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La primera crisis del euro | La posición de España

Zapatero dice que ayudará a salvar a Grecia como la UE haría con España

El jefe del Ejecutivo se estrena como presidente de turno de la UE en una cumbre, pero juega un papel subsidiario en el entramado del acuerdo

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, dio ayer por zanjadas todas las especulaciones de pasados días sobre la solvencia de las cuentas españolas y calificó de determinante para ello el Consejo Europeo extraordinario para tratar de la crisis económica en el que todo giró en torno a Grecia. El presidente estable de la Unión, Herman Van Rompuy, vino a darle la razón al manifestar que ayer sólo se habló de Grecia y nada más que de Grecia. Tan aparentemente fuerte es la situación de las finanzas españolas que Zapatero se dijo dispuesto a contribuir al plan de salvación de Grecia, como los países de la UE "harían si fuera necesario" con España.

Zapatero se estrenó como presidente rotatorio de la UE jugando un papel subsidiario con respecto a los auténticos poderes institucionales y de los Estados grandes en el decisivo momento en que Grecia ha hecho que se dudara sobre la solidez de la Unión y de la eurozona. A la hora de la verdad -cuando Van Rompuy convocó a su despacho al primer ministro griego, Giorgios Papandreu; a la canciller alemana, Angela Merkel, y al presidente francés, Nicolas Sarkozy, cita a la que se sumaron luego el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, y el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet-, Zapatero estuvo ausente.

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El jefe del Gobierno quitó importancia a esa ausencia con el argumento de que en el desayuno de trabajo de 8.30 a 10.00 en el que se trató monográficamente de Grecia él estuvo codo con codo con Van Rompuy, Trichet, Barroso y el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker. "La estrategia se fijó en esa reunión", subrayó Zapatero. Según él, así Van Rompuy y Barroso "ya sabían a quién tenían que convencer y pedir el respaldo al acuerdo". El presidente ofreció estas explicaciones en una conferencia de prensa realizada en la sala de España en el edificio del Consejo en la que siempre había comparecido cuando no era presidente de turno.

Como corresponde a una cumbre, el acuerdo para socorrer a Grecia carece de los detalles que deberán ser ajustados en posteriores reuniones de otros responsables financieros comunitarios. Lo de ayer era un ejercicio de decisiva voluntad política para la credibilidad de la UE y de la eurozona que, a ojos de Zapatero, resultó un éxito absoluto. Que las bolsas flaquearan y que el euro se depreciara eran, a su juicio, intrascendentes vaivenes circunstanciales. "Hay que tener una perspectiva más amplia", señaló.

"Lo que deben saber la opinión publica europea, la griega y los mercados es que la UE va a apoyar a cualquier país que tenga dificultades graves en su situación, en este caso Grecia", dijo Zapatero para definir qué es tener perspectiva amplia en estos momentos. Hizo de inmediato dos apreciaciones que dejan las cosas en el aire. "Si la situación evolucionara a una necesidad imperiosa de ayudar, se ayudará a Grecia", como si hubiera una posibilidad de que no fuera a haber tal necesidad de apoyo. "Y por supuesto, España también" lo hará. Sabedor de la incredulidad que suscitará en la escena internacional y nacional tal compromiso no cuantificado, Zapatero remachó por tres veces la expresión.

Es un compromiso moral y europeísta de España, vino a decir el presidente. "Siempre asumimos nuestra cuota de responsabilidad con la UE, como en otras ocasiones los países de la UE asumieron su cuota con España y lo harían si fuera necesario".

Poniéndose la venda antes de la herida que pudieran causar tales palabras y aprovechando el reciente espaldarazo de las agencias de calificación, Zapatero dio por superado, por carente de fundamento y por falso, todo el cuestionamiento de la solvencia española de los pasados días. "Nada de eso se corresponde con la realidad y hoy ha sido el momento determinante porque el objetivo de la reunión era apoyar a Grecia", ha precisado, en lo que le ha dado la razón Van Rompuy al asegurar que no se ha hablado de ningún otro país. "Se ha hablado de Grecia y sólo de Grecia", insistió el presidente estable de la Unión.

La apuesta política por Grecia es tan absoluta como lo requiere la situación. Grecia es un país de contrastada insolvencia en sus compromisos y ayer no les quedó a sus socios comunitarios otra que volver a creer las palabras de primer ministro heleno de que hará todo lo necesario para poner orden en el caos. Tarea hercúlea en la que contará con la Unión. "Estamos convencidos de que el Gobierno de Papandreu cumplirá con su responsabilidad", declaró Zapatero. "Grecia merece la confianza y el apoyo de la UE. Sabemos que se enfrenta a una tarea difícil, pero todo el apoyo técnico de la Comisión Europea y del BCE está a su lado".

Para el presidente de turno de la UE, lo ocurrido ayer en Bruselas es una "solución positiva y de compromiso que debe garantizar la estabilidad de la eurozona y de la UE". También, un embrión del Gobierno económico europeo del que él viene hablando como necesario desde tiempo. "El Consejo Europeo ha cumplido con su tarea y ha estado a la altura de la circunstancias. Hoy por primera vez se ha puesto a prueba la estrategia 2020 de cooperación económica entre los Veintisiete y de coordinación".

Los líderes aludieron también en su reunión a la necesidad de armonización fiscal, a las ideas de "ser exigentes" (Zapatero evitó en sala de prensa hablar de las cuestionadas "sanciones"), en el cumplimiento de los compromisos contraídos, a la necesidad de abrir el debate a escala comunitaria sobre el futuro del sistema de pensiones... Van Rompuy habló de la conveniencia de celebrar con más frecuencia reuniones de ese tenor para tratar de la economía y Zapatero se sintió reivindicado: "Es nuestra idea de convertir el Consejo Europeo en un Gobierno económico de la UE. Existe una mayoría clarísima a favor".

Zapatero, a su llegada a la cumbre europea en Bruselas.
Zapatero, a su llegada a la cumbre europea en Bruselas.REUTERS

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