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La primera crisis del euro

Oídos sordos al plan de recorte

Los mercados se ceban con España pese a las medidas de ajuste del Gobierno - Los intereses de la deuda escalan, aunque siguen en mínimos históricos

Además de varios millones de parados y muchas dudas sobre el futuro, la crisis ha dejado tras de sí unas cuantas paradojas. Por ejemplo, nunca antes se había hablado tanto de la deuda pública pese a que nunca antes le había salido a España tan barato financiarse. También llama la atención que los Gobiernos europeos se pusieran de acuerdo para sacar la artillería pesada con el objetivo de generar confianza en la zona euro... y que el resultado haya sido un desconcierto generalizado. Por último, en medio de este marasmo, los mercados se están ensañando con España, que acaba de aprobar el plan de ajuste más traumático que se recuerda.

En la madrugada del 9 de mayo, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobaron un salvavidas para los países del euro en riesgo de bancarrota por valor de 750.000 millones de euros. Y tres días más tarde, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero anunció, entre otras medidas, la rebaja de sueldos para los funcionarios y la congelación de las pensiones. La prima de riesgo de la deuda española (la diferencia entre el bono español y el alemán, el más seguro), encaramada entonces a máximos que llegaron a los 164 puntos básicos, cayó en solo unos días por debajo de la barrera de los 100 puntos. Pero desde entonces, el sobreprecio que tiene que pagar España para financiarse ha crecido sin freno; y durante esta semana ha superado los niveles previos al 9 de mayo, hasta cerrar en los 194 puntos del viernes.

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Esto significa que España tiene que ofrecer casi dos puntos porcentuales más que Alemania para convencer a los inversores de que compren su deuda: un 4,5% frente al 2,5% que paga el bono alemán. La conclusión es que la situación es ahora peor que antes de que Europa y España lanzaran su doble órdago. Y no solo porque los fríos indicadores así lo digan, sino porque apenas queda munición en la recámara para usar en caso de emergencia.

"En las tres últimas semanas los spreads [el diferencial de tipos de interés] de España se han ampliado más que los de otros países atacados por razones externas pero también internas. Los mercados buscan siempre el flanco más vulnerable, que ahora es España: los inversores detectan la enorme debilidad del Gobierno que se ha visto en la votación en el Congreso del plan de ajuste o con el baile de fechas de la reforma laboral. Tampoco se sabe cómo va a aprobar Zapatero un presupuesto, el de 2011, que deberá ser al menos tan severo como el plan de recortes", asegura José Luis Alzola, economista del Observatory Group.

Entre los países de la zona euro, la deuda española ha sido la más castigada en el último mes. Y a lo largo de esta semana, solo el costo de financiación del bono a 10 años de Grecia, Portugal y Bélgica se ha encarecido más que el español. Las razones para el pesimismo no se encuentran únicamente en el mercado secundario de deuda. La Bolsa española, que se ha convertido en el termómetro de los miedos ante la perspectiva de un futuro de crecimiento raquítico en un horizonte a medio y largo plazo, es la que más ha retrocedido de los parqués más importantes de Europa. El Ibex, que el viernes cerró por debajo de los 9.000 puntos, se ha dejado esta semana más del 5% y ya ha perdido una cuarta parte del valor que tenía a principios de año.

"Quizá ya hayamos llegado tarde. Demasiado tiempo mareando la perdiz, jugando con fuego, sin tomar las medidas adecuadas de la forma adecuada tiene estas consecuencias. La solución es políticamente complicada, pero técnicamente sencilla: atar en corto el gasto para complementar el ajuste fiscal; dejar de coquetear con las cajas y clarificar la reestructuración financiera, y dejar de jugar con la reforma laboral. España había salido del grupo de los países periféricos del euro, pero la mala gestión de la política económica y dos años negando la realidad le ha devuelto a ese pelotón", abunda Fernando Fernández, profesor del IE Business School.

Y sin embargo, entre tantas malas noticias que llegan de todos los frentes, es importante no perder de vista que España continúa financiándose a los precios más bajos de los últimos años. Desde los años noventa, cuando el tipo de interés medio de la deuda en circulación superaba el 10%, este ha ido cayendo progresivamente hasta el 3,5% de abril de este año, según los datos del Tesoro. Y este proceso es aún más agudo en el rendimiento medio efectivo de las nuevas emisiones, que ha pasado de superar el 11% en 1987 al 1,65% actual. Son estos los tipos más bajos que ha conocido el mercado -un recorte paralelo al del precio del dinero que fija el Banco Central Europeo-, pero que afectan a un volumen de dinero cada vez mayor. Porque la deuda del Estado central en circulación se ha multiplicado por cuatro en dos décadas, hasta alcanzar los 488.392 millones del pasado abril.

En el castigo que los mercados están infligiendo días tras día a la deuda española no sólo influyen las crecientes dudas de que Madrid pueda hacer frente a sus compromisos de pago. También, según denuncian varios analistas, afecta un cierto histerismo de los inversores, la actitud del que cuando coge una presa ya no la suelta pase lo que pase. "La situación de estos últimos días resulta un poco artificial. Los índices que miden la desconfianza de los inversores están ahora muy por debajo del nivel al que llegaron tras la quiebra de Lehman Brothers en 2008. Es cierto que sufrimos una crisis fuerte, pero no tanto como sugieren los mercados", opina Juan Ignacio Crespo, de Thompson Reuters. ¿Exageraban entonces líderes como Jean-Claude Trichet o Nicolas Sarkozy cuando advirtieron del riesgo de que el sistema se viniera abajo a principios de mayo por el ataque de los mercados? "No, porque si no se hubiera hecho nada entonces, en 15 días España habría estado en una situación parecida a la griega. Se tomaron las medidas adecuadas. Los argumentos que se utilizan ahora contra España están traídos por los pelos. Estamos asistiendo a una guerra de propaganda", añade Crespo.

"Hay cierta sobrerreación. El mercado está descontando tres rebajas de calificación adicionales por parte de Standard & Poor's, lo cual es excesivo. Pero también hay razones de peso. La mayor preocupación es la dispersión entre los países del euro. Una zona que hasta ahora funcionaba con cierta armonía. Está en juego si volverá funcionar como bloque; y si los países periféricos podrán volver a crecer sin el apoyo de Alemania. Si no hay economías que gasten, será difícil financiar la nuestra", añade Pablo Guijarro, de AFI.

Sobre un escenario en riesgo de incendio, el viernes cayó un chorro más de gasolina. El anuncio de que Hungría, al igual que había hecho anteriormente Grecia, falseó las estadísticas que enviaba a Bruselas sobre déficit público hundió los mercados por miedo a que la enfermedad de Atenas se extendiera a más países europeos. A las dudas sobre la capacidad de crecimiento futuro de los países más atrasados de Europa se ha unido en estos días el escepticismo ante el plan de rescate de 750.000 millones que se pactó el 9 de mayo, y que desde entonces no se ha desarrollado.

"El mercado ya descuenta que Grecia y Portugal van a poner en marcha una restructuración ordenada de su deuda. Sin reformas, está por ver si también Italia y España pueden evitar esa opción. No vemos la sensación de urgencia que se requiere para recuperar la credibilidad. El Gobierno piensa que como somos tan grandes el problema no es nuestro, sino de la UE, lo que al final obligará a Europa a ayudarnos. Hay que empezar a pensar que ese escenario no es descartable", dice el profesor de la IE Business School y ex ejecutivo del FMI.

Se ha convertido en una tradición que la Unión Europea responda a los ataques de los mercados con medidas que calman la voracidad de los inversores solo durante unos días. Hace apenas un mes que se comprometieron 750.000 millones para respaldar la eurozona. Ante la respuesta de los especuladores, parece que esta medida no ha bastado. Los ministros de Finanzas de la UE se reúnen mañana en Bruselas. Deben mover ficha.

Casi 25.000 millones para refinanciar en julio

Los inversores afilan sus cuchillos ante la cita que tienen con el Tesoro español en julio, cuando el Estado tendrá que afrontar el mayor volumen de vencimientos del año: 24.663 millones de euros, un 18% de la cantidad prevista para 2010. El día 23 habrá que pagar más de 7.600 millones en letras. Pero la cita fundamental llegará el 30 de julio: cuando vencen más de 16.000 millones en bonos. Será entonces cuando se comprobará si las tensiones del mercado secundario de deuda se trasladan en toda su virulencia al primario y cuánto más caro le sale a España financiar su endeudamiento que hasta ahora.

En Economía aseguran que no hay ninguna duda de que el Tesoro será capaz de afrontar el pago de la deuda en julio. En su estrategia anual, el ministerio ya tiene previsto que siempre haya caja para hacer frente a los vencimientos. Pero la pregunta no es tanto si se devolverá la deuda o no, si no a qué precio se captará dinero fresco.

"Hemos constatado mucho interés en las últimas semanas", señalan en Economía. Interés ha habido, pero en las subastas más recientes se detecta un notable aumento de los rendimientos. En la del pasado 25 de mayo, el Tesoro prácticamente tuvo que duplicar los tipos de interés que paga para colocar 2.000 millones en letras a seis meses. Fue el rendimiento más alto pagado en año y medio.

Nadie duda de que España tendrá que afrontar cada vez precios mayores si quiere seguir financiando su abultado déficit, que el año pasado superó el 11%. Las preguntas surgen en torno a la evolución del mercado de deuda secundario. "Tenemos que asumir que nos vamos a financiar más caro que Alemania durante los próximos años, quizás en un lustro. La prima de riesgo sobre el bono alemán, que ahora ronda los 200 puntos básicos, caerá a medio plazo, pero se va a mantener alta. Es razonable pensar que rondará los 100 puntos", opina Pablo Guijarro, de Analistas Financieros Internacionales (AFI). Por ahora, lo cierto es que el castigo de los mercados hincha las expectativas de rendimientos para las próximas subastas.

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