacio, que en su primera edición logró los mayores índices de satisfacción entre los telespectadores de la segunda cadena.Él y su compañero Arturo González, director adjunto y guionista, han reescrito muchas veces, antes de saborearla, esta declaración de principios, como todo lo que sale al aire en boca de Tola. Los dos escriben, al principio del programa que se emite esta noche, una carta de amor al padre de Tola, que, de paso, es un homenaje a todos los telespectadores de pueblo, que son los más, a ese deseo irrefrenable de mandar un saludo a la familia o a los paisanos desde la esquina de un campo de fútbol o desde el plató de Íñigo, cuando las cámaras se ponen a tiro.

La carta del hijo al padre sirve, también de paso, para dejar constancia de las dudas de Tola y de su equipo: "Estoy hecho un lío y no sé qué hacer con el programa", una vez superada la siempre amenazante crisis de ideas que les hizo suspender el programa el pasado 15 de mayo, después de 30 emisiones. Ha decidido Tola y su equipo, integrado por ocho colaboradores, consumir hoy los dos millones de presupuesto por programa de 90 minutos para que el ciudadano "corriente", uno por cada una de las provincias del país, plantee qué es lo que espera del programa y qué le, pide o qué haría con la programación de TVE.

El grupo Patzinguer Z abrirá con una canción, Y ríete, la misma con la que terminó en mayo Si yo fuera presidente, para evitar cualquier sospecha de nostalgia y para dar fe de que se empieza donde se terminó.

Sobre todo, Si yo fuera presidente, que ha sido el programa más innovador de los últimos años, se ha convertido en el espacio más habitable de la programación de TVE. Más habitable para los consumidores del medio, activando los mecanismos de retroalimentación entre emisora y telespectadores, en el filo siempre de esa utopía que propone el título.

La televisión tiene un limitado repertorio para entrevistar a alguien en o fuera de casa: se lo llevan al estudio y lo sientan al lado del busto, le dejan que espere sentado en su propio hábitat, le mandan posar contra la pared, como en la comisaría, o incluso, como hacía Mónica Randall, le cogen del brazo y le dan un paseo por los alrededores.

Plaza del pueblo

El espacio de Si yo fuera presidente es un plató en el que se reproduce la plaza de un pueblo, un decorado al que ahora se ha agregado algún que otro apunte de desastres urbanísticos, con su tabladillo para las músicas sin play back -Patzinguer Z, La Orquestina, Alberto Pérez, Javier Krahe, Joaquín Sabina, más El Titi, Joaquín Carbonell y probablemente Chicho Sánchez Ferlosio-, y, al lado, enfrentado, el despacho del presidente, separado por una celosía de pino, marcado por muebles de estilo. Además de la mesa, de vez en cuando se da salida a la ventanilla y al mostrador, atributos del poder y de la burocracia, símbolos también de que el programa, en una televisión que todavía no es de acceso público, quiere ser una ventanilla abierta a todos.

Uno de los aciertos de la fórmula de Tola está en mantenerse en esa frontera de ambigüedad que separa lo real del artificio televisivo, la ficción de unos decorados de papel y madera y la evidencia de que el paisaje está poblado de personas y no de actores, aunque allí hay un personaje, el presidente, que pone en marcha la hipótesis del director: "El mejor actor es aquel que constantemente se interpreta a sí mismo". El riesgo está en no creer o en que no dejen creer que aquello es un programa de televisión.

Tola piensa ahora que Si yo fuera presidente ha conseguido, al menos en parte, asumir las "rebeldías" de la gente: "El telespectador sabe que estamos de su parte, que aquí tiene un rinconcito para su libertad y que nosotros no nos quedamos con ellos para convertirles en juguete de espectáculo, sino para ser partícipes del bienestar común y del progreso".

Si yo fuera presidente se emite hoy a las 21.00 horas por la segunda cadena.

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