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La primera crisis del euro

La UE ofrece 30.000 millones a Grecia

El plan de rescate europeo se concreta en un préstamo al 5% - España aportará unos 2.500 millones - "La solidaridad es ahora de carne y hueso", dice Papandreu

Los países del euro cerraron ayer filas, por fin con cifras, para evitar el derrumbe de Grecia y afrontar el mayor desafío de la moneda única desde su puesta en marcha. Los ministros de Finanzas de la eurozona se pusieron ayer de acuerdo en los detalles del plan de ayuda a Grecia, que considera la concesión de préstamos bilaterales por los 16 socios de la moneda única por un valor de hasta 30.000 millones de euros en un primer año a un tipo de interés en torno al 5%. Hoy habrá una reunión adicional en Bruselas para determinar la participación del Fondo Monetario Internacional (FMI) en la operación.

"La solidaridad europea es ahora de carne y hueso", dijo ayer Yorgos Papandreu, el primer ministro griego. "Es un mensaje de que ya nadie puede jugar con nuestra moneda común (el euro) ni con nuestro destino común y de que la Unión Europea sigue siendo una comunidad de valores comunes, objetivos y solidaridad", añadió el político socialista, quien se declaró convencido de que Grecia avanza "hacia el final de la crisis".

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El objetivo urgente es enviar una clara señal a los mercados y salvar la estabilidad de la eurozona. El paquete pactado sólo se aplicará si Grecia lo solicita. Si así fuera, lo evaluarían la Comisión y el Banco Central Europeo (BCE), y sólo podría ponerse en marcha tras una nueva reunión del Eurogrupo que apruebe por unanimidad la intervención.

La reunión extraordinaria, celebrada con formato de múltiplex telefónico, duró dos horas, acuciados todos los presentes por responder a unos mercados que no terminan de creer en el acuerdo de apoyo a Atenas alcanzado por los líderes de la UE en febrero, y ratificado el 25 de marzo. Las dudas sobre la capacidad del país para cumplir con sus compromisos han hecho que esta semana la agencia Fitch degrade su rating a un paso del bono basura y que los tipos del bono a 10 años se disparen hasta el 7,5%.

"Los países de la zona euro ofrecerán los préstamos bilaterales por un total de hasta 30.000 millones en el primer año, que serán complementados por el FMI", anunció Jean-Claude Juncker, primer ministro luxemburgués y presidente del Eurogrupo, en conferencia de prensa vespertina. "Todos participarán", subrayó. Los préstamos serán coordinados por la Comisión y liquidados por el BCE. "Las cantidades para los años sucesivos serán determinadas más tarde conforme a lo que requiera la situación", añadió.

El plan de intervención se afinará hoy en una reunión con expertos del FMI, que diseñarán la operación. Olli Rehn, comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, dio por bien orientadas las especulaciones de que la eurozona correría con las dos terceras partes del plan total y que el Fondo aportaría el tercio restante. Ello supone que Atenas podrá disponer este año de unos 45.000 millones de euros en ayudas, de los que 15.000 provendrían del FMI. Fuentes del Gobierno griego consultadas por Efe reducen la cantidad del Fondo a 10.000 millones, con un tipo de interés del 2,84%. La Agencia de Gestión de la deuda griega mantiene que necesita 32.000 millones para responder a sus obligaciones de pago en 2010, aunque otras fuentes elevan la cifra hasta los 53.000 millones.

Los detalles técnicos aprobados ayer suponen que los "préstamos bilaterales europeos a tres años se harán a un tipo en torno al 5%", según Rehn, en aplicación de una fórmula que da un resultado ligeramente superior a lo que probablemente reclamará el FMI. La tasa del 5% supone que "no está subsidiada ni se da trato preferente", enfatizó el comisario, que también indicó que serán préstamos reembolsables. Respondía así a las exigencias políticas y legales de algunos socios, en particular de Alemania, de no ser blandos con Grecia y dar la impresión de que se premia a los malos de la clase.

La herramienta estará disponible para ser utilizada cuando el Gobierno de Papandreu lo reclame. "Se trata de probar que hay dinero", resumió Juncker. Y de probarlo ante los mercados ante los que Grecia se presentará hoy mismo. En el próximo mes y medio Atenas necesita refinanciar 11.000 millones.

"El primer objetivo es evitar que haya que usar el mecanismo", reconoció Rehn. El ministro de Finanzas griego, Yorgos Papaconstantinu, declaró que su Gobierno "no ha pedido activar el mecanismo, pese a que está ya a su disposición de forma inmediata". No dijo que no lo vaya a pedir y los especialistas pronostican que acabará por hacerlo. Una fuente griega apuntaba que servirá de orientación la reacción de mañana de los mercados.

Interrogado Juncker sobre si no se debería haber intervenido antes de que la situación degenerara tanto, dijo que el Consejo Europeo tomó una decisión el 25 de marzo "y menos de tres semanas después ya hemos adoptado medidas". Rehn se puso filosófico: "La política es el arte de lo posible y eso se aplica también a la política económica. Estamos satisfechos de cómo se han hecho las cosas".

El compromiso de todos los miembros de la zona euro de participar en el plan suscita dudas racionales, dada la situación de desequilibrio de algunos de ellos, pero Rehn aseguró que esas pruebas de solidaridad serán tenidas en cuenta a la hora de evaluar sus respectivos planes de Estabilidad y Crecimiento. "Ningún país debe temer perjuicios por participar", tranquilizó Juncker.

España es uno de esos países en delicada situación. El presidente José Luis Rodríguez Zapatero adelantó en febrero que el Tesoro español estaba dispuesto a contribuir con unos 2.000 millones. Rehn precisó que las contribuciones de los distintos socios se calcularán en relación a su participación en el capital del BCE, del 8,3% en el caso de España. A falta de otros elementos correctores, eso se traduce en que Madrid aportará 2.490 millones.

La vicepresidenta económica, Elena Salgado, destacó ayer que se trata de "un acuerdo unánime". La aprobación del mecanismo supone "un fortalecimiento de la zona euro y pone de manifiesto la solidaridad entre sus miembros" y constituye "un gesto político a los mercados".

En la misma línea, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, recalcó que el acuerdo "muestra la seriedad de la eurozona para asegurar la estabilidad financiera".

Los Consejos Europeos de los pasados 11 de febrero y 25 y 26 de marzo que concibieron y consolidaron el plan de ayuda a Grecia no hicieron mella en los mercados, pero Juncker no se atrevió a pronosticar ahora un cambio de signo. Explicó que a los anteriores pactos políticos les falta el detalle técnico cerrado ayer.

Tampoco detalló los entresijos de las discusiones, tras informaciones que circularon durante la semana en torno a distintos puntos de vista sobre la necesidad de ser más o menos exigentes con Atenas, exigencia que debería plasmarse en unos intereses más o menos generosos. Juncker dijo que había hablado durante la semana con Papandreu, Nicolas Sarkozy, Angela Merkel y Zapatero. "Todos estuvieron de acuerdo en que ya era hora de actuar", dijo.

Con Alemania a la cabeza, países como Austria y Holanda se habían inclinado por la tesis de apretar bien las tuercas a Atenas. Josef Pröll, responsable del Tesoro austriaco, se declaró satisfecho con el régimen de ayuda acordado. "No es ningún regalo", dijo.El énfasis que ayer se hacía en Bruselas estriba en que la UE ya cuenta con el mecanismo de socorro necesario y que Grecia no ha pedido su aplicación. A partir de ahora puede hacerlo en cualquier momento.

Jean-Claude Juncker, primer ministro luxemburgués y presidente del Eurogrupo, tras la reunión de los ministros de Economía.
Jean-Claude Juncker, primer ministro luxemburgués y presidente del Eurogrupo, tras la reunión de los ministros de Economía.REUTERS

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