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Sebastián da la bienvenida al pacto de Sacyr y Pemex para controlar Repsol

Las empresas ofrecen garantías de la futura "españolidad" de la petrolera - Las necesidades financieras de Luis del Rivero condicionan la operación

Ramón Muñoz

El Gobierno no las debe tener todas consigo en la batalla que ha reabierto SacyrVallehermoso por el control de Repsol. Un día después de que la constructora y Petróleos Mexicanos (Pemex) anunciaran su alianza en la petrolera, de la que controlarán el 29,8% del capital, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, que afirmó no conocer nada de la operación, convocó a los firmantes para tener la seguridad de que, aunque cambien los gestores, Repsol seguirá siendo española.

Sebastián, guardando las formas y la neutralidad -"el Gobierno no opina ni interviene en operaciones empresariales"-, recordó al constructor antes de la reunión que Repsol es una empresa "con carácter estratégico" y que hasta ahora "ha sido muy bien gestionada", por lo que "da la bienvenida a una operación dentro de la legalidad" que aumente el potencial de la petrolera, pero siempre "garantizando su españolidad". Y el presidente de Sacyr, Luis del Rivero, y el director de Pemex, Juan José Suárez, le dieron "plenas garantías" de esa "españolidad". Pese a las palabras de Sebastián, algún miembro del Gobierno considera que la operación no debería realizarse.

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La relativa desconfianza del Gobierno está más que justificada. Del Rivero, acuciado por la deuda que contrajo Sacyr para hacerse con el 20% de Repsol, no ha dudado para tomar su control en buscar aliados exóticos como la india Essar, la china Sinopec e incluso la rusa Lukoil, de dudosa reputación corporativa. Pemex es una compañía propiedad del Estado de México, un país que prohíbe la inversión privada extranjera en el sector del petróleo.

Las garantías de la "españoli-dad" de la primera empresa industrial del país no está exenta de paradojas. Fue este Gobierno, siendo ministro José Montilla, el que frenó en 2006 la oferta de la alemana E.ON por Endesa, que luego acabaría en manos de la italiana Enel (controlada por el Estado), tras una breve gestión de Entrecanales, que le supuso pingües beneficios. Sebastián dio la bendición a la venta de la eléctrica a los italianos ya como ministro de Industria en 2009.

Entre los accionistas, el temor es que se reproduzca la batalla que desencadenó Del Rivero contra los gestores cuando el presidente Antonio Brufau anunció una reducción del dividendo del 19% en 2009. El constructor necesita liquidez a toda costa para tapar la enorme deuda que arrastra Sacyr de 12.000 millones de euros, de los que el 40% corresponde al préstamo que pidió para hacerse con el 20% de Repsol.

El dividendo de la petrolera es la principal fuente que tiene Sacyr para pagar a los bancos acreedores encabezados por el Santander, con los que debe renegociar el citado crédito de 5.024 millones que vence el próximo 21 de diciembre. Del Rivero quiere que se aumente la retribución a los accionistas (en 2010 recibió 256 millones por su participación) pero esa, y otras decisiones fundamentales, las toman los gestores. Por eso, ha incluido en su pacto con Pemex la necesidad de nombrar un consejero delegado que asuma los poderes ejecutivos de Brufau.

También ha incluido en su pacto parasocial con Pemex el control de las desinversiones, así como cualquier posible opa parcial o total sobre la compañía, las otras vías de conseguir fondos.

Cualquier vuelco en el control de Repsol pasa por una junta de accionistas. Y las fuerzas están ahora más equilibradas. Con casi el 30% de los votos, y eliminado por la Ley de Auditoría de Cuentas el blindaje que limitaba al 10% los derechos de voto de cada accionista, Sacyr tiene posibilidad de derrotar a Brufau en una junta a la que acude alrededor del 70% del capital (en la última el quórum fue del 67,25%). Le bastaría recabar el apoyo de La Caixa (12,8%) o, mucho más factible, el de algún gran fondo de inversión.

Por el momento, los otros protagonistas guardan silencio. Repsol se limitó a señalar que ha asegurado que defenderá los intereses de "todos sus accionistas". Y La Caixa indicó que se manifestará cuando se reúna el Consejo de Administración.

Por lo pronto, Del Rivero ya ha conseguido su primer objetivo: revalorizar la compañía en Bolsa. Las acciones de la petrolera se dispararon ayer un 4,15% y las de Sacyr un 12,25%, la mayor subida del Ibex 35.

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Sobre la firma

Ramón Muñoz
Es periodista de la sección de Economía, especializado en Telecomunicaciones y Transporte. Ha desarrollado su carrera en varios medios como Europa Press, El Mundo y ahora EL PAÍS. Es también autor del libro 'España, destino Tercer Mundo'.
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