Seat perdió 311 millones en 2010 y tardará dos años en alcanzar resultados positivos

De hijo enfermo a hijo que necesita esforzarse. Si Volkswagen habló el año pasado de Seat como un "hijo enfermo" para el que iba a tomar medidas, ahora la marca ha mutado en "la filial española que tendrá que luchar" contra las dificultades dentro y fuera de su propio mercado, según el director financiero del grupo, Hans Dieter Pötsch, en la presentación anual de resultados. La filial española del grupo alemán (que entrará en el mercado chino en 2012 con cuatro modelos) cerró en 2010 su tercer año seguido en números rojos. Registró unas pérdidas operativas de 311 millones (un 8% menos que en el ejercicio anterior), y no prevé abandonar los resultados negativos hasta 2013.

El tirón de los modelos León y Altea ayudaron a mejorar las ventas, tanto en número de vehículos como en ingresos, pero no fue suficiente para compensar las inversiones en desarrollar los nuevos modelos y la caída del mercado español en la segunda mitad del año, cuando terminaron las ayudas públicas a la compra de coches y subió el IVA. Aun así, por primera vez en 31 años, lideró las ventas en su casa. En conjunto, la marca colocó un 12% más de vehículos en el mercado, hasta 345.000 unidades, y la facturación mejoró un 10,4%, hasta los 5.038 millones. Las pérdidas de Seat y de la marca de lujo Bentley contrastan en el consorcio Volkswagen, que cerró un 2010 de récord, con un beneficio de 7.200 millones, ocho veces los 911 de 2009.

El patrón del grupo ha sacado pecho por la gran industria. "Antes de la crisis, muchos vieron la industria del automóvil como parte de la vieja economía, y ahora esa vieja economía nos ha mostrado que es vital", ha recalcado Martin Winterkorn.