_
_
_
_
_
Una sentencia ejemplar

Madoff, condenado a 150 años de cárcel

El juez aplica la pena máxima al culpable de la mayor estafa financiera de la historia

Bernard Madoff dejó ayer a primera hora el uniforme de preso en su celda y se vistió por última vez de traje y corbata para acudir al tribunal. Madoff, de 71 años, se había declarado ya en marzo culpable de 11 delitos y sólo le faltaba conocer la condena por haber protagonizado la mayor estafa financiera de la historia, un timo piramidal que él mismo llegó a cifrar en 50.000 millones de dólares (unos 35.000 millones de euros).

El magistrado neoyorquino Denny Chin dijo que una estafa de la "perversidad" de la ejecutada por Madoff merecía de una sentencia ejemplar, simbólica. Y sin compasión, procedió a aplicar al gestor de fondos el máximo castigo contemplado para los 11 delitos: 150 años de cárcel. La pena deja pequeña los 25 años que el mismo tribunal impuso a Bernard Ebbers por el fraude en WorldCom, el mayor castigo por un delito empresarial hasta ayer.

La esposa del financiero dice sentirse "traicionada y avergonzada"
Los asistentes a la vista aplaudieron cuando el juez dictó la sentencia
Las víctimas expusieron al juez su dramática situación personal
El timador se declaró culpable de 11 delitos, entre ellos el fraude bursátil
Más información
Un reguero de damnificados en España
Final de época
El caso continúa
"El problema no va a ser Bernie Madoff"
Madoff no se puede creer que su fraude durara tanto tiempo
La doble estafa de Madoff
El ático de Madoff ya tiene nuevo dueño
Madoff inspira a los guionistas de 'Daños y perjuicios'
Paliza a Madoff en la cárcel

Ni su esposa, Ruth, ni sus dos hijos, Andrew y Mark, pasaron por el tribunal. Tampoco su hermano Peter, con el que construyó su imperio financiero, ahora desmantelado. Era su manera de sostener que, por increíble que parezca, actuó en solitario. Tras la sentencia, Ruth dio su particular veredicto sobre el "horrible fraude" orquestado su marido. "Me siento avergonzada y apenada. Como el resto del mundo, también me siento traicionada y confundida", afirmó en un comunicado.

En la sala, a la espalda de Madoff, se sentaron nueve de los más de un millar de estafados. Antes de que tomaran la palabra, Chin dejó claro que su sentencia sería "razonable" y que no tendría ninguna simpatía por Madoff. Las cartas enviadas días atrás al juez por las víctimas del fraude fueron sólo un aperitivo de los emotivos testimonios expuestos en el tribunal. Michael Schwartz explicó que el dinero que sus padres confiaron a Madoff no era para que lo invirtiera en yates, casas o asientos preferentes en el estadio de los Mets -equipo local de béisbol-. Eran ahorros familiares para cubrir en el futuro los gastos médicos de un hermano con serios problemas de salud. "Robó a un discapacitado", acusó.

No menos dramáticas fueron las palabras de Miriam Siegman. Esta mujer no tiene ni para comer, hasta el extremo que contó que se dedica a buscar comida entre la basura y recoger latas con las que ganar algo, según explicó entre sollozos. Los nueve intentaron con sus palabras representar al mayor número de víctimas posible. Muchos no pudieron permitirse viajar a Nueva York para hacer oír su voz.

Muchas de las víctimas de la estafa son pensionistas que necesitan pedir dinero a sus amigos para pagar facturas y reconstruir sus vidas. Califican al financiero como una persona malvada, cruel, amoral y arrogante, un "ingenioso diablo" que orquestó de forma premeditada un esquema que le permitió vivir emborrachado por el lujo. "Es la mayor violación de la confianza vista nunca", según Burt Ross, que hizo las veces de portavoz de los estafados. Carla Hirshhorn también dijo estar atrapada en "una pesadilla de la que es imposible despertar". "No nos falle", imploró al juez

Y el juez Chin no tuvo compasión. Explicó que no le había llegado ni una sola carta de apoyo a Madoff, ni de amigos ni de familiares. "Eso quiere decir algo", dedujo. Y le reprochó que no haya cooperado lo suficiente con la investigación. Los crímenes de Madoff, dijo, "son extraordinariamente perversos". Chin recalcó que "los símbolos son importantes en las sentencias". Era el preludio de lo que estaba por llegar, la condena a 150 años por delitos de fraude bursátil, fraude postal, fraude electrónico, fraude en el asesoramiento de inversiones, perjurio, declaraciones falsas, apropiación indebida, engaño al supervisor bursátil y tres cargos de blanqueo de dinero.

Tras la sentencia, se escucharon aplausos en la sala. Antes de oír al juez, Madoff tuvo la última palabra. Con las nueve víctimas sentadas a sus espaldas, se disculpó por el daño causado y expresó su vergüenza por el legado que deja a sus hijos y nietos. "No hay excusas que justifiquen mi comportamiento". Al final de su intervención, se giró y miró a los presentes para decirles que su vida era un tormento, por "todo el dolor y el sufrimiento" que ha provocado. "Lo siento. Sé que esto no les ayuda", concluyó.

La condena no servirá para responder a las preguntas que están en el aire sobre el funcionamiento y alcance real de la trama. Según la confesión que hizo el propio Madoff a sus dos hijos en diciembre, el fraude rondaría los 50.000 millones de dólares. La fiscalía lo eleva a 65.000 millones. Las pérdidas conocidas, sin embargo, se quedan en 13.200 millones, de los que se han recuperado 1.225 millones. Hay 1.341 afectados.

A lo largo de tres décadas, Madoff se había ganado una brillante reputación como gestor de carteras capaz de lograr de forma sostenida altas rentabilidades tanto en mercados al alza como a la baja. Su fama se extendió por todo el mundo y ser parte de su clientela era casi un privilegio. Celebridades como Steven Spielberg, gestores como Ezra Merkin, grandes instituciones financieras como el Santander (a través de su gestora alternativa Optimal), ricos jubilados, universidades, organizaciones benéficas y amigas cayeron en sus redes.

El pasado 11 de diciembre confesó a sus hijos que todo era "una gran mentira", que había pagado a los antiguos inversores con el dinero de los nuevos, en el mayor esquema Ponzi de la historia, -como se conoce a este tipo de estafa, en memoria de la protagonizada por Carlo Ponzi-. Los investigadores descubrieron después que llevaba 13 años sin hacer una sola operación para sus clientes. En marzo, cuando se declaró culpable, explicó que en la década de los noventa, ante la caida de la Bolsa, empezó a falsear las rentabilidades con la esperanza de recuperar luego el dinero. Pero la bola fue creciendo y creciendo hasta que estalló cuando, en plena crisis financiera, no pudo atender las peticiones de reembolsos de sus clientes.

La sentencia ha llegado en siete meses y sin que haya habido un juicio en toda regla, puesto que el financiero se declaró culpable desde el principio. En EE UU las condenas se cumplen independientemente de la edad (John Rigas, el ex jefe de Adelphia está en la cárcel con 84 años), así que Madoff, que asegura que actuó solo, pasará el resto de su vida en prisión.

Madoff, en diciembre de 2008, tras conocerse la estafa.
Madoff, en diciembre de 2008, tras conocerse la estafa.AFP
Dibujo de la sesión en la que el juez Chin (derecha) condena a Madoff (en primer plano) a 150 años de cárcel.
Dibujo de la sesión en la que el juez Chin (derecha) condena a Madoff (en primer plano) a 150 años de cárcel.AP

Las principales condenas por delitos económicos en EE UU

- Bernard Madoff. El financiero de Nueva York fue condenado ayer a 150 años de cárcel por una estafa de 65.000 millones de dólares (unos 46.000 millones de euros).

- Bernard J. Ebbers. Fue condenado en 2005 a 25 años de cárcel por un fraude contable en su empresa WorldCom. La compañía quebró en 2002 con un agujero de 11.000 millones de dólares (unos 7.800 millones de euros).

- Dennis Kozlowski y Mark Swartz. Los directivos de Tyco International defraudaron cientos de millones de dólares a los clientes. Fueron condenados a 25 años cada uno en 2005.

- Jeffrey K. Skilling. Presidente del gigante energético Enron. Skilling fue condenado en 2006 a 24 años por fraude y participación en operaciones ilegales que conllevaron en 2001 la segunda mayor quiebra de EE UU, tras la reciente de Lehman. Su fundador, Kenneth Lay murió meses antes de la sentencia.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_