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Zapatero promete que no aplicará reformas laborales sin consenso

"El sistema de pensiones es sólido", replica al Banco de España

Lucía Abellán

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, implicó ayer a empresarios y sindicatos en la solemnidad de La Moncloa para hacer un anuncio arriesgado: "No habrá ninguna iniciativa laboral sin consenso con los interlocutores sociales". Pese a que el frenazo económico puede obligar a adoptar medidas controvertidas, Zapatero ha arrancado el diálogo social de esta legislatura con ese compromiso, que verbalizó ante los líderes de UGT, Comisiones Obreras y CEOE-Cepyme.

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A ese compromiso le siguió otro en forma de aviso. El vicepresidente y ministro de Economía, Pedro Solbes, trasladará pronto a los interlocutores sociales las líneas maestras de los Presupuestos de 2009, que no darán para grandes alegrías. "El Gobierno hará una política de austeridad", advirtió el presidente, que volvió a mencionar este término otras dos veces para hablar del sector público en general, especialmente en lo que respecta al gasto corriente del Estado (el no productivo).

Así, las buenas intenciones expresadas ayer tanto por Zapatero como por los agentes sociales tienen una restricción: las dificultades que atraviesa la economía española. Aunque sólo el secretario general de Comisiones Obreras, José María Fidalgo, mencionó la palabra crisis -al asegurar que no deben ser los trabajadores quienes la paguen-, todos aludieron, con diferentes palabras, al bache económico. El presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, instó a abandonarlo "lo más rápidamente posible", y el responsable de UGT, Cándido Méndez, pidió que se proteja "a los trabajadores y a sus familias en empleos, salarios y derechos sociales".

Pese a que el escenario era el mismo y el formato resultó parecido, el arranque formal del diálogo social en La Moncloa tuvo un trasfondo muy diferente al de hace cuatro años, cuando Zapatero acababa de llegar al poder. Entonces, el panorama económico era propicio y los mensajes se centraban en cómo aprovechar la bonanza. Ahora arrecian los problemas, aunque la reunión, que duró tres horas, transcurrió en un ambiente distendido que se trasladó luego a la comparecencia ante la prensa.

El tono más firme del presidente llegó al referirse a las pensiones. A preguntas de los periodistas, Zapatero rebatió la inquietud del Banco de España sobre la sostenibilidad del sistema público. Tras referirse a la buena salud de la Seguridad Social, el jefe del Ejecutivo recalcó: "Es normal que el Banco de España esté atento, pero el sistema es sólido". Zapatero minimizó la alerta contenida en el informe anual del supervisor bancario, divulgado el pasado martes. "Ya lo oí hace 25 años", replicó, en referencia al riesgo de que las pensiones no puedan mantenerse en el futuro sin introducir reformas. "Podemos estar tranquilos", zanjó.

El presidente aprovechó esta pregunta para lanzar un guiño a los sindicatos y prometer que las estrecheces económicas no implicarán recortes sociales. La gran prioridad, recalcó, "es que las rentas más bajas mantengan todas sus oportunidades".

A diferencia del anterior proceso de diálogo social, Zapatero ha tomado esta vez las riendas de la negociación. Será él, y no el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, quien lo coordine. De momento ha fijado como tope el 31 de julio para elaborar "un documento conjunto con los temas que se abordarán en el diálogo". La reunión de ayer concluyó sin firmar ningún texto conjunto, pese a que La Moncloa había enviado a los agentes sociales una declaración de intenciones.

A la cita con los agentes sociales acudieron otros cuatro ministros: Solbes, Corbacho; el de Industria, Miguel Sebastián, y la de Igualdad, Bibiana Aído. Ninguno de ellos tomó la palabra. Todo el protagonismo recayó en el presidente.

Fidalgo, Méndez y Zapatero, de izquierda a derecha, en la rueda de prensa tras la reunión ayer en La Moncloa.
Fidalgo, Méndez y Zapatero, de izquierda a derecha, en la rueda de prensa tras la reunión ayer en La Moncloa.GORKA LEJARCEGI

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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