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Vodafone culpa a España de sus malos resultados y arrastra a Telefónica

La firma achaca la caída del consumo al alza del paro entre los inmigrantes

Ramón Muñoz

Éramos pocos, y la abuela ha dejado de llamar por el móvil. La paráfrasis del dicho sirve para ilustrar que de esta crisis -la que no existía para el Gobierno hace unas semanas- no se libra nadie, ni siquiera la hasta ahora inmune telefonía móvil. Bastó ayer que Vodafone, la mayor compañía de móvil del mundo, anunciara que andará justa para cumplir sus previsiones de ingresos para que las firmas de telecomunicaciones se llevaran en bloque un batacazo histórico en Bolsa.

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Telefónica fue una de las peor paradas, con una caída del 5,56%, ya que Vodafone señaló con el dedo como uno de los principales culpables de sus decepcionantes resultados trimestrales al mercado español, y en concreto, al bajo consumo de los inmigrantes que trabajan en la construcción.

Descontando la compra de Tele2, la multinacional vio caer sus ingresos en España un 2,5% en el segundo trimestre el año (primero de su ejercicio fiscal). Es la primera caída de facturación que registra la filial española desde su fundación en 1995 (bajo la marca Airtel). Los ingresos del grupo crecieron a escala mundial un 1,7%.

El consejero delegado, Arun Sarin, señaló que el grupo se enfrenta a un escenario más exigente por el enfriamiento de la economía española y la creciente competencia en este mercado, que representa la quinta parte de sus ingresos mundiales. El director financiero, Andrew Halford, fue más osado y, por sorprendente que parezca, vino a culpar al pinchazo de la burbuja inmobiliaria española de los malos resultados. Halford explicó el frenazo de los ingresos por el bajo consumo de los inmigrantes que han perdido su empleo en la construcción, una clientela en la que, según dijo, ha sido especialmente fuerte Vodafone. Por ello, la crisis le afecta de forma "desproporcionada", según explicó a los analistas.

La filial española se defendió como pudo y le echó la culpa a la bajada de precios. De hecho, sus clientes llamaron más, como prueba que el tráfico de minutos de voz aumentara un 8,2%, pero eso no pudo compensar la reducción del precio por minuto, que hizo que los ingresos por llamadas descendieran un 3,9%. Esa caída, se debe a tres razones: la rebaja impuesta por el regulador de las tarifas de interconexión, que se cobran entre sí las operadoras por usar sus redes; el adelantamiento a mayo de algunas campañas promocionales propias del verano, y la adopción por los clientes de patrones de consumo acordes con su tarifa contratada.

Esta última es, quizás, la más significativa porque supone que, los consumidores, acuciados por la mala situación económica, se han estudiado por primera vez los complicados planes de tarifas para llamar sólo en las horas (o a los números) en que las llamadas les resultan más baratas. También llama la atención que los ingresos por SMS premium, los que se envían, por ejemplo, para concursar en un programa de televisión o para opinar en la radio, hayan retrocedido un 35%.

La reacción en Bolsa fue histórica e histérica. Vodafone cayó un 13,5%, el mayor desplome en sus veinte años de historia, y arrastró al sector. Telefónica se dejó un 5,56% en la sesión, su tercera mayor caída del año. Pese a ello, los analistas y diversas firmas de inversión (JPMorgan, UBS, Citigroup, Deutsche Bank y Banesto Bolsa, entre otros) confían en que la multinacional española presente unas buenas cuentas trimestrales el próximo día 31 y cumpla con sus previsiones para el año, tal y como recalcó recientemente su presidente, César Alierta. A su favor, Telefónica tiene más diversificado su negocio, con gran fortaleza en telefonía fija y acceso a Internet, y está en zonas como Latinoamérica, muy pujantes.

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Sobre la firma

Ramón Muñoz
Es periodista de la sección de Economía, especializado en Telecomunicaciones y Transporte. Ha desarrollado su carrera en varios medios como Europa Press, El Mundo y ahora EL PAÍS. Es también autor del libro 'España, destino Tercer Mundo'.

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