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El Senado de EE UU abre paso a la reforma financiera

El texto ha sido aprobado de madrugada y deberá ser conciliado con el de la Cámara de Representantes

Antonio Caño

La mayoría demócrata del Senado consiguió anoche finalmente sacar adelante una votación clave para la aprobación final de la reforma financiera sin necesidad de introducir enmiendas sustanciales que pudieran haber disminuido el valor de esta ley como instrumento para poner orden en los mercados en un momento de gran agitación.

Los demócratas obtuvieron los 59 votos que se requieren en el Senado para poner fin al debate de la ley y proceder, probablemente este mismo fin de semana, a la votación final sobre el texto de la reforma. Ese texto deberá aún ser consensuado con el que anteriormente había aprobado la Cámara de Representantes y sometido de nuevo a votación en ambos plenos, pero no parece que en ese proceso puedan surgir inconvenientes que pongan en peligro la ley.

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La votación de ayer, por tanto, representa el síntoma más claro conocido hasta la fecha de que esta reforma, que representa el proyecto político más ambicioso del presidente Barack Obama desde la implantación del nuevo modelo sanitario, entrará en vigor mucho antes de las elecciones legislativas de noviembre.

La Casa Blanca, por tanto, recibió ayer la noticia con entusiasmo y como una prueba de que el programa renovador de Obama continúa a su ritmo, esta vez, a diferencia de la reforma sanitaria, con una ley que cuenta con amplio respaldo entre la opinión pública.

Pese a ese gran apoyo popular, el debate en el Senado ha estado permanentemente sometido a fuertes presiones procedentes de Wall Street, donde las principales firmas han advertido que esta ley puede reducir drásticamente las posibilidades de negocio del sistema bancario de Estados Unidos y dejarlo en una situación de desprotección frente a la competencia de otros en diferentes partes del mundo.

El presidente de J. P. Morgan, James Dimon, mencionó el miércoles, en un comunicado, el debate en el Congreso norteamericano como uno de los factores, junto con la crisis europea, que estaban desestabilizando las bolsas internacionales en el momento actual. "Lo que los mercados globales quieren son certezas. Confío en que nuestros legisladores sean responsables y eviten acciones que perturben los mercados", manifestó Dimon.

La preocupación de Dimon y de otras grandes compañías de Wall Street está centrada en la fuerte regulación que la ley en discusión impone sobre el mercado de derivados -especialmente los que se negocian fuera de los mercados organizados-, un producto altamente especulativo que se encuentra en el trasfondo de la crisis desatada en 2008.

Hasta el último momento, los enemigos de esa regulación estuvieron defendiendo en el Senado el mantenimiento del mercado de derivados más o menos en las condiciones actuales. Pero algunos senadores demócratas, capitaneados por la senadora de Arkansas, Blanche Lincoln, insistieron en mantener las restricciones que finalmente han prevalecido.

No es seguro todavía que esas restricciones perduren hasta la versión final de la ley, pero el senador Christopher Dodd, autor de la propuesta, aseguró ayer que no será aceptada ninguna enmienda que rebaje la calidad reguladora de esta ley.

Obama defendió personalmente esta legislación en un discurso en Wall Street el mes pasado y ha hecho de ella un símbolo de su programa de gobierno. Pese a que la situación económica ha mejorado sustancialmente en Estados Unidos, no se ha borrado aún el recuerdo de la crisis ni se ha reducido en lo más mínimo el rencor de los ciudadanos por las reglas con las que el mercado financiero ha actuado hasta ahora.

[Y pese a que los grandes de Wall Street como Goldman Sachs y JP Morgan Chase han curado sus heridas, los problemas no están resueltos. Ahora son las pequeñas entidades locales las que se llevan la peor parte, por el colapso del sector inmobiliario y una tasa de paro que roza el 10%.

El fondo de garantía de depósitos (FDIC) cuantifica en 775 los bancos problemáticos, entidades que manejan unos activos valorados en 430.000 millones de dólares. Es el número más alto en dos décadas y duplica al de hace un año, informa Sandro Pozzi].

El Senado de EE UU, ayer durante una sesión con el presidente de México, Felipe Calderón.
El Senado de EE UU, ayer durante una sesión con el presidente de México, Felipe Calderón.AP

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