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Rescate en EE UU

Obama castiga a la banca con una nueva tasa para recuperar las ayudas

EE UU aplicará un impuesto del 0,15% sobre parte del pasivo de las grandes firmas

Antonio Caño

"Queremos que nos devuelvan nuestro dinero", dijo ayer Barack Obama a los bancos al anunciar un nuevo impuesto sobre las grandes firmas financieras con el objeto de recuperar todo lo que se les entregó a lo largo del último año para evitar su quiebra.

De esta manera, el presidente norteamericano se hace eco del escándalo popular que existe en el país por la ayuda que el Gobierno prestó a las entidades bancarias mientras que el resto de la población tiene que soportar una tasa de desempleo del 10% sin perspectivas de rápida mejora.

Aunque las principales firmas favorecidas por los 700.000 millones de dólares de la ley de rescate bancario (conocida como TARP por sus siglas en inglés) aprobada por el Congreso en 2008 ya han devuelto el dinero recibido, se calcula que al final quedarán más de 100.000 millones de dólares (unos 145.000 millones de euros) por recuperar y sobrevive, sobre todo, un extendido sentimiento de repudio por aquella iniciativa.

"Queremos que nos devuelvan nuestro dinero", dijo el presidente
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Para atajar esos dos problemas, Obama anunció ayer un impuesto del 0,15% sobre los pasivos no asegurados de las instituciones financieras que cuenten con activos superiores a los 50.000 millones de dólares. Actualmente, sólo poco más de 50 firmas rebasan esa cantidad.

Este impuesto entrará en vigor el 30 de junio de este año y pretende recaudar a lo largo de una década unos 90.000 millones de dólares. La tasa afectará tanto a los bancos que aún no han devuelto su parte del TARP como a los que sí lo han hecho e incluso a los que nunca pidieron ayuda al Estado. Sin embargo, empresas de otros sectores que se mantienen en pie gracias a la intervención del Gobierno, como las del automóvil, no se verán afectadas.

"Mi objetivo es recuperar hasta el último céntimo que se gastó el contribuyente", manifestó Obama, quien criticó el comportamiento "obsceno" de algunas entidades que siguieron pagando bonos millonarios a sus ejecutivos tras recibir dinero del Estado.

El presidente dijo que esta medida, no obstante, no está destinada a castigar a los bancos sino a impedir que, como advierten algunos analistas, continúen con los antiguos hábitos financieros y provoquen en el futuro una crisis similar a la que aún se combate.

"Conseguir este propósito es cada día más urgente cuando se leen los informes sobre masivos beneficios de firmas que deben su existencia al pueblo norteamericano, que, sin embargo, sigue sufriendo las consecuencias de esta recesión", señaló el presidente.

Aunque el impuesto supondrá una carga sobre los bancos, la medida, por el momento en que se anuncia y el entorno en que se produce, tiene un fuerte contenido político y así ha sido interpretado por el lobby financiero. "La política le ha ganado a la economía", declaró ayer Scott Talbott, el presidente del principal grupo que representa los intereses de Wall Street en Washington.

James Dimon, presidente ejecutivo de JPMorgan se opone a la decisión, según informa Sandro Pozzi desde Nueva York. "Es muy mala idea", declaró tras comparecer el miércoles ante la comisión que examina los factores que llevaron a la crisis. Y cree injusto que se les haga responsable de las pérdidas del rescate de General Motors y Chrysler o de las hipotecarias semipúblicas Fannie Mae y Freddie Mac, también excluidas de esta nueva tasa.

El impuesto podría extenderse más allá de los 10 años previstos si no se consiguiera en ese plazo recuperar la cantidad deseada. La iniciativa, que Obama quiere que se extienda a otros paises, será incluida en los presupuestos de 2011 y deberá ser aprobada por el Congreso, donde la oposición ha adelantado que no la respalda. "Castigar más a los bancos no va ayudar a acelerar los créditos", ha advertido el representante republicano Jeb Hensarling, miembro del comité de Banca de la Cámara. La Casa Blanca confía, no obstante, en que, en el actual clima político, será difícil que el Capitolio frene una medida de estas características. Aunque el TARP como tal fue una iniciativa de la anterior Administración, Obama la apoyó y ha pagado un alto precio por defenderla ante los ciudadanos. Con el impuesto anunciado ayer intenta purgar parte de ese pecado.

Barack Obama, durante su intervención en la Casa Blanca. A la derecha, su asesor Lawrence Summers.
Barack Obama, durante su intervención en la Casa Blanca. A la derecha, su asesor Lawrence Summers.EFE

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