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Reportaje:

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El FMI ha cuestionado las previsiones de crecimiento del Gobierno en los tres últimos años, superadas ambas por la realidad

Lucía Abellán

Optimista en exceso. Ése es el mayor reproche que está recibiendo el cauto Pedro Solbes desde que presentó sus previsiones económicas para 2008. Quienes critican al vicepresidente y ministro de Economía esgrimen que España avanzará más lentamente de lo previsto; como argumento de autoridad, apelan al Fondo Monetario Internacional (FMI), que augura un 2008 algo sombrío. Pero este organismo, con Rodrigo Rato a la cabeza, tampoco puede exhibir una trayectoria de aciertos en sus expectativas. "En general, el FMI representa el lado más conservador de las previsiones", señala Federico Steinberg, investigador de instituciones económicas y comercio internacional del Real Instituto Elcano.

Los analistas niegan que haya sesgo político en las proyecciones del Fondo
Quizá sea en 2008 cuando el FMI se acerque más al dato real que el Gobierno

Desde que llegó al cargo, en mayo de 2004, Rato se ha resistido a creer las ya de por sí prudentes previsiones de crecimiento económico que ha realizado el Ejecutivo. Y ello pese a que fue el propio Rato quien, apenas dos meses antes de aterrizar en el Fondo, cedió a Solbes el testigo del Ministerio de Economía, en plena época de bonanza. La realidad ha dejado cortas todas las proyecciones de los últimos ejercicios, especialmente las de Rato, que apura sus últimos días al frente de la institución tras anunciar que la abandona por motivos personales dos años antes de agotar el mandato.

"Todos nos hemos equivocado a la baja en estos últimos años porque la economía lo ha hecho mejor de lo previsto y el Instituto Nacional de Estadística ha revisado al alza el crecimiento", argumenta Susana García-Cervero, economista del Deutsche Bank para España. Esta experta cree que, tras cuatro años en los que el producto interior bruto (PIB) ha avanzado entre el 3% y el 3,9%, "el elemento crucial será el periodo 2007-2008".

La mirada escéptica de estos años se traslada ahora a 2008. El FMI hará públicas la próxima semana sus previsiones de otoño para el crecimiento mundial, en las que España sale muy desfavorecida. La institución no le otorga más de un 2,7%, según ha trascendido del borrador de ese informe que circuló hace unos días.

De confirmarse, la cifra se coloca seis décimas por debajo de la previsión oficial, una de las mayores brechas que se han producido en los últimos años. Pero quizá sea precisamente en 2008 cuando el Fondo se acerque más al dato real que el propio Gobierno. "Ese 3,3% [de Solbes] para 2008 puede resultar un poco optimista teniendo en cuenta el momento inmobiliario y crediticio en el que nos encontramos", reflexiona Juan Luis García Alejo, jefe de análisis y gestión de Inversis Banco. El resto de los analistas consultados coincide con este diagnóstico.

El propio Solbes admite haber sido "un poco menos prudente" que otros años al elaborar las previsiones de crecimiento. Así lo confesó a finales de septiembre durante la presentación de los Presupuestos de 2008 en el Congreso. En todo caso, ve factibles las metas fijadas. Y se mantiene firme pese a los requerimientos del todavía gerente del FMI, que insta a los países necesitados de financiación extranjera, como España, a ajustar sus cuentas públicas. "Los Presupuestos son muy prudentes. No requieren modificaciones", zanjó Solbes al ser preguntado sobre las advertencias de Rato.

Todo dependerá de cómo afecte a España la desaceleración económica que se cierne sobre toda Europa. La analista del Deutsche Bank cree que España está especialmente expuesta por la pérdida de fuelle del mercado inmobiliario, las subidas de los tipos de interés y las crecientes restricciones crediticias: "La tendencia es a la baja; hay más incertidumbre ahora que en otros momentos históricos".

Aunque yerran algo más ahora (ver cuadro), las previsiones económicas del FMI han resultado tradicionalmente más conservadoras que las del Gobierno, incluidos los años de mandato del Partido Popular. Esa práctica no se circunscribe a España. "En la mayoría de los países se ha criticado a la institución por no anticiparse a las crisis, como ocurrió con la crisis asiática de 1997. Ahora el FMI es más conservador para que no se le acuse de optimista extremo", asegura Federico Steinberg.

El experto del Real Instituto Elcano aporta otra razón por la que el Fondo puede preferir equivocarse por defecto en lugar de por exceso: "Poner unas notas más bajas alienta las políticas económicas más ortodoxas del FMI: reformas del mercado de trabajo, liberalización... Si dicen que el país va a crecer mucho, hay menos razones para esas reformas".

Los expertos no creen que el pesimismo del FMI sobre la economía española retraiga la inversión, al presentar un país potencialmente menos prometedor de lo que en realidad resulta. "Las inversiones empresariales se realizan teniendo en cuenta más elementos y más años de los que analiza el FMI", resume el analista de Inversis Banco. También niegan que haya sesgo político en las previsiones.

El FMI elabora sus pronósticos para los diferentes países tomando una serie de indicadores y aplicándoles un modelo econométrico. Además, un equipo de expertos se desplaza a cada Estado para entrevistarse con el Gobierno, los empresarios, la banca y las casas de análisis. El Ministerio de Economía, que organiza las visitas en España, precisa que ese trabajo de campo se tiene en cuenta para elaborar el informe anual del país, no para las previsiones de crecimiento que se lanzan en otoño. "Hay un contacto fluido pero no llaman para elaborar sus previsiones, salvo para pedir un dato concreto", explica una portavoz del ministerio. Sin esa información, las aproximaciones resultan más erráticas. "Al final, todos estamos adivinando", bromea Juan Luis García Alejo.

Rato cede el paso a Solbes en un acto de junio de 2004 en Madrid.
Rato cede el paso a Solbes en un acto de junio de 2004 en Madrid.RICARDO GUTIÉRREZ

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Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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