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Las aseguradoras de EE UU se adaptan al cambio climático

Las primas suben en los Estados en los que se prevén tormentas

Un huracán de tercera categoría azotando la ciudad de Nueva York. Los daños que causaría la subida del nivel del agua en Manhattan, Brooklyn, Queens y Staten Island serían enormes.

Es una posibilidad que parece remota, pero que por el efecto del cambio climático contemplan compañías aseguradoras, como Allstate, al calcular los riesgos y establecer sus pólizas. Y es que las pérdidas de las aseguradoras relacionadas con el mal tiempo están creciendo diez veces más rápido que las primas, lo que está animando a muchas compañías a subir precios o a negarse a dar cobertura.

La ola de huracanes que sufrió la costa del Golfo de México de EE UU en el verano de 2005 abrió un debate sobre los efectos perversos del cambio climático en la salud y la economía. El daño que tendrán que cubrir las aseguradoras por los destrozos del Katrina se estiman en 31.200 millones de euros. Si se cuenta también Rita, Wilma y Dennos, ese total se eleva a unos 43.700 millones, según el Insurance Information Institute, que contabiliza en 3,3 millones el número de reclamaciones.

La reaseguradoras europeas Swiss Re y Munich Re llevan años hablando del riesgo que el cambio climático representa para esta industria y sus clientes, un negocio que se calcula maneja 2,46 billones de euros anuales en todo el mundo. Sus rivales estadounidenses se mostraban esquivas a la hora de tratar el asunto. Pero tras el azote de Katrina y Rita, grupos como AIG procedieron a ajustar el precio de sus pólizas ante la previsión de que se produzcan tormentas de hielo, huracanes, inundaciones e incendios más violentos, utilizando a complejos modelos de cálculo para representar lo que está pasando con el clima.

Otras compañías, como Allstate, simplemente optan por no dar pólizas a nuevos propietarios de viviendas situadas en la costa o zonas a riesgo en Nueva York, Nueva Jersey, Connecticut y Delaware, porque dicen que no pueden dar cobertura en caso de catástrofe natural. Es una situación conocida en Florida o la costa del Golfo de México, pero nueva en los estados del noreste de EE UU. El riesgo es grande porque el 54% de la población estadounidense vive en una franja de 75 kilómetros de costa. Por el contrario, las asociaciones de consumidores acusan al sector de utilizar el cambio climático como argumento para subir las primas.

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