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El Santander se ve forzado a vender a Chávez su filial en Venezuela

Botín tenía casi cerrado un acuerdo con un rival por 835 millones de euros

Emilio Botín, presidente del Santander, recibió ayer una noticia buena y otra mala. La buena es que está a punto de cerrar la venta de su filial en Venezuela, un país del que estaba intentando marcharse desde hacía tiempo. La mala es que en lugar de irse con una buena plusvalía, tendrá que acordar el precio del Banco de Venezuela con el Gobierno de Chávez, que no parece el mejor pagador de la región. Además, la capacidad de negociación entre un banquero privado, aunque se llame Botín, y Chávez, debe ser escasa. No hay que olvidar que Venezuela tiene que aprobar cada año la repatriación a España de los beneficios obtenidos, así que la llave siempre la tiene Chávez. Por eso, se teme que el precio que reciba el Santander sea menor que el que podía recibir de un competidor.

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Fuentes del mercado aseguraron ayer que el Santander tenía casi cerrada la venta de su filial venezolana a Víctor Vargas, propietario del Banco Occidental de Descuento, que está en una fase de expansión. De hecho, en la segunda quincena de julio la prensa de Caracas publicó que había un acuerdo del Santander con Vargas por un precio que oscilaba entre 1.200 millones de dólares (770 millones de euros) y 1.900 millones de dólares (1.220 millones de euros). Otras fuentes fijaron el precio cerca de los 1.300 millones de dólares (835 millones).

Sin embargo, el Santander dijo a la prensa venezolana que desconocía que hubiera negociaciones. La rápida intervención de Chávez confirmó que el Banco de Venezuela iba a cambiar de manos.

Ayer, el Santander explicó, en un comunicado, que "tenía previsto vender el Banco de Venezuela a un grupo inversor privado venezolano, a cuyo fin se alcanzaron determinados compromisos sin que finalmente se llegara a acordar la compraventa".

A continuación, la entidad dice que "ha tenido después conocimiento del interés del Gobierno venezolano en Banco de Venezuela, estando en este momento en conversaciones al efecto".

El Gobierno español mantuvo una postura pacificadora. No hay crisis, hostigamiento ni conflicto. Ésta es la impresión que ayer quiso trasladar con mucho ahínco el Gobierno, a través de la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega. Lo cierto es que cuando el Gobierno conoció a primeras horas de la noche del jueves la intervención del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se dispararon todas las alarmas e intentaron recabar información de inmediato. Por un lado, el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y la vicepresidenta por otro. Moratinos se puso en contacto con su colega venezolano y la número dos del Gobierno con responsables del Santander. A las dos de la madrugada de ayer, uno y otro, tras diversas conversaciones, concluyeron que el mensaje que debían transmitir era de tranquilidad. Esta decisión se hizo firme a las siete de la mañana, cuando Fernández de la Vega conversó con Botín. La versión gubernamental insiste en que Botín quitó dramatismo a la operación. "Ambas partes nos dicen que el acuerdo es posible y rápido", señaló de la Vega.

La duda se mantiene, sin embargo, respecto a si Chávez informó de esta negociación, "que viene de bastante atrás", según fuentes gubernamentales, al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero en su visita de la pasada semana. El Gobierno obvió precisarlo, pero la necesidad del Gobierno de recabar información en la madrugada de ayer induce a pensar que no lo sabía. El Gobierno de Chávez también rebajó la tensión: "La compra se hará de acuerdo con las leyes y con respeto a los accionistas del banco", dijo en un comunicado, informa Clodovaldo Hernández. Caracas también quiso tranquilizar a los tres millones de clientes, pues "nuestro Gobierno garantiza la fortaleza financiera" y aseguró la estabilidad de la plantilla.

De una manera u otra, el Santander no perderá una fortuna en Venezuela. Ha invertido 670 millones de dólares (430 millones de euros) en dos compras: una en enero de 1997 y otra en octubre de 2000. Los beneficios que obtiene en Venezuela son el 2% del grupo y alrededor del 6% de lo que gana en Latinoamérica. El BBVA está en una situación similar, ya que obtiene en este país el 2% del beneficio. En abril pasado advirtió que podría tener problemas regulatorios en Venezuela. Sin embargo, ayer declaró que "no se ha planteado vender" y que incluso "existen importantes planes de crecimiento en Venezuela, donde el negocio es muy rentable".

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