_
_
_
_
_
Tribuna:LA INVERSIÓN EN INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Innovación es algo más que conocimiento en tecnología

El autor comenta que la innovación tecnológica no surge de la improvisación y que introducir las nuevas tecnologías exige aumentar la inversión en I+D.

En el lento camino de España hacia la convergencia real económica con Europa destaca un hecho diferencial que, al observar las estadísticas comparativas, resalta de forma considerable y ralentiza tozudamente un acercamiento más rápido que, por ejemplo, Irlanda ya ha logrado. Se trata del gran déficit de Innovación propia en Ciencia y Tecnología (CyT) que, medida por los diferentes baremos (número de investigadores, número de patentes o gastos en I+D), representa una brusca discontinuidad negativa con respecto a los datos de otros países líderes europeos.

Comparando exclusivamente España con Francia y Gran Bretaña (que empezaron el siglo XIX con una similar riqueza per cápita), sorprende que todavía en 1998, si damos al gasto en I+D per cápita español un valor de 100, el promedio franco-británico se eleva hasta un 275. Pero además, como para similares actividades económicas, la basada en tecnología propia incorpora mucho más valor añadido nacional que la basada en tecnología importada, la consecuencia se refleja en un distante PIB per capita, que siendo 100 para España, llega a 162 para el promedio franco británico.

'Los países importantes son aquellos que dan el salto del conocimiento a la innovación'
Más información
España, por debajo de la media de la OCDE en uso de nuevas tecnologías

Durante las revoluciones industrial y tecnológica ocurridas a lo largo de los dos siglos precedentes, en este país ha predominado una cultura, sustentada también por algunos conocidos intelectuales, caracterizada por una mezcla de rechazo, desconfianza e incluso miedo hacia la ciencia y la tecnología como motores del crecimiento económico. Afortunadamente, en los últimos años parece que se está cambiando. Quizás de una forma algo tumultuosa, ante la súbita emergencia de las nuevas tecnologías y de sus posteriores coletazos nominados Sociedad del Conocimiento o de la Información.

Ante esta nueva moda en que todo el mundo se apunta a 'lo tecnológico', conviene no perder el norte respecto a lo que específicamente este país ha venido, desde siempre, necesitando para ser un país importante. Según un estudio, citado por Gabriel Tortella en su libro La revolución del siglo XX, si agrupáramos todos los países según su tecnología y su grado de desarrollo en sólo tres categorías, la distribución en porcentaje de la población mundial sería: países innovadores y superdesarrollados (15%, que incluiría a la mayoría de países europeos), países conocedores y desarrollados (50%, que incluiría a España y Portugal) y países excluidos y sudesarrollados (35%, que incluiría a todo el Tercer Mundo).

Preocupa, por tanto, observar la confusión entre los conceptos, representados por palabras, debido al grave peligro de que los esfuerzos y presupuestos dedicados, ¡por fín!, a transformar este país en innovador se queden en convertirlo en mero conocedor de las nuevas tecnologías, que es otra cosa. El 'conocimiento' tiene que ver con el grado de educación de nuestras universidades y, en eso, este país está bastante bien homologado con cualquier país europeo, como lo demuestra la excelente adaptación de nuestros físicos, ingenieros, médicos, arquitectos, etc. cuando salen al extranjero. La 'innovación' es otro nivel superior, que surge del conocimiento, pero que precisa de algo más, conformado por una naturaleza distinta hecha de creatividad y coraje. No es lo mismo fomentar las nuevas tecnologías (donde se trata de expandir el conocimiento y uso de nuevos productos ya desarrollados por otros) que el fomentar la innovación tecnológica (donde se trata de desarrollar nuevos productos para luego expandir su conocimiento y uso por otros). Es distinto conocer o 'saber usar la tecnología', que innovar o 'saber hacer tecnología'.

Los recién llegados a la importancia de la CyT suelen mezclar las palabras y los conceptos a ellos referidos, así como la relación entre ellas. Cuando en una empresa se toma la primera decisión de desarrollar productos propios a través de innovación, la tensión que se crea también lo mezcla todo. Si el producto a desarrollar es complejo se descubre que el desarrollo también necesita subcontratos de investigación porque el conocimiento en tecnología del ingeniero necesita complementarse con el del científico en ciencia. Tras sucesivas experiencias se acaba decantando una relación precisa entre las seis palabras-conceptos más mentados, que podría ser la siguiente: 'Sólo a partir de conocimiento sólido en ciencia y tecnología, complementado con muchos trabajos en investigación y desarrollo, podrá surgir alguna innovación, realmente avanzada y perdurable'.

La innovación tecnológica exitosa no surge de la improvisación, sino de una creatividad basada en el mucho conocimiento y de un coraje templado en el intenso trabajo. Porque innovación es creatividad de un equipo investigador, que se asienta en lo personal, donde impera la confianza huyendo de lo burocrático, donde impera el control, pero también es coraje de un equipo directivo, que apuesta por un proyecto arriesgado reafirmando repetidamente al propio investigador ante las incertidumbres.

Como conclusión hay que orientar los presupuestos hacia el nivel de objetivos que se ambicionan y no engañarse. Invertir en nuevos equipamientos tecnológicos para introducir las nuevas tecnologías en centros educacionales, es importante también, pero desde un presupuesto de educación. Aumentar las inversiones en nuevos proyectos de I+D, a través de un mayor presupuesto de CyT, es el único camino para conseguir el objetivo de ser un país innovador, y por tanto importante.

Es una cuestión de prioridades. En el mundo tecnológico, los países o empresas importantes son aquellos que, con naturalidad y audacia, saben dar el salto del conocimiento a la innovación. O al menos así se ven las cosas desde una trayectoria ejecutiva en empresas españolas con expansión internacional, quizás no con la suficiente visión nacional, pero sí comprometida con sus empresas y con su país.

José Antonio Pérez-Nievas Heredero es presidente de Iberfomento y fundador de Ceselsa.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_