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Merkel quiere igualar vacaciones y edad de retiro en Europa

La canciller federal Angela Merkel es poco amiga de sacar los pies del tiesto en sus citas internacionales. Quizá por eso eligió la ignota localidad de Meschede (30.000 habitantes), en Renania del Norte-Westfalia, para pedir a los trabajadores de "países como Grecia, España y Portugal" que "se esfuercen" de manera parecida a los trabajadores alemanes y que "no se jubilen antes" que estos. Su Unión Demócrata Cristiana (CDU) celebraba la Fiesta de la Primavera en la región, donde Merkel advirtió de que "no podemos compartir una misma moneda cuando unos tienen muchísimas vacaciones y otros muy pocas".

Circunstancia que "es insostenible a la larga: no podemos ser solidarios y dejar que esos países sigan tranquilamente haciendo lo mismo". Recogida por la agencia DPA, su alocución ha desatado en Alemania un debate sobre lo que el Süddeusche Zeitung llama "excursión al populismo".

Una excursión primaveral a la que partió sin apuntes: los alemanes se jubilan hoy, de media, a los 62,2 años. Merkel destacó sin embargo cómo "la edad de jubilación fue elevada, tras fuertes discusiones, de los 65 a los 67 años". O sea, igual que sucedió en España. Tanto en Grecia como en Portugal, la edad de jubilación es 65 años. O sea, lo mismo que en Alemania hasta enero de 2012, cuando empezará una subida escalonada que culminará hacia 2030. Entonces sí, los alemanes se jubilarán con 67.

Crisis de deuda

En cuanto a las vacaciones, los alemanes disfrutan de una media de entre 25 y 30 días al año, si bien la ley solo obliga a conceder 20. En España son 22, como en Portugal. Tampoco Alemania es homogénea: el católico y próspero land de Baviera da un 50% más de días libres que el arruinado Berlín.

Sin duda, Merkel se dirigía menos a los españoles que a los votantes alemanes enfadados con la crisis de deuda europea. Probablemente por eso metió a España en el mismo saco que a Portugal y Grecia, cuyas economías han sido rescatadas. Se olvidó de Irlanda, que también ha recurrido a las ayudas europeas pero queda fuera de las obsesiones del alemán medio. Algunas teorías racistas alemanas hablan de los meridionales (südländer) como gente dada a la siesta y a la molicie. Merkel lo confirmó oficialmente el martes en Meschede, en lo que la Oposición Verde y socialdemócrata calificó de "puñado de fanfarronadas y prejuicios".

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