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Entrevista:JUAN ROSELL | Presidente de la CEOE

"¿Impuesto de patrimonio? Seamos serios y no hagamos campaña"

Miguel Ángel Noceda

Juan Rosell (Barcelona, 1957) preside la patronal CEOE desde diciembre de 2010 después de ganar unas elecciones anticipadas por la salida de Gerardo Díaz Ferrán. Sin apenas tiempo para estrenar el mando, se sentó a negociar con los sindicatos un acuerdo que luego fracasó.

Pregunta. ¿Qué le transmitió el presidente, Rodríguez Zapatero, en la reunión que tuvo con usted y los sindicatos en agosto?

Respuesta. Preocupación.

P. ¿Y no percibió la sensación de que España está en peligro?

R. Bueno, más que eso, los datos son los que hay. No obstante, las cosas no se pueden mirar con ese cortoplacismo agobiante de cómo estaba la bolsa hace media hora. Hay que mirarlas más en perspectiva. Además, el problema es europeo. Europa está creciendo muy por debajo del resto del mundo. Eso nos indica que la Europa del bienestar, que tiene grandes ventajas sociales y una grandísima sanidad y educación, debe ir hacia un cambio estructural de la economía y especialmente de los servicios europeos.

"España solo tiene futuro si hace reformas estructurales"
"Hemos de cambiar de arriba abajo esta Europa de éxito"
"No puede ser que cada día un millón de personas no vaya a su trabajo"
"El país necesita grandes acuerdos como la reforma de la Constitución"
"Si no cambia la legislación radicalmente, no se creará empleo"
"A ver si somos valientes para hacer la Negociación Colectiva más real"

P. ¿Qué debe hacerse?

R. Hemos de reformar de arriba abajo esta Europa de éxito que se construyó después de la segunda guerra mundial, y, básicamente, en la gestión del dinero público. No tenemos dinero para todo y es necesario fijar las preferencias. En ese sentido, hemos de intentar ayudar para que se tomen las decisiones oportunas en el ámbito fiscal, en el financiero y en la gobernanza política. Pero tenemos un problema: todos estos países hacen las reformas de corto plazo porque siempre hay unas elecciones próximas y no conviene hacer reformas profundas.

P. ¿Eso lo dice por las próximas elecciones en España?

R. España solo tiene futuro si hace reformas estructurales, que todos sabemos cuáles son. Lo que no puede ser es que se venga diciendo desde hace tiempo que son importantes, pero que nadie las haga en toda su profundidad. Tenemos que estar convencidos de ello; pero, además, que los otros países también lo estén de que lo vamos a hacer.

P. ¿Qué reformas son imprescindibles?

R. Las del sector financiero, que se ha hecho demasiado lenta; la función pública y la laboral. En la financiera, las empresas tenemos el grandísimo problema de que la cañería del crédito se ha quedado seca después de crecer a un ritmo del 20%. Probablemente nos equivocamos tanto los que pedíamos créditos como los que los daban. El proceso de endeudamiento que hemos tenido a todos los niveles ha sido espectacular y ahora no tenemos más remedio que desendeudarnos.

P. La función pública, ¿qué arreglo tiene?

R. La arquitectura de la España de las autonomías supuso un éxito; pero la gestión económica no nos acaba de salir. Se han traspasado unas 2.000 competencias del Estado central y el número de funcionarios y empleados públicos se ha multiplicado. Pese a ello, todavía quedan funcionarios sin competencias. Por tanto, hemos de saber cuál es la mejor estructura política que queremos, la que podemos pagar y cómo la gestionamos. Existen funcionarios muy buenos y que, en muchos casos, están mal pagados. Pero también creo que existen funcionarios que no hacen su trabajo. Probablemente sería bueno hacer un presupuesto base cero a nivel nacional (ayuntamientos, autonomías y Estado central) y seguro que sacaríamos la conclusión de que hay que alcanzar consensos para hacer lo que muchas veces es políticamente incorrecto.

P. ¿Cómo se hace?

R. Simplificando y gestionando. No puede ser que cada año tengamos más de un millón de páginas en boletines públicos. Eso es ingobernable. Producir leyes no quiere decir que sean mejores. Ya nadie sabe con qué legislación funcionamos. Hemos de hacer muchas menos leyes, que sean de más larga duración con el acuerdo de los grandes partidos.

P. ¿Está apuntando a un gran pacto de Estado?

R. Es absolutamente imprescindible que veamos las cosas con perspectiva. Estamos en una situación muy complicada, de la que va a ser difícil salir. Y antes de que desde fuera nos digan qué y cómo lo tenemos que hacer, hay que dar los pasos hacia grandes pactos de Estado para esas reformas, incluidas también la Energía y la Educación. Eso exige pedir sacrificios a todo el mundo. No vamos a salir de la crisis sin hacer sacrificios. Hemos vivido una etapa en la que en vez de propuestas había protestas. Es momento de involucrarse. No puede ser que en España haya cada día un millón de personas que no van a su trabajo, no puede ser. Ni tampoco que España tenga más del 20% de fraude. Hay que detectar las bolsas de fraude e incentivar mecanismos para que los que viven en fraude puedan pasar a la economía regulada, porque esta crea impuestos y los impuestos sirven para pagar el gasto público que es necesario.

P. Coincide con Rubalcaba cuando dice que los tres problemas son el déficit, el fraude y el tea party, ¿usted cree que la reforma de la Constitución para atajar el déficit ha sido acertada?

R. Bueno, en lo de tea party no coincido. Pero yendo a lo del déficit, en el fondo sí; en las formas, me habría gustado que se hubiera hecho cuando el marco parlamentario hubiese sido mayor. Pero el país necesita grandes acuerdos políticos como ese. No tiene que beneficiar ni a uno ni a otro. Hay cosas de tanta importancia, de tanta gravedad y trascendencia, nos jugamos tantas cosas, que no vale pena intentar monopolizarlo. Los políticos deben hacer lo que la sociedad demande. Los culpables somos los individuos que no presionamos debidamente a los políticos para que hagan los cambios que son imprescindibles y necesarios. Lo que ocurre es que la sociedad, probablemente, todavía no está preparada para los sacrificios que realmente hay que hacer. Y los sacrificios hay que pedirlos más a los que más tienen, claro.

P. ¿La recuperación del impuesto de patrimonio es un sacrificio?, ¿lo demanda la sociedad?

R. En esto de los impuestos hay que ser serios en los análisis y no banalizar. A mí me gusta hablar de la arquitectura fiscal española y de su importancia. No hablemos de cosas que tienen una incidencia económica mínima. Seamos serios y no hagamos campaña. A ver, ¿cuáles son los impuestos más importantes? El IRPF, el IVA, los impuestos especiales, el de sociedades y las cotizaciones sociales. No voy a decir que los demás sean anecdóticos, pero no son importantes. El de patrimonio, que recaudó 2.121 millones en 2007, no lo es frente a los 70.000 millones del IRPF o los 100.000 de las cotizaciones. El impuesto de patrimonio se tiene que convertir en algo a lo mejor censal para saber cuáles son las grandes fortunas, de dónde proceden. Pero no trivialicemos.

P. ¿Usted recomienda entonces actuar sobre el IRPF?

R. Lo que digo es que primero hay que ver cuáles son los grandes impuestos, compararlos con Europa y ver hacia dónde tenemos que ir. Y después saber cuál es la posible recaudación y cuáles son nuestros gastos. Lo que hay que ver es que el mundo es mucho más global y no por hacer una cosa en clave electoral.

P. ¿Tocaría el de sociedades?

R. Me gustaría que tuviéramos los resultados de 2007, que fueron 44.823 millones, y no los de este año, que serán menos de 15.000. Eso es lo que me gustaría, que cuantas más empresas tuvieran que pagarlo, muchísimo mejor. Hemos de conseguir que haya más actividad, que las empresas vuelvan a tener beneficios, a invertir y a crear empleo.

P. ¿Tiene la solución?

R. La única solución es que haya nuevos empresarios. La posible creación de empleo viene principalmente de las pyme. Es ahí donde tenemos la posibilidad de que el empresario haga cosas nuevas y pueda contratar. En Europa hay 23 millones de empresas y el mismo número de parados. Si cada una crease un puesto, el problema estaría solucionado. En España como no incentivemos nuevos empresarios, va a ser muy difícil solucionar el empleo.

P. Sobre la reforma laboral, usted dijo que estuvieron a punto de hacer un cambio histórico.

R. Yo lo que dije es que habíamos tenido muchas horas de conversación y que era una pena que no nos pusiéramos de acuerdo. ¡El problema es que tenemos una legislación tan antigua, tan complicada! La economía española de ahora no tiene nada que ver con la de la Transición cuando se hizo el Estatuto de los Trabajadores. Yo intento convencer a los interlocutores sociales de que, con cinco millones de parados, como no cambiemos la legislación radicalmente, no vamos a crear empleo y no va a haber crecimiento. Por lo tanto, vayamos a una nueva legislación manteniendo lo que había, pero adaptándolas al nuevo mundo: cambiante, flexible, abierto, variable... No hay otra solución. Hemos de cambiar cosas como la entrada en el mercado de trabajo, que debe mucho más fácil (que en vez de 43 contratos de trabajo haya seis); la flexibilidad (España no es un país eminentemente industrial; sino un país donde el 70% de empresas de servicios y en cambio constante) y el coste de despido. Todo ello unido con la interpretación de la legislación de los jueces, que normalmente es en contra de las empresas, trae como consecuencia que o lo modificamos o no ayudamos a que las pyme creen empleo.

P. El PP ha apoyado la reforma laboral aprobada por el Gobierno, ¿cree que esta ha tenido efecto?

R. La prórroga de los contratos temporales es una solución transitoria, pero es la mejor posible ante una situación alarmante. Si no, muchos empresarios despedirían a la gente. Y yo estoy de acuerdo con lo que ha dicho el ministro de que es preferible un temporal que un parado. Nosotros proponíamos un contrato de formación, que suponía un cambio de sistema hacia el alemán, el dual, pero no hubo consenso.

P. ¿Cree que se pueden retomar los contactos?

R. No los hemos roto nunca. Probablemente, lo que tenemos que hacer es parcelarlos. A lo mejor fuimos muy ambiciosos por querer hacerlo todo junto. Por eso hay que ser más prácticos y menos fotogénicos. Tenemos que hacer un cambio de rumbo todos los agentes sociales. La Negociación Colectiva es propiedad, y no me equivoco, de empresarios y sindicatos y la hemos de revolucionar en todos los ámbitos. A ver si somos valientes entre todos para hacerla lo más real posible. Lo que le falta a la legislación laboral española es que sea lo más cercana a la realidad.

P. ¿Qué partido recoge mejor las reformas estructurales?

R. No veo diferencias. La clave es quién se atreve a hacerlas. Y cómo, cuándo y de qué manera. Eso es lo importante para los ciudadanos.

P. ¿Qué candidato le convence más?

R. Los dos tienen experiencia política y eso en estos momentos es bueno. Además, los programas económicos son muy parecidos, no como en los ochenta. Lo importante es cómo se gestiona y cómo se infunde confianza, esa es la gran diferencia que pueden tener unos partidos y otros.

P. Lleva nueve meses de presidente de CEOE, ¿no cree que está muy influida por el PP? ¿no hay que hacer un trabajo subterráneo para limpiar algunas tuberías de vicios del pasado?

R. Nosotros somos independientes, pero tenemos vinculaciones con todos los partidos. Y dentro de los nuestros hay algunos más politizados que otros. Es lo que hay, no vamos a decir que no.

P. ¿Qué papel jugó su antecesor, Gerardo Díaz Ferrán?

R. Hizo cosas que no se le van a reconocer. Empezó cambios que los demás vamos a completar, pero los problemas de sus empresas le impidieron prosperar. Es de justicia reconocerlo.

P. ¿Qué opina del conflicto de Repsol?

R. Antonio Brufau [su presidente] es lo suficientemente inteligente como para ponerse de acuerdo con los principales accionistas que haya en Repsol.

Juan Rosell, tras la entrevista, en su despacho de la patronal CEOE.
Juan Rosell, tras la entrevista, en su despacho de la patronal CEOE.CLAUDIO ÁLVAREZ

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Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.
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