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Columna
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Marcha atrás a toda velocidad

Joaquín Estefanía

Ha llegado la hora de la verdad. No más dilaciones. En los próximos días conoceremos las medidas con las que va a gobernar el PP y quienes acompañarán a Rajoy en su aplicación. Del primer impacto de las mismas y de la credibilidad que tenga el nuevo Gobierno dependerá mucho el cambio de las tenebrosas expectativas actuales de los ciudadanos (el 94% de ellos ve lejos la recuperación, según el sondeo de Metroscopia publicado ayer en EL PAÍS).

Lo que durante la campaña electoral y el mes de transición ha permanecido oculto, se desvelará. Entre otros aspectos, el plan de choque para evitar primero que el desempleo llegue a los 5,5 millones de personas y luego cómo se reducirá a estándares europeos (y qué se hará con el colectivo de parados de larga duración que todos los meses, por decenas de miles, dejan de cobrar el seguro de desempleo). También, el mix de incremento de impuestos y reducción de gastos (sociales) para cumplir con la obligación impuesta por Bruselas de bajar el déficit público al 3% del PIB en 2013, con una estación intermedia del 4,4%. Por último, cómo rematará el PP la reforma financiera y si aplicará una socialización de pérdidas en forma de banco malo, pues las declaraciones de sus dirigentes en este punto han sido permanentemente contradictorias.

El éxito del Partido Popular se medirá por la creación de empleo, no por el déficit

En los últimos días, Mariano Rajoy ha empezado a olvidar sus buenistas promesas electorales y a enseñar la patita de los recortes y los sacrificios. No por casualidad hace unos días mencionó al Gobierno catalán como ejemplo de lo que puede suceder: "Algunas no serán gratas, como no han sido gratas las que ha tomado el presidente de la Generalitat". El programa de Artur Mas es el más duro en su graduación de todos los que se han aplicado hasta ahora en las comunidades autónomas, incluidas aquellas que administra el PP.

Con esas declaraciones Rajoy preanuncia, como en las obras de teatro de Chéjov, lo que va a ocurrir: la información del primer acto siempre da pistas sobre lo que sucederá en el tercer acto, y en ese primer acto ya ha aparecido una escopeta colgada en la pared. Si se mueve como un pato y hace cuac como un pato, es un pato.

Como en otras ocasiones de la historia económica de España en el último medio siglo, se prepara una marcha atrás a toda velocidad, una estabilización en toda regla, que es una medida administrativa -es decir, al margen del mercado- que pretende devolver al país a los macroequilibrios perdidos, siempre bajando uno o varios escalones los niveles de bienestar obtenidos, muchas veces artificialmente. Una vuelta a la Tierra. En 1959 fue el Plan de Estabilización que los tecnócratas pusieron en marcha engañando a un Franco semianalfabeto en materia económica. En 1977 fueron los Pactos de la Moncloa que acordaron todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria (desde la derecha posfranquista hasta los comunistas) para reducir la inflación y el déficit por cuenta corriente e iniciar la modernización hacia una economía abierta. En 1982 fue el Programa a Medio Plazo de la Economía Española que puso en práctica Felipe González, que en tres años introdujo a nuestro país en la Comunidad Económica Europea. En 1996 fue el PP de Aznar el que impuso una serie de medidas de rigor con el objeto de que España pudiese entrar en el grupo de cabeza -por primera vez en su historia- de los países del euro, para lo que tenía que cumplir (ya sabemos que algunos países lo hicieron artificialmente) con los criterios del Tratado de Maastricht (inflación baja, tipos de cambio y de interés estables, déficit y deuda pública controlados en unos porcentajes predeterminados). Ahora se trata de evitar la intervención conjunta de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional en las finanzas públicas españolas. Y sobre todo -y por ello se medirá al final el éxito o fracaso de la política económica del PP- de devolver al país a la senda del crecimiento y del empleo.

En la sesión de investidura que comienza hoy llegarán las primeras concreciones de lo que los últimos meses ha sido etéreo.

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