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El ahorro de los hogares baja al 12,8% de su renta

Los hogares pierden poder adquisitivo en el segundo trimestre.- La renta de las empresas mejora un 24% tras los recortes de plantillas y gastos

El ahorro familiar se desinfla trimestre a trimestre. La dureza de la crisis económica llevó a los hogares a reservar más de un 20% de su renta disponible durante muchos meses de 2009, en el apogeo de la Gran Recesión. Desde entonces, la tasa de ahorro ha experimentado un acusado descenso. Pero si el año pasado fue consecuencia de un fugaz repunte del consumo, de una incipiente mejora de las expectativas económicas, ahora debe mucho más al deterioro de los ingresos. Después de tres años de crisis, con 4,8 millones de parados, salarios a la baja y menos prestaciones públicas, son cada vez más las familias que no pueden permitirse el lujo de ahorrar.

El promedio de los últimos cuatro trimestres, que permite depurar las fuertes oscilaciones en el ahorro de los hogares según la época del año, muestra que la tasa de ahorro bajó entre abril y junio al 12,8% de la renta familiar, cinco décimas menos que en el arranque de 2011. Según los datos difundidos por el INE, el retroceso se debe a que la renta disponible aumentó a menor ritmo (un 1,2% en tasa interanual) que el consumo final de los hogares (un 3,6% respecto al mismo trimestre del año anterior). Y, por tanto, la proporción de la renta que se destina a ahorrar disminuyó.

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Tanto en el caso del consumo como, sobre todo, de la renta, los avances son aparentes, se miden en términos nominales. Si se tiene en cuenta la inflación registrada en ese periodo (un 3,6%), el gasto de las familias se estancó. Y, en términos reales, la renta familiar encaja una apreciable pérdida de poder adquisitivo (-2,4%). El contraste con lo que ocurrió en el segundo trimestre es significativo: en la primavera de 2010 hubo muchas compras anticipadas para evitar la subida del IVA. El consumo subió entonces un 5,9%, cuando la inflación apenas llegaba al 1,5%, con lo que se registró un incremento del gasto real, que alimentó las expectativas (luego truncadas) de una recuperación.

En la evolución de la renta disponible pesa la disminución de lo que cobran los trabajadores asalariados (un 0,4% menos que en el segundo trimestre de 2010) y el descenso de las transferencias corrientes recibidas, efecto del recorte de gasto público. El ajuste fiscal también se deja notar en el pago de impuestos, que aumenta un 6,2%. Solo el notable repunte de la renta que se atribuye a los trabajadores autónomos y al cobro de alquileres (un 8% más) y la ligera subida de las prestaciones (entre otras razones, por desempleo) aliviaron la situación.

Pese a todo, el ahorro generado por las familias está todavía en niveles altos (antes de la crisis, la tasa de ahorro bordeaba el 10%) y eso permite que los hogares retengan su capacidad de financiar al resto de la economía. Más aún, cuando su inversión (básicamente, en vivienda) no deja de caer: en el segundo trimestre, el retroceso interanual fue del 9,1%. Una vez descontado su gasto de inversión, las familias registraron una capacidad de financiación equivalente al 3,7% del PIB del segundo trimestre.

Las cuentas de los sectores económicos en el segundo trimestre evidencian que la situación en el sector privado es muy dispar. Mientras las familias sufren ahora la crisis con toda su dureza, las empresas, tras un drástico proceso de ajuste en plantillas y gastos corrientes, mejoran de forma sensible sus márgenes. Y, con la inversión congelada por el miedo a otra recesión, destinan los ingresos a aligerar la pesada carga de la deuda acumulada en la última década. Así, la renta disponible de las sociedades no financieras aumentó un 24,3%, un comportamiento que se debió a la subida del excedente de explotación (15,3%) y, también, al descenso de lo que pagan por el impuesto de sociedades (un 14,4% menos que hace un año). Descontada la inversión, las empresas lograron un saldo de 8.848 millones, una capacidad de financiación equivalente al 3,2% del PIB.

A diferencia de lo que ocurría antes de la crisis, el ahorro del sector privado (las entidades financieras aportan un 0,6% del PIB) compensa, en buena parte, el déficit de las Administraciones Públicas, que en el segundo trimestre presentaron una necesidad de financiación equivalente al 9,9% del PIB, muy similar a la del año pasado. En el saldo negativo del sector público es determinante la debilidad de los ingresos por impuestos, que bajan un 6% en términos interanuales.

En conjunto, la dependencia de la economía española de la financiación exterior es cada vez menor, una tendencia que refleja también el tijeretazo a la inversión de hogares, empresas y administraciones. En el segundo trimestre, la necesidad de financiación frente al resto del mundo se limitó al 2,4% del PIB, cuando antes de la crisis llegó al 10%.

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