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La reestructuración del sector financiero

La apuesta desaforada por el ladrillo y el suelo llevó a la ruina a la entidad

Los quebrantos de Llanera o Polaris destacan entre una cascada de concursos

"En 2006, en la Comunidad Valenciana, la vivienda no se vendía, se despachaba". El comentario de un profesional vinculado a la promoción inmobiliaria durante años ilustra el ambiente de alegría que rodeaba todas las vertientes del negocio de la construcción residencial hasta que pinchó la burbuja. Las nuevas promociones a lo largo del litoral mediterráneo se colocaban en el mercado sobre planos. Y la mano de obra inmigrante requerida para levantar nuevos edificios turísticos necesitaba, a su vez, nuevos alojamientos más modestos.

El Banco de Valencia, que había comprado en 1997 el 100% del paralelo Banco de Murcia, operaba en un territorio bendecido para la promoción inmobiliaria.

La inversión crediticia crecía a un ritmo del 30% anual
Olivas asegura que nunca fue presidente ejecutivo del banco
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Bancaja, la tercera caja de ahorros de España, tomó el control del 38% del Banco de Valencia en 1994. Domingo Parra, un joven valor fichado por la caja valenciana, asumió el cargo de consejero delegado del banco. Bancaja aportaba el colchón que necesitaba un banco conservador para dar el gran salto.

José Luis Olivas asumió la presidencia del Banco de Valencia en el momento más feliz. En enero de 2004, días después de convertirse en presidente de Bancaja, titular del 38% del Banco de Valencia, Olivas presentaba unos resultados en los que el volumen de negocio superaba por primera vez los 12.000 millones de euros, "dos billones de las antiguas pesetas", subrayó el flamante presidente.

La rentabilidad para el accionista no dejaba de crecer. En 2004 fue del 65%. Olivas y Parra, invitaban a los accionistas a remontarse en el tiempo para comprobar el sostenido crecimiento de su inversión. Y anunciaban ambiciosos planes de expansión con apertura de nuevas oficinas en toda España.

La legislación autonómica valenciana ofrecía fórmulas para promover suelo sin necesidad de ser titular del mismo y la rentabilidad de la construcción desbordaba cualquier otro negocio.

La inversión crediticia del Banco de Valencia crecía a ritmos del 30% anual. En marzo de 2006, Parra explicaba a la junta de accionistas: "Seguimos en el negocio inmobiliario, sobre todo destinado a la creación de suelo, de la mano de clientes y socios con acreditado recorrido; invertimos y desinvertimos en el negocio inmobiliario y lo vamos a seguir haciendo".

Año y medio después, Llanera, una inmobiliaria dedicada a la "creación de suelo" y consolidada como marca a través de una agresiva campaña de comunicación, se vio atrapada por la lentitud de los plazos para reclasificar sus propiedades no urbanizables. Llanera suspendió pagos con un pasivo declarado de 746 millones de euros. Al menos la mitad eran deudas con Bancaja y el Banco de Valencia.

El banco cerró 2007 con un crecimiento de los beneficios del 20% y el crédito seguía creciendo por encima del 25%. Pero ya se detectaban algunos síntomas de alarma. Olivas calificó 2007 como "un año especial".

El primer golpe severo y público por su dimensión se registró a mediados de 2009 cuando el Grupo Polaris, una inmobiliaria con gigantescos proyectos en Murcia, colocó entre sus acreedores propiedades por valor de 970 millones de euros. Bancaja y el Banco de Valencia (y Murcia) fueron de los más afectados.

Los quebrantos se han multiplicado desde entonces y el Banco de Valencia ha acumulado entre sus activos algunas promociones incompletas y demasiado suelo cuyo valor pone ahora en cuestión el Banco de España.

Fuentes financieras señalan a Parra como responsable de una gestión que coinciden en calificar como "personalísima". El propio Olivas subrayó ayer: "Nunca fui presidente ejecutivo del Banco de Valencia". Sin embargo estuvo casi ocho meses al frente de la entidad cuando Parra cogió una baja por enfermedad.

La inyección de 1.000 millones de parte del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria para mantener a flote la entidad valenciana obligó ayer a Olivas a renunciar a la vicepresidencia del Banco Financiero y de Ahorros y a la vicepresidencia de Bankia.

Olivas también aseguró que deja los cargos sin reclamar indemnización, pero mantendrá la presidencia de Bancaja y una plaza como consejero de Iberdrola en virtud de la participación de la eléctrica que compró en su día la caja valenciana.

Sede del Banco de Valencia en la capital del Turia.
Sede del Banco de Valencia en la capital del Turia.CARLES FRANCESC

Las intervenciones del Banco de España

- El Banco de Valencia es el primer banco intervenido por el Banco de España desde el inicio de la crisis. Se suma a otras tres entidades financieras (cajas de ahorros) también intervenidas en el periodo: la Caja Castilla La Mancha, CajaSur y la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM).

- Las cifras del Banco de Valencia suponen una aportación de 1.000 millones para tapar un agujero en el capital y 2.000 millones para apuntalar la liquidez. Total: 3.000 millones en ayudas.

- Como comparación: la intervención de Banesto, en diciembre de 1993, obligó a aportar unos 5.000 millones de euros), de los que no se recuperaron 1.168 millones.

- Desde el año 1978, en España se han intervenido 11 bancos (incluido el Banco de Valencia) y nueve cajas de ahorros.

- La primera caja intervenida fue Caja Castilla La Mancha en marzo de 2009 por su alta exposición al sector inmobiliario y su morosidad. El Gobierno aprobó un aval de hasta 9.000 millones y una inyección de 3.000 millones.

- Tras la creación del FROB en junio de 2009, el Banco de España rescató a Cajasur en mayo de 2010. El FROB inyectó de forma inmediata 800 millones. BBK los ha reembolsado tras adquirir la caja.

- La tercera caja intervenida fue Caja de Ahorros del Mediterráneo en julio de 2010 al reconocer su incapacidad para encontrar una solución viable para recapitalizar la entidad. La inyección fue de 2.800 millones de euros de capital y 3.000 millones más de liquidez.

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